En una columna de opinión titulada "Atentado contra las peñas"*, el famoso relator de fútbol, compañero durante mucho tiempo de Víctor Hugo Morales en Continental -actualmente en Cadena3-, se despacha contra lo que debería ser un sano ejercicio de discusión, cimentado no sólo en el respeto sino principalmente en la formación, instrucción y búsqueda intensiva de información, más allá de los titulares de una cadena de noticias. Práctica que no todos están dispuestos a hacer (por el tiempo y esfuerzo que supuestamente conlleva). Quizás ahí radiquen los roces, más que por acción del kirchnerismo. Quizás éste sólo haya traído a la superficie conflictos sociales de antaño, escondidos debajo de la alfombra. Puede ser que el kirchnerismo haya habilitado el debate sobre materias que eran intocables, sagradas, que permanecían así para favorecer el injusto status quo.
Pero leamos a Wehbe, una persona honesta intelectualmente, que hace aportes interesantes.
"Desde un tiempo atrás, pareció la intolerancia apoderarse de la mayoría de las mesas de amigos que dejan de serlo apenas uno piensa distinto al otro.
Esto me ha sido ratificado por otras personas que frecuentan distintas reuniones de distracción y diversión cada semana de la vida.
La verdad, tengo tres "juntadas" por semana y las empecé a espaciar. Mi comodidad en esos lugares trocó por una sensación de ir a una riña.
Y como hombre de prensa no puedo menos que reconocer que odios y rencores, intransigencia y porfía tienen un origen mediático muy especial que ninguno de ustedes desconoce.
Según lo que se escucha es lo que se defiende a ultranza, sin los matices necesarios para cada tema. Defender una medida presidencial puede ser motivo de ruptura definitiva en algunas cenas. Atacarla produce el mismo efecto (aunque no tanto por estos lados), en otras.
Y así se pierden mediodías de vermut en bares, y noches de choripanes y vino, por el facilismo de estar de un lado o del otro sin saber muy bien por qué.
Y se le cree más a Lanata que al amigo de la silla de al lado o a Víctor Hugo, que al compañero de tantos años.
Y las peñas, definidas en el diccionario como tertulias habituales de gente culta, se convierten en una asquerosa muestra de lo que el poder quiere que seamos. Un enorme grupo de desinformados que creemos que sabemos lo que ellos sí saben".
Quizás durante mucho tiempo no podíamos debatir porque nos habían dicho que la Historia había terminado, que no había ya nada que discutir. La sana gimnasia de contraponer ideas (reitero: con muchos datos, de varias fuentes) quizás sea un terreno en el cual muchos se sientan extraños. Su intensificación será más valiosa que abortarla para no incomodar una reunión de amigos bajo la nefasta excusa de que sobre política y religión no hay que hablar.
*Publicada en la revista "Será Justicia", del Colegio de Abogados de Río Cuarto, julio 2012.
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