martes, 28 de febrero de 2012

La Nata, paranoico


Luego de repetir que todo aquello que no coincida con su opinión es K y por lo tanto corrupto y que no tiene la entidad que tiene él y que él ha hecho muchos documentales y diarios y todo eso, el fundidor del diario Crítica llega a la conclusión de que el kirchnerismo hizo todo lo posible para que, junto con sus colegas que coinciden con la posición británica sobre Malvinas, no pudiera sentarse a tomar un café y divagar por las aguas del antikirchnerismo bobo. En esta hipótesis, hasta los bares porteños están comprados por la caja K, que además cercena voces y ya está en fase de poner en peligro la vida de los disidentes del régimen como él.
"El documento aún no había sido dado a conocer. El camino que terminó en la conferencia de prensa del miércoles –que finalmente se suspendió por la tragedia de Once y sólo se envió el documento a la prensa– había sido largo y sinuoso: era casi imposible conseguir en Buenos Aires un sitio público donde presentar un documento que discutía el pensamiento oficial: dos universidades privadas dijeron que no, hasta dos bares que habitualmente ocupan su salón con presentaciones se negaron a facilitar el espacio. Finalmente la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino, dirigida por Rogelio Fernández Couto, tuvo la generosidad de abrir sus puertas.
Fue triste volver a recordar el miedo, pero ahora en una Argentina democrática: miedo a disentir públicamente, miedo a las consecuencias de desobedecer, miedo a pensar distinto y decirlo en voz alta.
Conocido el documento, el mundo no se cayó. Sólo una idea se echó a correr. Pensar distinto es hoy, en la Argentina, complicado. Esperemos que no llegue a ser peligroso" (Fuente).
De casualidad que no acusó a los muertos de Once de confabularse todos juntos para evitar que se luciera en la abortada conferencia de prensa y correspondiente movida mediática...

1 comentarios:

Capitán Yáñez dijo...

¿Así que "dos universidades privadas dijeron que no"? Seguramente una fue la de Palermo. Lógico: a nadie le gusta que le cascoteen el rancho. Menos que menos por albergar a 17 pelotudos.

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