Convencido de que va a morirse antes (trágico, ¿no?), Caparrós está seguro que no va a dar el brazo a torcer ante la nomenclatura K que tanto lo corre por izquierda (le gusta eso de jugar al borde del precipicio) que se tiene que pegar a su amigo La Nata, que está en Mitre (igual que Ernestino y su recordado "¿Qué les pasó?", y Pepito, que vuelve a la radio en ese medio del Grupo Clarín porque seguramente otra no le queda. Ni su compinche Metralleta le da espacio ya, pobre...).
-La Nación: ¿Estamos asistiendo a la construcción de un mito en tiempo real, a toda velocidad de la figura de Kirchner?
-Caparrós: Sí. La idea de un mito instantáneo es una contradicción intrínseca. Porque se supone que un mito es algo que se construye lentamente y a mediano plazo. Y también en un punto hay una contradicción entre la idea de construcción de un mito y la idea de que ese mito se construya desde el poder. En general los mitos se van formando mucho más de abajo hacia arriba que de arriba hacia abajo, como es el caso del supuesto mito kirchnerista, que está tan sustentado por el poder que no va a sobrevivir al momento en que ese poder desaparezca, por más que intenten convencernos de que eso no va a suceder nunca. Pero es probable que dentro de 100 o 200 años deje de haber kirchnerismo en la Argentina.
-La Nación: Lo curioso es que el kirchnerismo se supone que tiene toda una carga ideológica atrás e incluso tiene a los intelectuales de su lado.
-Caparrós: ¿Quiénes son los grandes intelectuales?
-La Nación: ¿Los de Carta Abierta?
-Caparrós: Ninguno de ellos estaba canonizado como un gran intelectual hasta que llegó el kirchnerismo. En todo caso es un beneficio mutuo, porque salvo Horacio González, a quien respeto mucho, ninguno tenía una presencia pública como intelectuales hasta que se adscribieron al kirchnerismo. Entonces tampoco es que hay manadas de intelectuales... hay más bien manadas de gente del espectáculo, que eso es otra cosa.
-La Nación: Pareciera que se generó una división muy fuerte en la sociedad por algo que no es tan tremendo. El kirchnerismo no es una revolución socialista.
-Caparrós: No, ni muchísimo menos. Es algo que yo suelo decir al respecto. A mí no me parece condenable el enfrentamiento por sí mismo. Hay ciertas situaciones en que el enfrentamiento es necesario. Cuando hay algo que lo vale, si no hay más remedio habrá que enfrentarse. Si en 1816 estos señores que estaban en una casita en Tucumán hubieran dicho "che, no nos enfrentemos, sigamos bien", se supone que no existiría nuestro país y se supone que nos importa que exista. Lo curioso de estos últimos años es que hay enfrentamientos totalmente desproporcionados al nivel de cambios en las estructuras sociales que se han producido, que son prácticamente nulos. La sociedad argentina, en general, en cuanto a su estructura económica y social no es muy distinta a lo que era en el año 1995. Lógicamente es muy distinta a lo que era en 2002, porque era la peor crisis de su historia, pero en sus grandes datos macroeconómicos es similar. El gran mérito del kirchnerismo es haber sabido adaptar las estructuras políticas del peronismo al remezón 2001 por un lado y al aumento de los precios de los commodities en el mercado de Chicago. ¡Depender de los chinos ya es un destino cruel, pero depender de lo que quieran comer los chanchos chinos es humillante! El día que descubran que las margaritas son más ricas que la soja estamos al horno".
Fuente
Ay, ese ego, che...
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2 comentarios:
jaja es un cago de risa este Palacio vernáculo intrínseco,..no hace falta que lo aclare de que parte estaría en la casita de Tucumán..la pluma de EL PAIS, español por supuesto
Habiendo Lanata en este país, es obsceno que exista Caparrós...
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