La Nación: "Se ha echado a correr la idea de que los integrantes de esta
organización no sólo tienen como propósito copar buena parte de los
cargos decisivos de la administración pública, sino también desenvolver
un plan de acción tendiente a implantar el socialismo entre nosotros.
Pero La Cámpora nada tiene de socialista o, si se quiere extremar el
calificativo, de marxista. En verdad, su peligro radica en su ambición y
su falta de escrúpulos, que corren parejas con la falta de experiencia
de muchos de sus dirigentes.
Sus integrantes son, sin dudas, estatistas y creen en las bondades de
la regulación de todo, en los controles de precios y en los pactos
sociales compulsivos. Desconfían de todo capitalismo que no sea el de
los amigos y no se les caen de la boca las dos palabras mágicas de su
vocabulario: "liberación nacional"
Hay que entender que La Cámpora es peligrosa no en
razón de su presunto izquierdismo, sino de su carácter predador y de su
manera inescrupulosa de gerenciar la cosa pública.
Son unos improvisados convencidos de que van a cambiar la Argentina en virtud de una mística de cartón.
Es cierto que el nombre que han elegido como mascarón de proa invita a
pensar en aquella juventud revolucionaria que reivindicó el camino de
las armas y trató, en vano, de repetir en estas latitudes el modelo
cubano. Pero todo se agota en el nombre de un oscuro político que
terminó siendo despedido por el propio Perón de manera humillante. Si
los miembros de La Cámpora supiesen quién fue Héctor J. Cámpora,
seguramente habrían elegido a otro personaje para su tarea de marketing
político. Pero se han nutrido de un relato sin sustento histórico y se
han inventado, para consumo propio, la epopeya de representar la
continuación de aquella presidencia tan breve como frustrada. Sin
embargo, no son montoneros disfrazados ni comunistas embozados. Tienen
poder e ínfulas, manejan suculentas cajas y carecen de escrúpulos: en
esto, y no en su discurso, radica su peligro".
Kirschbaum: "El Gobierno ha perdido la iniciativa, pero quiere hacer creer que
conserva intacto ese atributo. La blitzkrieg oficialista -per saltum,
conjueces, voto a los 16, “campaña antiargentina”, descarada presión a
los jueces- parece una muestra de fortaleza. El insulto de un
jerárquico de La Cámpora al partido de Binner que hace ocho años
gobierna Santa Fe, a los que llamó “narcosocialistas”, es parte de una
táctica de polarizar al máximo el escenario político. Otra desmesura de la guardia pretoriana de Cristina".
Wiñazki Jr.: "El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, suele ser
salvaje en sus definiciones. Esto es lo que le dijo hace pocos días a un
viejo amigo del peronismo sobre la creciente influencia de los
dirigentes de La Cámpora: “Si gobernamos solo con estos chicos nos vamos a ir a la mierda”.
Quien escuchó la frase es un ex funcionario del Gobierno y la reconstruyó ante Clarín. Aunque menos brutales, otros miembros del Gabinete, militantes del PJ con añares en la gestión, dejan trascender su fastidio ante el avance de la agrupación juvenil K fundada por el hijo presidencial, Máximo Kirchner.
Mientras Larroque gritaba generando cada vez más enojo en los
diputados opositores, el presidente de la Cámara baja, Julián Domínguez,
levantó la voz doce veces para pedirle que se calle. No lo logró.
El
ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, es otro de los
dirigentes del oficialismo que sufre en la intimidad el avance de La
Cámpora. Según pudo saber Clarín, Randazzo está preocupado por el discurso cada vez más radicalizado de los jóvenes K".
Bossi: "Hace una semana estrenaron su sede nacional, en Once. El búnker de Unidos y Organizados, el conglomerado de agrupaciones ultrakirchneristas que pretende convertirse en el sostén político de la Presidenta y que ya genera recelo en el PJ.
En el Gobierno dan por descontado que ese semillero incondicional -que
incluye a La Cámpora, Kolina y el Movimiento Evita, entre otros- nutrirá
las listas de candidatos nacionales para las elecciones legislativas de
2013.
Sus incursiones en el interior inquietan a gobernadores y jefes comunales del PJ, aun a aquellos alineados con la Casa Rosada".
Van der Kooy: "El Gobierno sólo pensó en dañar al socialismo. Esa intención la tradujo
en el Congreso el diputado camporista Andrés Larroque que,
llamativamente excitado, tildó a los socialistas de narcotraficantes. Un
estilo y una voz que calibran la degradación de la política en la era
cristinista".
Leuco: "Larroque es el jefe nacional de La Cámpora y uno de los pocos que
tiene la llave para entrar al despacho presidencial. Cuando un
legislador quiere hacerle llegar una carpeta importante a ella, el único
camino que tiene es pedírselo a Larroque. Esa es la fuente de su poder.
Y entre los congresistas que deben seguir ese camino incluyo al jefe
del bloque, Agustín Rossi, y hasta al presidente de la Cámara de
Diputados, Julián Domínguez.
Lo que iba a ser por goleada terminó con un penal sobre la hora. Otra
vez un kirchnerismo que consigue por violación lo que podría lograr con
seducción. “Te quieren llevar al paraíso pero a patadas en el culo”,
dicen por lo bajo los peronistas. ¿Fue una torpeza del “misógino
Larroque”, como lo caracterizó Victoria Donda, o de un “fachista de
izquierda”, como lo acusó Ricardo Alfonsín? Difícil de creer. Sólo
ejecuta las órdenes de Cristina".
domingo, 4 de noviembre de 2012
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