Van der Kooy: "El Gobierno se esfuerza por ningunear la protesta pero, a diferencia
de septiembre, ha salido a intentar contrarrestarla. Su formidable
sistema de comunicación estatal o paraestatal hace días que se preocupa
por descalificar el cacerolazo buscando supuestos responsables. En esa
ruleta incurre en disparates. Hasta contrató a dos consultoras, por
cifras millonarias, para hacer publicidad contraria a la manifestación
en las redes sociales. El resultado no es, por lo menos hasta ahora,
auspicioso. Según un relevamiento realizado en redes, por cada cinco adhesiones al cacerolazo de mañana surge apenas un rechazo.
El cristinismo continúa en su cápsula. Pergeñando como podría convertir en un éxito, aún incierto, el 7D. El día que se fijó como límite para avanzar de facto con la
aplicación de dos artículos de la ley de medios sobre Clarín. Mientras
vive ensismismado, no atiende la inseguridad, la corrupción, el
narcotráfico, el cepo cambiario, la inflación, las distorsiones
económicas. Por todo eso y mucho más mañana amanecerá el 8N".
Ventura: "La presidenta Cristina Kirchner es una incomprendida: quiere transformar
el país, pero todos y todas se empeñan en impedírselo y, como son
desubicados, tal vez salgan a protestar el 8 N.
El politólogo del populismo, Ernesto Laclau, que vive en Gran Bretaña,
buscó la explicación de lo que ocurre en Buenos Aires: la protesta,
dijo, es el producto de "una Argentina que está muriendo", es decir, un
sector social que pretende mantener ciertos privilegios y que se resiste
a desaparecer. Algo parecido a lo que ensayó Aníbal Fernández: los que
protestan son los recalcitrantes de derecha.
Tal vez no haya que pedirle a los politólogos que justifiquen el
populismo sino a James Bond que busque a quienes matan a la verdadera
democracia".
De Riz: "Muchos hoy se preguntan cuán previsible es el futuro más o menos
inmediato. La firmeza de los discursos presidenciales contrasta con la fragilidad que muestra ante lo imprevisto. Hoy ya no conforma a la sociedad el testimonio de lo hecho. Cuando se
promete que nada pertenecerá a las “corporaciones” porque todo estará
en manos del “pueblo”, es decir, del Estado hoy colonizado por el
gobierno y, por lo tanto, todo quedará a merced de los designios de la Presidenta, alfa y omega del firmamento nacional y popular, los que no se reconocen en esa definición del pueblo germinan en las redes
que galvanizan un cúmulo de descontentos, ya sea por la inflación, la
inseguridad, la corrupción, la polarización política o la re-reelección modificando la Constitución".
miércoles, 7 de noviembre de 2012
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