"En un testimonio histórico, un arriero que trabajaba en el
campo aledaño a La Perla durante la dictadura aseguró haber
sido testigo de fusilamientos y entierros de personas. José
Julián Solanille presentó ayer un testimonio clave en la
megacausa que se juzga en Córdoba, en tanto que indicó que
puede señalar dónde se realizaban las fosas comunes en las que
se colocaba a los detenidos.
Solanille precisó que desde
el mismo día del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 en el
predio de La Perla, que era un “lugar tranquilo”, comenzó un
“extraño y constante movimiento de camiones, de personas. Yo
pasaba a tres metros de los muros y se escuchaban explosiones,
gritos desgarradores de cristianos”, incluso “gritos de
chicos que decían mamita, papito”.
“Empecé a escuchar
gritos y ruidos después del 24 de marzo, y después explosiones y
después el camión que salía hacia el campo”, dijo Solanille
sobre lo primero que observó en el ‘76, y agregó: “No puedo
decir cuántas personas llevaban, pero los gritos no eran de
cuatro o cinco, eran muchas mujeres, hombres, niños”.
El
testigo aseguró reconocer a algunos de los imputados como
Menéndez, Acosta, Manzanelli, Barreiro, entre otros, y
precisó que en uno de esos fusilamientos que pudo ver estuvo
presente el ex titular del Tercer Cuerpo del Ejército.
Relató
que en una oportunidad, desde un campo de la loma, que
habitualmente utilizaba como “mirador” para observar el
movimiento y las actividades de los militares en La Perla,
fue testigo de la disposición de “más de 200 fusilados” en
filas alrededor de un pozo.
Según su relato, estas
personas estaban con las manos atadas a la espalda, algunos
con capuchas y con vendas. Dijo que era habitual que después de
enterrarlos, los militares quemaran las tumbas, y señaló que
desde su casa “se sentían olores horribles del humo negro que
traía el viento”.
También recordó que el 3 de mayo de 1976
vio un helicóptero que volaba a baja altura en esa zona y que
observó que llevaba colgando como “unas bolsas de papas”, pero
que luego pudo constatar que se trataba de los cuerpos de “dos
chicas muy jóvenes” sin vida que habían arrojado en ese campo.
En
otro fragmento de su testimonio, el arriero indicó haber
presenciado una “fiesta” en donde los militares se divertían
con las detenidas obligándolas a tomar alcohol. “Se las
tiraban de uno a otro”, afirmó aludiendo a actos de abusos
sexuales y de los que participaban algunos de los imputados.
Varios
años después, durante un trámite procesal de reconocimiento
del terreno encabezado por el entonces juez federal Gustavo
Becerra Ferrer y su secretario Luis Rueda, dijo que los
funcionarios judiciales tuvieron “pésima” actuación al
entender que no había voluntad de encontrar las fosas donde
están enterrados los cuerpos, incluso con actitudes de
“desviar” la atención de los puntos que él señalaba como
lugares posibles de las tumbas".
Fuente
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Hace 10 minutos
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