Sentado al mando, con un Bonelli que le metía fichas, hasta tal punto que le sacó finalmente el paro nacional de Camioneros que tanto reclamaba Clarín para que alguien, de una vez por todas, se hiciera cargo de su público ávido de enfrentar al gobierno que no pueden sacar por las urnas. Ya no importa que precisamente Hugo y sus hijos fueran sinónimo de la peor lacra durante tanto tiempo para esa audiencia/ese electorado (donde conviven telespectadores rasos hasta empresarios descontentos, pasando por los ya maltrechos Grupo A y la Mesa de -des-Enlace). Si algo aprendieron del kirchnerismo es abandonar un poco el impostado puritanismo lanatiano y en todo caso enarbolarlo desde lo discursivo,
pour la galerie. Como animándose al barro, hasta le llevaron a un Melconián para que le endulzara los oídos ("Su análisis, Hugo, ha sido impecable. Propio de un economista") y eliminara cualquier tipo de duda que tuviera cuando saliera del estudio clarinista y se diera cuenta del riesgo de asumir el rol de principal opositor de CFK. No por una falta de valor que Moyano ya ha demostrado decenas de veces que sí lo tiene, sino por el movimiento estratégico que anoche decidió llevar a cabo (sintomático fue su hijo Pablo cuando decidió sacarse la cucaracha de TN ante los balbuceos de su padre desde la central y afirmar, amenazante: "Vamos por todo"). A sus espaldas, las pantallas de Clarín le reflejaban imágenes que atizaban el espíritu combativo de obreros a su mando. Abajo, el zócalo se volvía loco cuando anunciaba el tan deseado paro nacional de Camioneros, que por poco no se transformó en paro general. Pero al ratito nomás, la adrenalina anti K escuchó satisfecha que también habrá movilización a la Plaza de Mayo. Nada serán las palabras más amenas de estos días de los principales escribas de los medios concentrados, ahora olvidados de la imagen negativa del secretario general de la CGT. Desde hoy, esos que lo presentaban como la bestia negra del demonio rojo K serán los defensores de, como alguno de ellos, los trabajadores que injustamente ven recortado su salario "por arriba (Ganancias) y por abajo (Asignaciones Familiares)". En este tiempo que sabíamos que iba llegar (desde aquella noche de discusión con NK), no nos olvidamos del mejor Moyano: ese que se levantó como pocos contra la aplanadora neoliberal menemista y aliancista. Eso no nos lo borrará el reality de anoche en TN. Tampoco un conflicto que sabíamos que existía y que ayer sólo escaló a su estadio material. Contradicciones a resolver por la política (Boudou y Randazzo, en estas primeras horas, no parecen haberse desempeñado de la mejor forma en este sentido), en el marco de un país que se niega a volver a aquéllas épocas y que necesita creatividad para superar las trabas del presente. Como repitió anoche más de una vez, Moyano no cambió. Que errores que la impaciencia y la distancia hayan magnificado no provoquen lo indeseado de dejarnos arrastrar por los que se frotan las manos.
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