Parece que las intenciones de Majul de lograr que Macri y Carrió se sienten a tomar un café no van bien.
Es más: en los últimos días, se reproducen los ataques del periodista de La Cornisa a la dirigente chaqueña, actitud que ha enojado a su compañero de trabajo en la radio, Gustavo Noriega.
Así lo contó Majul en su columna de ayer en El Cronista: "El jueves pasado escribí un artículo sobre ciertos rasgos políticos y personales de la diputada nacional Elisa Carrió. Modos que fueron resaltados por tres dirigentes que trabajaron con ella, algunos de los cuales son tan evidentes que ni siquiera necesitan confirmación científica. No la insulté ni la ataqué de manera personal. Tampoco negué sus virtudes, ni su honestidad, ni su lucha contra la corrupción. Sólo hablé de sus notables rasgos narcisistas, de su autoritarismo, de su pretendida superioridad moral, de su ninguneo, de su nulo registro por el otro y de la baja tolerancia ante una opinión diferente. Y señalé el uso indiscriminado de su condición de mujer para protegerse de los ataques de sus adversarios políticos. También destaqué que la honestidad debería ser un rasgo imprescindible para ser un buen dirigente político, pero que no alcanzaba con levantar el dedo y denunciar en los medios si el objetivo era construir una República o un país mejor. Es cierto: además opiné que esos comportamientos y ese estilo la hacían parecerse bastante a la Presidenta Cristina Fernández. Y conté algunas escenas de la que fui testigo privilegiado, para sustentar mi argumentación. Algunos, como mi compañero en la radio Gustavo Noriega, tuvieron la deferencia de decirme en privado que no compartía mi opinión, porque creía, sencillamente, que no eran comparables el poder que ostenta la jefa de Estado con el que ejerce Carrió. Tampoco su rango de honestidad. Le expliqué que respetaba su opinión, pero que no estaba denunciando a Carrió ante la justicia, sino sólo marcando algunas de sus conductas personales, conductas que afectan sus decisiones políticas y que por lo tanto pueden ser sometidas al análisis de la prensa".
Luego, Majul denunció que muchos le tienen miedo a la lengua de Carrió: "Algunos colegas y dirigentes políticos, incluso de UNEN, me hicieron saber que compartían muchas de las cosas que había escrito. Uno muy conocido, que me pidió estricta reserva de su identidad, me felicitó por el coraje y me dijo que muy pocos se atrevían a señalar esas observaciones en público porque temían que Carrió los acusara de machistas corruptos o de trabajar para el gobierno, los narcotraficantes o las mafias enquistadas en el país. Si Lilita te señala con el dedo es capaz de hacerte mucho daño, por eso nadie se anima a decirle en la cara lo que piensa sobre algunos de sus gestos o decisiones políticas, me explicó. Me hizo notar que en eso consiste el poder de Carrió. Y que, depende de cómo se mire, también podía considerarse un poder coercitivo o extorsivo".
Probablemente, Majul está presionando a Carrió para que vaya a su programa (práctica habitual en el periodista), aunque no se privó de criticarle, no sin un dejo de exageración, el último affair de Lilita en Corrientes que incluyó a la jefa de su esposa, Gabriela Michetti: "Lo que sí me sorprendió es el nivel de agresión de algunos de los lectores que simpatizan con la diputada nacional y ahora precandidata a Presidenta. Perverso, machista y peronista, a modo insulto, fueron algunas de las descalificaciones más simpáticas. Otros me calificaron de incoherente porque no hace mucho me pregunté cómo podía ser que Mauricio Macri y Carrió nunca, ni una sola vez en la vida, se hayan sentado a tomar un café. Los más comprensivos me invitaron a reflexionar y hacer una autocrítica antes de que el Apocalipsis me cayera encima. A los primeros, algunos de los cuales pertenecen a la fuerza política que lidera Carrió, tengo para decirles que son demasiado parecidos a quienes más desprecian, los cybernautas incapaces de hacer otra cosa que defender el modelo K e insultar a sus críticos, sean dirigentes, periodistas o lectores de buena fe. A los segundos les aclaro que me sigue pareciendo una excelente idea que Macri y Carrió se sienten a tomar un café. Le recomendaría, eso sí, que no se levantara de la mesa en la mitad de la conversación y que tuviera la deferencia de escuchar al otro, por más aburrido que parezca, o por más que no piense como ella. En ese sentido, lo que hizo el jueves pasado, ni bien empezó a hablar Gabriela Michetti, en un panel que compartían, no contribuye a la mínima convivencia con un partido con el que pretende acordar".
miércoles, 10 de septiembre de 2014
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