miércoles, 24 de septiembre de 2014

Estela e Ignacio Guido en Olavarría: comenzó el juicio

"La sensación de que se vivía un día histórico en Olavarría flotaba en cada espacio de la Facultad de Sociales de la Universidad Nacional del Centro, que funciona como sede del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Monte Peloni. Al final de la primera audiencia, el interés se centró en el escenario montado al aire libre, a metros de la sala que es sede del tribunal. Desde allí, a pesar de la llovizna, el viento y el frío, Estela de Carlotto habló a los olavarrienses que se habían congredado para una serie de actividades culturales para celebrar el inicio del proceso oral y público.
"Hoy es un día especial en mi memoria y en la de ustedes. Vine a conocer el olor, el paisaje donde se crió mi nieto, Ignacio Guido", dijo Estela al abrir el festival Olavarría Despierta. Y después pidió a los presentes "acompañen el juicio, porque aquel que cometió un delito debe ser condenado".
Minutos después, Ignacio Guido Montoya Carlotto se sentó al piano e interpretó dos temas propios, Pena de muerte y Para la memoria, acompañado en voz por Adriana Saravia. Estela y Kibo Carlotto lo observaban desde un costado del escenario. "No se han cerrado las puertas ni las heridas de antaño", cantó Saravia.
Le siguieron otros artistas locales y una murga. El cierre estuvo a cargo de Vïctor Heredia. "Tocar en este juicio es realmente significativo, sencillamente porque nuestra generación, a la que yo pertenezco, y a la que le rindo homenaje en cada canción, se siente agradecida por todos los esfuerzos que se han hecho desde la Justica para aclarar estos crímenes y para juzgar limpiamente a quienes cometieron estos crímenes de lesa humanidad", dijo Heredia a Infojus Noticias.
“El ejemplo lo tienen acá, ustedes. ¿Cuánto silencio hubo en este pueblo?”, preguntó Estela Barnes de Carlotto en una charla con periodistas locales, organizada por la Universidad Nacional del Centro. “Todavía lo hay”, sugirió una de las pocas periodistas presentes en el aula de la facultad de Ciencias Sociales.
-¿Piensa que en este juicio puede empezar a develarse la complicidad civil de la última dictadura?
-Sin dudas esta fue una dictadura cívico-militar. Civiles que se prestaron, que entregaron gente, que habilitaron estancias para que se transformaran en centros de detención y de tortura, y el silencio –a veces- de los pueblos, se debe al temor, que es lo que se está perdiendo, por suerte. Porque hay una garantía de que si no lo hacemos, se repite. Y acá, si alguien tiene que rendir cuentas en la justicia, lo debe hacer. 
-¿Es la primera vez que viene como abuela de Ignacio Guido?
-Sí. Si me hubiera imaginado que estaba acá hago un registro de la población y me vengo a buscarlo… ni un atisbo de sospecha. El día que me lo dijeron, el 5 de agosto, fue un baldazo de vida que me vino, a través de la palabra de la jueza que me dijo ‘encontramos a tu nieto Guido’. Es Ignacio Guido, por dos razones muy importantes. Una porque él es Ignacio, y la otra porque Guido es el nombre que le pusieron sus papás. El hecho de encontrarlo fue una emoción popular. Y eso no es casual. Hay que analizar la alegría y las lágrimas de la gente que nunca me había saludado. Es el saber que se puede. Eso se está demostrando hoy acá.
-¿Hay novedades en la causa?
-La causa todavía la tiene Servini de Cubría, pero por el nacimiento de mi nieto, que todo hace pensar –casi con certeza- que nació en La Cacha, ese campo de concentración donde estuvo nueve meses Laura secuestrada, corresponde el traslado de la causa de mi nieto de la capital a la provincia. Es un pedido lógico por el lugar del nacimiento y de los hechos. No es malestar ni reproche".
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