D'Alessandro (Perfil): "La ingobernabilidad es la imposibilidad de los gobiernos de mantenerse estables en su función de implementar políticas públicas eficaz y legítimamente. Desde ya, ocupar los cargos gubernamentales hasta el fin de los mandatos es condición necesaria para ello. Pero no se trata solamente de una cuestión de tiempo. La ingobernabilidad es, a su vez, una combinación, en distintos grados según el caso, de tres diferentes tipos de falencias.
En primer lugar se encuentran las falencias de tipo estructural. Estas se presentan cuando el sistema en su conjunto se ve imposibilitado de poder proveer bienes públicos (orden, desarrollo económico, equidad), debido, por ejemplo, a las deficiencias de un Estado débil e ineficaz para distribuir esos bienes en todo el territorio, o a una pobre legitimidad política en escenarios de fuertes crisis de representación.
En segundo lugar, la ingobernabilidad puede deberse a factores de tipo personal. Puede aparecer, por ejemplo, con la mediocridad del elenco gobernante para entender cuáles son los problemas más acuciantes de un país y, a causa de ello, no identificarlos o no poder resolverlos, o con la falta de liderazgo para orientar cambios sociales o imprimir una determinada dirección en el proceso político.
Finalmente, en tercer lugar, están las falencias de tipo organizacional. Es probable que aun personas lúcidas y técnicamente capaces no puedan mantenerse en el poder si no disponen de cierta organización política (en el mejor de los casos, un partido) con cierta disciplina y/o cadena de lealtades que les permitan tener la fuerza política suficiente para llevar adelante su agenda o para controlar o negociar con diferentes grupos políticos que estarán intentando permanentemente maximizar sus beneficios particulares o sus cuotas de poder (movimientos sociales, sindicales, juveniles, empresariales, mediáticos, de desocupados, ligas de intendentes o de gobernadores, etc.).
De cara a la próxima elección presidencial, Gobierno y oposición parecen compartir o estar expuestos, en grados más o menos similares, a las falencias estructurales y a las falencias personales. Pero muchos argentinos se preguntan qué riesgo existe de que las falencias organizacionales cobren importancia según quién sea el próximo presidente.
Siempre preocupada por esta amenaza, la ciudadanía minimiza algunas otras. El ejemplo clásico es la corrupción. Ante la temible sombra de la ingobernabilidad, la corrupción de los gobernantes aparece como un mal menor, tolerable, y hasta deseable si contribuye a la gobernabilidad. De allí que al oficialismo, que ya ha demostrado capacidad organizacional para gobernar y disciplinar, las denuncias de corrupción le afecten en menor medida, mientras que la oposición, que abre una incógnita sobre sus capacidades organizacionales, no puede blindarse frente a una denuncia hecha desde el ejercicio fáctico del poder".
Schmidt (Infobae): "Así como Scioli parece deshacerse de kirchneristas y camporistas, Macri hizo lo propio con sus socios. El escándalo que obligó a Macri a aceptar la renuncia a su candidatura a Fernando Niembro, marcó la soledad en la que queda el PRO en algunos decisiones trascendentales. Prácticamente ni la UCR ni el núcleo de la Coalición Cívica que lidera Elisa Carrió salió a respaldar al periodista deportivo.
¿No será necesario que Macri muestre como tal a Cambiemos, con una mayor participación de dirigentes que no sean del PRO para este último mes de campaña? Semanas atrás hubo un intento en recorrer el interior con el mendocino Julio Cobos, lo cual pareció efectivo. Habrá que ver si el papel de Macri junto al radical y candidato a gobernador de Tucumán, José Cano, sumó o restó. Tal vez sería productivo que Cambiemos intensifique actividades con Ernesto Sanz y Elisa Carrió, para ofrecer una imagen de un frente que, por ahora, parece ser sólo PRO.
Si la oposición quiere ir al ballottage, debe mostrar cohesión, un bloque homogéneo capaz de gobernar sin ser desbordado por internas o diferencias".
Fontevecchia (Perfil): "Macri, entre triste y enojado, se pregunta sobre el doble estándar de la sociedad, que al peronismo le perdona cualquier caso de corrupción. Un viejo proverbio romano
–Quod licet Iovi, non licet bovi– señalaba que lo que es lícito para Júpiter (en este caso el rey PJ) no es lícito para el buey (los demás partidos).
Parte de la impunidad que se le concede al PJ reside en la prioritaria necesidad de gobernabilidad que tiene la sociedad. Hasta acusaciones de asesinato, como el triple crimen de la efedrina y la muerte de Nisman, son disculpadas o negadas por quienes temen que Macri carezca de la base de apoyo legislativo, o de las organizaciones sindicales, piqueteras y hasta estudiantiles que le permitan llevar adelante sus planes y superar los caos que le generarán sus opositores.
Otro factor que hizo al Frente para la Victoria Júpiter en materia de corrupción, y al PRO buey, está en el comportamiento de los medios de comunicación profesionales. El exceso de vehemencia en la sostenida crítica de todo lo que realiza el Gobierno, junto a la omisión del mínimo acierto, hizo que muchos votantes, en mayor proporción en aquellos menos politizados, que carecen de la suficiente información como para formarse un juicio propio, pusieran en duda cualquier acusación ante la imposibilidad de discernir sobre ella.
Al revés, a Macri le sorprendió la dureza de las críticas en el Niembrogate de los medios de comunicación profesionales y el efecto electoral que tuvieron. Quizá no ponderó al inicio que, al ser Niembro un periodista profesional y al haber lucrado con la publicidad oficial, su caso llamaría más la atención del periodismo. Y que esas críticas, al provenir de medios que no eran kirchneristas, resultaban verosímiles también a los ojos de los simpatizantes del PRO".
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