A pesar de los numerosos estudios que se han llevado a cabo en diferentes países, sobre todo en los Estados Unidos, desde hace más de medio siglo, no se ha aportado, por el momento, ninguna prueba de que la publicación de encuestas electorales durante el período preelectoral y, en consecuencia, su influencia sobre la formación de la voluntad electoral de los ciudadanos, tengan incidencia en la determinación de los resultados electorales. El resultado de las investigaciones ha sido siempre el mismo, con independencia del método utilizado: encuestas postelectorales, planteando directamente la cuestión a los electores;38 encuestas preelectorales, mediante la técnica del panel; estudios comparativos de diversos grupos de electores, sociológica y políticamente muy semejantes, pero sometidos unos, durante el período previo a la votación, a la influencia de las encuestas y otros no; etcétera.
Esta ausencia de pruebas concluyentes ha llevado a la mayoría de los autores a considerar que las encuestas electorales no tienen incidencia alguna en la configuración de los resultados electorales: producen en el electorado efectos de sentido contrario que, en conjunto, se contrarrestan y anulan entre sí. En este sentido, es corriente escuchar la afirmación de que “los electores que siguen los pasos del vencedor son tan numerosos como los que acuden en socorro del probable perdedor”.
Sin embargo, a nuestro juicio, esta conclusión es improcedente. Si ninguna de las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento han logrado determinar empíricamente la influencia de las encuestas en términos de resultados electorales no es porque tal influencia no exista, sino, sencillamente, porque, en el estado actual de las técnicas de opinión, no pueden hacerlo.
Las encuestas electorales ocupan un lugar destacado en la decisión electoral de muchos ciudadanos; que los efectos que producen en ellos son de muy distinto tipo y de contrario signo; que esta influencia es susceptible de afectar a los resultados electorales; y que no es posible, sin embargo, predeterminar el sentido de esta influencia, aunque ello no eliminar el riesgo de manipulación; en definitiva, que la regulación de esta materia cuenta con una base sólida en la que apoyarse.
Las encuestas electorales son, pues, un importante elemento de influencia sobre las elecciones, y con su regulación se trata de conjurar los peligros que su libre difusión puede plantear a la libertad de voto y a otros principios esenciales de la competición electoral, contribuyendo así al correcto desenvolvimiento del que sin duda constituye el momento fundamental de la vida democrática.
Éste debe ser, además, un dato central a tener en cuenta en el momento de efectuar la interpretación de las distintas normas que integran la regulación de las encuestas electorales".
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