En La Voz, el domingo: "Con su muerte, la conducción de este régimen matrimonial perdió algo importante y algo fundamental.
Lo importante fue el talento político de Néstor, que Cristina no posee: los resultados de esta pérdida están a la vista.
Cristina se ubicó en el tránsito de la democracia autoritaria al totalitarismo. Hay antecedentes. Tanto Benito Mussolini como Adolf Hitler, que llegaron al gobierno por la vía legal, recorrieron ese camino muy rápido, en su fase ascendente. El kirchnerismo, en cambio, lo encara cuando se acerca el final de su ciclo, debilitado y dividido.
En lo inmediato, lo más importante es una actitud de resistencia al avance arrollador del kirchnerismo, que no tiene limitaciones en el Congreso pero las encuentra en una sociedad que respalda y alienta a sus alfiles, los periodistas y los jueces.
Sólo este respaldo genérico, que proviene de la sociedad civil, el periodismo y la Justicia, explica que el fiscal Alberto Nisman pudiera hacer una denuncia de semejante magnitud, dirigida a la cabeza misma del Gobierno.
No sabemos si se sostendrá en términos judiciales. Pero en términos políticos, su efecto fue fulminante. Un golpe a la mandíbula del núcleo gobernante".
En Clarín, hoy: "La denuncia de Nisman golpeó al plexo del gobierno; su misteriosa muerte saca a la luz el lado clandestino del Estado. Sobre eso, hoy vemos la manifiesta incapacidad de Cristina Kirchner para asumir su papel de jefa de Estado, abroquelándose en el más modesto de jefa de facción.
El grupo gobernante está en crisis. Dada su radical verticalidad, la falla del conductor siembra el desconcierto entre los sumisos seguidores, obligados a descartar el análisis político y a seguir a la presidente en sus vaivenes y desvaríos. La militancia de planta ha puesto carteles pero por ahora no se la ve. Su consigna, “ni lo intenten”, es amenazadora pero también defensiva. Podemos suponer que el resto del peronismo cristinista, empezando por Scioli, advierte los riesgos electorales de seguir a un jefe que ha perdido el rumbo, y evalúa alternativas.
Luego de la muerte de Nisman todos nos sentimos amenazados de algún modo. Hasta ahora el problema eran los motochorros, los asaltantes o los narcos; ahora se le teme al gobierno y a su larga y pesada mano.
Quizás este riesgo se limite a las personas con visibilidad, pero no es así. En su loca carrera final, hacia el poder total o simplemente la impunidad, el gobierno parece haber traspasado un límite. Después de exacerbar la violencia verbal, las “palabras que matan” parecen mutarse en muertes reales. Nos preguntamos cuántas armas tienen las “organizaciones populares” subvencionadas, y en que circunstancias estarían dispuestas a usarlas. Es imposible no pensar en 1975.
Entonces se decía que había que llegar a las elecciones “aunque sea con muletas”. Ojalá hubieran podido".
Mientras tanto...
Delitos de uniforme
Hace 43 minutos
0 comentarios:
Publicar un comentario