"El idiota no es idiota por estar en contra. Es idiota por estar en contra de todo, sin importar lo que ese todo sea. No hay discernimiento, sólo importa estar en contra. Se alegra por todos los fracasos y se amarga por todos los aciertos, sin que le importe quién fracasa con los fracasos ni quién gana con los aciertos. Y como es idiota, no se da cuenta de algo peor: quién gana con los fracasos y quiénes pierden con los aciertos. Al ser idiota, está a favor de los que antes estaba en contra, porque cree que si son muchos los que están en contra es más factible que fracase eso a lo que se opone, aunque después vuelva a estar en contra de los que ahora está a favor, como estaba antes, cuando él estaba en contra de ellos porque ellos estaban a favor. El idiota tiene el fanatismo perverso y cómodo de los loros, que repiten, repiten y repiten todo sin pensar, sin cuestionar, sin ver un poco más allá. Si hay que pedir respeto y diálogo insultando y agrediendo, lo hace. Por algo es idiota, no se da cuenta. Si hay que pedir seguridad y festeja el incumplimiento de cualquier ley, lo hace. Por algo es idiota, no se da cuenta. Si hay que pedir respeto esgrimiendo consignas misóginas o discriminatorias, lo hace. Por algo es idiota, no se da cuenta. Si no protestó por las injusticias pasadas pero se queja de los resarcimientos presentes, lo hace. Por algo es idiota y está en contra de todo, sin importar lo que ese todo sea. Además, lo importante para él no es lo que se pide ni mucho menos cómo se pide; lo importante, lo realmente trascendente para el idiota es pedir lo obvio esgrimiendo slogans y frases hechas, porque eso es lo que reafirma su condición de idiota y de estar en contra de todo, sin importar lo que ese todo sea. De lo que no se da cuenta, por idiota, es que es su propia actitud la que lo cierra a obtener el cambio que pide. Su cabeza, llena de idiotez, no entiende que si, por ejemplo, pide por una supuesta falta de libertad de forma pública y libre, sin que nadie le coarte ni reprima la posibilidad de hacerlo es porque realmente hay libertad y es él, empeñado en estar en contra de todo a cualquier precio, el que no se da cuenta".
jueves, 8 de enero de 2015
Los idiotas
Por Sergio Oreste Guiñanez
"El idiota no es idiota por estar en contra. Es idiota por estar en contra de todo, sin importar lo que ese todo sea. No hay discernimiento, sólo importa estar en contra. Se alegra por todos los fracasos y se amarga por todos los aciertos, sin que le importe quién fracasa con los fracasos ni quién gana con los aciertos. Y como es idiota, no se da cuenta de algo peor: quién gana con los fracasos y quiénes pierden con los aciertos. Al ser idiota, está a favor de los que antes estaba en contra, porque cree que si son muchos los que están en contra es más factible que fracase eso a lo que se opone, aunque después vuelva a estar en contra de los que ahora está a favor, como estaba antes, cuando él estaba en contra de ellos porque ellos estaban a favor. El idiota tiene el fanatismo perverso y cómodo de los loros, que repiten, repiten y repiten todo sin pensar, sin cuestionar, sin ver un poco más allá. Si hay que pedir respeto y diálogo insultando y agrediendo, lo hace. Por algo es idiota, no se da cuenta. Si hay que pedir seguridad y festeja el incumplimiento de cualquier ley, lo hace. Por algo es idiota, no se da cuenta. Si hay que pedir respeto esgrimiendo consignas misóginas o discriminatorias, lo hace. Por algo es idiota, no se da cuenta. Si no protestó por las injusticias pasadas pero se queja de los resarcimientos presentes, lo hace. Por algo es idiota y está en contra de todo, sin importar lo que ese todo sea. Además, lo importante para él no es lo que se pide ni mucho menos cómo se pide; lo importante, lo realmente trascendente para el idiota es pedir lo obvio esgrimiendo slogans y frases hechas, porque eso es lo que reafirma su condición de idiota y de estar en contra de todo, sin importar lo que ese todo sea. De lo que no se da cuenta, por idiota, es que es su propia actitud la que lo cierra a obtener el cambio que pide. Su cabeza, llena de idiotez, no entiende que si, por ejemplo, pide por una supuesta falta de libertad de forma pública y libre, sin que nadie le coarte ni reprima la posibilidad de hacerlo es porque realmente hay libertad y es él, empeñado en estar en contra de todo a cualquier precio, el que no se da cuenta".
"El idiota no es idiota por estar en contra. Es idiota por estar en contra de todo, sin importar lo que ese todo sea. No hay discernimiento, sólo importa estar en contra. Se alegra por todos los fracasos y se amarga por todos los aciertos, sin que le importe quién fracasa con los fracasos ni quién gana con los aciertos. Y como es idiota, no se da cuenta de algo peor: quién gana con los fracasos y quiénes pierden con los aciertos. Al ser idiota, está a favor de los que antes estaba en contra, porque cree que si son muchos los que están en contra es más factible que fracase eso a lo que se opone, aunque después vuelva a estar en contra de los que ahora está a favor, como estaba antes, cuando él estaba en contra de ellos porque ellos estaban a favor. El idiota tiene el fanatismo perverso y cómodo de los loros, que repiten, repiten y repiten todo sin pensar, sin cuestionar, sin ver un poco más allá. Si hay que pedir respeto y diálogo insultando y agrediendo, lo hace. Por algo es idiota, no se da cuenta. Si hay que pedir seguridad y festeja el incumplimiento de cualquier ley, lo hace. Por algo es idiota, no se da cuenta. Si hay que pedir respeto esgrimiendo consignas misóginas o discriminatorias, lo hace. Por algo es idiota, no se da cuenta. Si no protestó por las injusticias pasadas pero se queja de los resarcimientos presentes, lo hace. Por algo es idiota y está en contra de todo, sin importar lo que ese todo sea. Además, lo importante para él no es lo que se pide ni mucho menos cómo se pide; lo importante, lo realmente trascendente para el idiota es pedir lo obvio esgrimiendo slogans y frases hechas, porque eso es lo que reafirma su condición de idiota y de estar en contra de todo, sin importar lo que ese todo sea. De lo que no se da cuenta, por idiota, es que es su propia actitud la que lo cierra a obtener el cambio que pide. Su cabeza, llena de idiotez, no entiende que si, por ejemplo, pide por una supuesta falta de libertad de forma pública y libre, sin que nadie le coarte ni reprima la posibilidad de hacerlo es porque realmente hay libertad y es él, empeñado en estar en contra de todo a cualquier precio, el que no se da cuenta".
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