Edu: "Parece sucederle al Gobierno lo peor que le podría ocurrir en un tiempo electoral, donde su destino político está en juego. Su relato naufraga como tantas veces, pero ahora por la corrosión de dos vigas maestras que sirvieron para sostener la estructura construida por Néstor Kirchner y heredada por Cristina.
La política de derechos humanos y la declamada defensa de la soberanía compactaron a una vanguardia intelectual, y también obraron como imán de la simpatía de un importante segmento de la sociedad.
Aquellos dos pilares están sufriendo, desde hace días, una acción desintegradora producto de una marea de críticas frente a las cuales el cristinismo sólo atina a balbucear o prefiere refugiarse en el silencio. La referencia apunta a un par de cuestiones en boga: la controvertida situación del nuevo jefe del Ejército, general César Milani, y el acuerdo que la reestatizada YPF celebró con la petrolera estadounidense Chevron".
Joaco: "Testimonios abrumadores. Constancias escritas hace
casi dos décadas. El caso del general César Milani ha roto la última
frontera de coherencia que el cristinismo había preservado, que era la
revisión del pasado en materia de derechos humanos. Aunque el pasado le
sirvió también para hacer política interna, lanzando falsas acusaciones
contra opositores o críticos, lo cierto es que el Gobierno fue, hasta
ahora, implacable con los militares sospechados de haber violado los
derechos humanos durante la última dictadura.
Quizás el acuerdo con la petrolera Chevron sea
más explicable para el oficialismo que la designación de Milani, aunque
también aquel acuerdo signifique, en los hechos, una inexplicable
contradicción. El Gobierno le concedió a la norteamericana Chevron lo
que le había negado a Repsol en sus últimos años como dueña de YPF. Hizo
lo uno y lo otro (la confiscación y la concesión) en nombre de la
soberanía petrolera. El relato prescinde de la realidad".
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