Se trata de Matías Kulfas, ex director del Banco Nación y ex gerente general del Banco Central, que para recuperar el crecimiento en un contexto de restricción externa plantea como pilares un gran acuerdo económico y social, la producción del conocimiento y un Green New Deal nacional. Y afirma que el aumento de las exportaciones y la sustitución de importaciones de manera genuina deben ser las prioridades estratégicas.
"Hace cuatro décadas que la economía alterna ciclos de expansión y ajuste, con abruptas oscilaciones en la política económica en aquello que el lúcido Marcelo Diamand denominara “péndulo argentino”. La denominada grieta es una expresión simplificada de aquel. Su superación es fundamental para encontrar la senda del desarrollo económico y social", es la tesis fundamental de Kulfas, integrante del Grupo Callao, el think tank que lidera Fernández.
Sus principales ideas las escribió en un artículo publicado por Revista Anfibia, que aquí resumimos en sus puntos más importantes:
*Argentina dejó de ser un país agroexportador hace muchas décadas. La relevancia del sector agropecuario es indiscutible: es la principal generadora de exportaciones y de actividad económica en numerosos pueblos del interior. Argentina se destaca por ser uno de los principales exportadores mundiales de soja, trigo y maíz. Pero el peso de este sector en el PIB es relativamente bajo (en torno al 10%) y su aporte al empleo es muy bajo y tiende a reducirse. El agro argentino hace su aporte a nuestro desarrollo, pero con ello solo no alcanza.
*Argentina es también un país de industrialización intermedia. Suele ubicarse entre los puestos 24 y 29 entre las economías industriales del mundo. No es algo para desdeñar: las primeras 10 economías del mundo explican el 70% del producto industrial mundial, y las primeras 30 concentran el 90%. ¿Qué significa esto? Que estamos lejos de tener un sector industrial avanzado, pero también que producir manufacturas es un fenómeno de pocos países, y Argentina está en ese mapa, en un lugar subalterno y de baja significatividad, pero está presente.
*La industria del siglo XXI es muy diferente a la del siglo XX. Es cada vez más intensiva en conocimiento y en servicios. En esto también Argentina tiene cosas para aportar: actividades de servicios basadas en el conocimiento de alta calidad y con alguna presencia exportadora.
*Pero estos sectores no alcanzan aún para generar esa base para el desarrollo sostenido. Más aún, presentan esa contradicción donde los sectores que generan más divisas por exportaciones generan poco empleo y, al mismo tiempo, los sectores que generan empleos son más demandantes que generadores de divisas. Empezar a resolver esta contradicción es un paso fundamental para encontrar el sendero del crecimiento sostenido y salir de estos ciclos.
*Estas restricciones llevan a plantear la necesidad de implementar un programa macroeconómico y productivo consistente que permita generar un excedente genuino de divisas para garantizar el crecimiento económico y afrontar los vencimientos de deuda externa de los próximos años. Esto implica alinear en tal dirección a las diferentes facetas de la política económica (fiscal, monetaria, cambiaria, productiva y financiera). Una regla sencilla: a quien genere dólares genuinos, se le debería asistir con financiamiento barato en moneda nacional y a plazos favorables.
*No se puede apostar a una recuperación traccionada exclusivamente por el consumo o por el gasto público. Es deseable y necesario estimular una recuperación del salario real, pero este proceso deberá hacerse con sumo cuidado y calibración para evitar que la puja distributiva retroalimente los niveles inflacionarios, que actualmente son más del doble que los registrados a comienzos del gobierno de Macri. Asimismo, en el actual estado de deterioro de la situación de la industria, es probable que los incrementos del salario real no encuentren oferta productiva adecuada, generando una mayor demanda de importaciones y, con ello, de empeoramiento de la delicada situación externa.
*De manera reciente, un grupo de intelectuales y referentes políticos estadounidenses comenzó a hablar de un nuevo New Deal basado en la reconversión tecnológica tendiente a compatibilizar los sistemas productivos con los desafíos ambientales, cada vez más acuciantes. Es hora de que en Argentina empecemos también a hablar de nuestro Green New Deal.
*Pocos proyectos podrían tener un impacto económico y social tan contundentes como el saneamiento de la Cuenca Matanza – Riachuelo donde viven más de 3 millones de personas. El otro espacio fundamental de nuestro Green New Deal son las energías renovables. Si bien se han hecho avances, no los hemos podido aprovechar para fomentar el desarrollo. Tan importante como sembrar molinos eólicos, paneles solares y plantas de generación de energía en base a residuos biomásicos, es generar las tecnologías para hacerlo. Nuestro país tiene capacidad para hacerlo y lo ha demostrado.
*Salir de la grieta es también superar esa falsa dicotomía entre mucho Estado y nada de Estado (una utopía inexistente en la historia del desarrollo económico capitalista) sino en encontrar el mix adecuado entre Estado y mercado y en las estrategias para ganar eficacia en nuestro sector estatal
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3 comentarios:
En líneas generales el planteo se comprende. Una sustitución de importaciones dirigida a dotar recurso tecnológico a las industrias de mayor valor agregado, pasibles de exportacion, es una premisa que nadie osaría contradecir, en una economía global que dice claramente qué necesita y qué no, de los países (a veces lo dice tan claramente que resulta ensordecedor y terminamos no comprendiéndolo. A veces sencillamente nos dice..."no los necesitamos, giles").
La idea de los clusters es interesante pero se han registrado también algunas encerronas que produce, de forma intrínseca (el caso de los pimientos de Almería, España, dejó un tendal de ociosos a poco de empezar por la sobrevaloracion de un mercado y la infravaloracion de la capacidad de respuesta alternativa del resto del mundo; sumado, además, a un desastre ecológico en los acuíferos de ese pais).
En 2002 asistí (como mera tomadora de resumen de esas ponencias para una ong), al intento, por entonces, de trabajar esa idea de los clusters. Los disertantes no eran otros que Paolo Rocca, el Ceo de Volskwagen, el de Sancor y otro capitoste más. Los presentaba la FISFE de Rosario y así como llegaron estos personajes, así se fueron sin dejar impacto. Se hablo de aunar en un polo, la industria estrella y otras muchas subsidiarias (envases, químicas, metalmecanicas, de servicios de logistica, etc.), estas últimas, a ser aggiornadas tecnológicamente vía un sistema de Leasing, el que quedaría bajo potestad y discrecional manejo de la industria madre (fuese ésta la automotriz o la lechera, por ejemplo). Mmmmn....
Poco antes, por la misma ciudad, habían plantado su presencia diputados de la UE y algunos disidentes históricos del planteo Mercosur. El mismo amor, la misma lluvia. La idea subyacente era comprender esto de la asimetría virtuosa: "no se puede armar un organismo monstruo otorgando igualdad simétrica a cada parte", y el ejemplo de simetría perversa era el Mercosur donde un Brasil pujante no podía estar al mismo nivel de mercado que un Uruguay raquítico. Si bien el speach era impecable desde el punto de vista logico, ya hemos visto en qué clase de burbujas productivas derivó la asimetría virtuosa de la UE.
El objeto de mi comentario no es otro que recordar la negativa feroz que estas cuestiones despertaron en el empresariado local de Santa Fe (y si se planteaba en Rosario cabía sospechar que no había tenido éxito inicial en Buenos Aires, presuponiéndose al Interior más abierto - o más cándido -).
En otro orden, como neófita, me siguen despertando dudas los planteos que manijean una preferencia por las puntocom y la agroindustria, porque suelen funcionar como aspiradoras de recursos populares por demanda de los poderosos.
Quizás un día la robótica haya avanzado tanto que podamos deambular desnudos por nuestras calefaccionadas casas, bien atendidos por nuestros autómatas. Pero mientras ese paraiso edénico no llegue, las industrias del vestido y del calzado, por ejemplo, seguirán siendo útiles. Y todas esas otras que rodean nuestro día a día. Siendo que el consumo interno es muy poderoso en este país, me preocupa, y mucho, que no se piense en el consumidor argentino que es garantía de mercado seguro.
Esos avances tecnológicos futuros, esas subsidiariedades virtuosas y cuasi "atenienses", de tan correctas, son proyectos de mediano plazo.
Yo sugeriría pensar en dotar de urgente salto tecnológico a las industrias orientadas al consumo interno. Y con el producido por su robustez, ahí si, dedicarse a lo tecnológico exquisito.
Porque si no, será siempre lo mismo: los ricos demandarán nuestros dineros para posicionar sus invenciones tecnológicas en el mundo y nosotros heredaremos sus deudas.
Las industrias para el consumo interno producen trabajo inmediato. No es poco. Y nadie dice que no es exportable esa producción. Saludos, de Claudia Serra.
Y disculpen si abuso de este blog un poco más para contar otra experiencia.
Me tocó relevar, ya por interés personal, una serie de organismos gubernamentales en la provincia de Santa Fe. Como al llegar desde Buenos Aires no entendia el complejo idioma que hablaban los tipos del campo (sorprende su manejo de química, por ejemplo) me obligué a no mirar otra cosa que el Canal Rural y a visitar cuanta FIAR o feria del ramo alimentario hubiere, cuanta asociación profesional vinculada hubiere. Lo que encontré fue un nivel de micro invenciones altísimo, destacando el INTI y el INTA.
Prodigiosa maquinaria pequeña para siembra y cosecha ¡para terrazas! (ideal para exportación a países como Chile y la región andina donde no hay extensiones llanas); máquinas de reconversión de suelos del tamaño de un hombre, creadas en Tucumán (se sube el agricultor en ella y por hileras va rotando y agregando aditamentos químicos a 30 cm de profundidad en suelo estéril); en Córdoba, una fábrica de baños ensamblados que ahorraban 4/5 de agua por uso de aguas grises; cocinas especiales que usaban cilindros de papel prensado como combustible; viviendas ensamblables en un día; etc.
Todas esas invenciones tenían un sólo problema: la mentalidad de sus productores. No se concebían haciendo lobby para dotar de realidad sus invenciones. Todos esperaban en la quietud, que el Estado los interpelara telepáticamente y les ofreciera contratos por 100, 200, 300 unidades. Ni soñaban con exportar.
Es decir, sobra invención en Argentina. Sólo falta que gente profesional los releve y conecte. Hay nichos de exportación en muchos de esos productos. Y lo vio una neófita como yo. ¿que podría hacer un profesional ante eso? Mucho.
Ahora, si queremos producir aspas gigantes para molinos eólicos.. .Que decir...me rindo. Saludos. Claudia Serra.
Merece ser post, Claudia. YA.
Muchísimas gracias por tu enorme aporte.
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