sábado, 18 de mayo de 2019

Cristina, por la ancha avenida del medio

El sorpresivo anuncio de Cristina Fernández de Kirchner de ir como candidata a vicepresidenta en una fórmula compartida con Alberto Fernández mueve el tablero electoral nacional, aunque principalmente en el peronismo, que sólo concibe ir unido como forma de tener chances de vencer a Cambiemos en las próximas elecciones generales de octubre.
El primer paso serán las PASO de agosto, como etapa posterior a la confirmación de alianzas y listas en junio. ¿En esas internas, competirá la flamante fórmula de ¿Unidad Ciudadana? contra Alternativa Federal o ya habrá llegado la tan declamada unidad? ¿O habrá un nuevo enroque impensado, quizás aprovechándose de algún vacío legal?
Parece que la movida de Cristina es una costosa factura que el país debe pagar con tal de desanudar la interna bonaerense, y ahora se espera que Sergio Massa oficialice su incipiente acercamiento al kirchnerismo y pueda llegar a ser el candidato a gobernador del distrito que contiene el 40% del electorado nacional. ¿Le interesa ese cargo? ¿O su vanidad lo llevará a pensar que -como candidato del peronismo alternativo- recibirá votos del kirchnerismo desencantado?
El otro que deberá definirse es el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, que pasó de obtener una fortaleza inaudita luego de su reelección, a tener que asegurar la supervivencia de Alternativa Federal (ya llamó a reunión para el miércoles), el espacio político más afectado por la jugada de Cristina. También arriesga Ella: ¿su caudal de votos irá linealmente a Alberto F? ¿O está mirando más allá del 10 de diciembre?
Luego de confirmar que será candidata (¿será?) y retomar el centro político -especialmente con vistas a la audiencia del martes por el juicio por la causa Obra Pública-, Cristina confirma las especulaciones luego de su reunión de esta semana en el PJ nacional, cuando les aseguró a los presentes que ella iba a estar en el lugar que fuera necesario para poder formar un ancho frente electoral que pueda derrotar a Macri y a las políticas del Fondo Monetario Internacional (el verdadero respaldo de la campaña de Cambiemos, no sólo financiero).
El kirchnerismo usará como capital las previas críticas de Alberto Fernández a CFK, para despegar su figura y rol de la imagen de Héctor Cámpora, además de enviar un mensaje a los sectores de poder de que un regreso al gobierno no será sinónimo de radicalización y sed de venganza. El mismo AF es un abogado de amplia actuación en el sector empresarial. También, quien acompañó a Néstor Kirchner en los años difíciles de la Argentina, la salida de la megacrisis del 2001. No es Cámpora, sabe gobernar y es dialoguista, insistirán.
Lo que deberá conseguir esta maniobra es resultados rápidos de acomodamientos en el marco de esa prometida unidad. Ya varios gobernadores peronistas, en estas pocas horas, festejaron la fórmula, inclusive el sindicalismo, en la persona de Héctor Daer. Hará falta más, especialmente desde las primeras horas del lunes. La foto será con Alberto F, no con CFK. Para muchos, un alivio.
Sólo esas evidencias explícitas de estructuración de unidad como expresión de robustecimiento de la competitividad electoral contendrá al kirchnerismo no orgánico, ése que respaldó las políticas llevadas a cabo durante los gobiernos K y que sólo reconoce en la figura de Cristina la posibilidad de corregir las gravosas medidas adoptadas por Macri contra la mayor parte de la población argentina.
La duda que crece con el paso de las horas es si Cristina efectivamente estará en la fórmula hoy anunciada. Saber si lo de este sábado shockeante no es, en verdad, el comienzo de un renunciamiento en etapas, ya cansada de tantos ataques, maniatada por el lawfare (¿Se aleja el peligro de encarcelamiento a lo Lula? ¿O se acelera?), y preocupada por la salud de su hija Florencia. "Ya fui presidenta dos veces, no me desvela serlo de nuevo. Estoy para lo que necesiten", les anunció, el martes, a los jerarcas peronistas.
También sería una forma de hacer el último esfuerzo para ampliar realmente su base de sustentación ("un nuevo contrato social") y para que la Argentina la deje atrás, y libere a Fernández, Alberto, de rendirle lealtad en el ejercicio de un eventual nuevo gobierno peronista (de minorías). Antes, deberá mover Cambiemos (con sus propios reclamos internos de cambio de candidato y ampliación del espacio). Antes, sigue faltando mucho y todo puede seguir cambiando.
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