lunes, 13 de mayo de 2019

#Schiarettazo Inédita concentración del poder en democracia

El triunfo rotundo de Hacemos por Córdoba en la elección cordobesa abrirá una nueva etapa en la Unicameral, que será monopolizada por el oficialismo con una mayoría agravada, en una situación desconocida desde el regreso de la democracia.
Aprovechando la división opositora que tuvo un efecto demoledor para el radicalismo en el interior provincial (y que promete devorarse a los díscolos en la próxima Convención Nacional), la lista que empujó la figura de Juan Schiaretti se alzó con triunfos en todos los departamentos, consiguiendo las 26 bancas que se sumaron a las 25 (de 26) alcanzadas a través de la lista por Distrito Único que tuvo como principal protagonista a Natalia De la Sota, la hija del ex gobernador.
Esta nueva mayoría le posibilitaría al oficialismo, si lo requiriese, declarar la necesidad de una reforma constitucional y convocar a una Convención Constituyente sin necesidad de acuerdo con la oposición. También, designar al defensor del Pueblo, modificar el sistema de departamentos, autorizar al Ejecutivo a obtener créditos o iniciar juicios políticos, entre otras facultades.
Ante semejante victoria, Schiaretti, anoche, dirigió mensajes para todos lados. Delimitó un camino y dejó claro que se reconoce como uno de los grandes electores para las elecciones nacionales de agosto y octubre. Sólo por su voluntad, reivindicó la importancia de comprender la elección como un fenómeno local, pero desencapsuló a Córdoba: la corrió de la histórica idea "la isla" y el cordobesismo, para ubicarla en el proyecto de un "peronismo federal, republicano y democrático" que supere "la grieta".
El gobernador también logró que el electorado minimizara el discurso opositor que advertía con ahínco sobre la tentación de caer en los peores excesos asociados a la perpetuidad. Para los cordobeses, no parece ser una problema central. 3 de cada 10 no fue a votar.
A la luz de los resultados, el fuerte programa de obras de infraestructura desplegado tuvo respuesta en las urnas. Por ahora, tampoco parece preocupar que una porción del costo de toda esa infraestructura acumule un stock de deuda en dólares que es una de las bombas en las que poco repara la dirigencia política mediterránea.
Además, el doble control de Provincia y Capital (allí ganó Martín Llaryora y jubiló a Luis Juez) deja al peronismo con la sucesión de 2023 encaminada, aunque no resuelta, ya que además del sanfrancisqueño también competirá el vice de Schiaretti, Manuel Calvo. El Gringo ya no podrá presentarse porque con este turno suma los tres que permite la Constitución provincial.
Surge nítida la figura de Llaryora, quien tendrá un duro examen de gestión en la Municipalidad de Córdoba, aunque todos los peronistas están convencidos de que su meta es ser el sucesor de Schiaretti, dentro de cuatro años. ¿Cómo será esa convivencia en el poder entre los dos nuevos socios políticos?
Schiaretti y De la Sota nunca fueron los amigos que siempre dijeron ser en público. Tenían distintas personalidades y también diferencias ideológicas. Aunque siempre se mantuvieron dentro del PJ, el fallecido ex gobernador militó desde joven en la ortodoxia peronista. A su vez, el actual gobernador inició su carrera política en la izquierda del partido y terminó siendo empleado del Grupo Macri, funcionario de Menem y amigo y socio político de Domingo Cavallo. Ése es el corazón del cordobesismo, que ayer tuvo su jornada de renacimiento, después de la dura derrota legislativa del 2017 ante la (ahora rota) alianza Cambiemos.
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