En Mendoza Post, el martes: "El archivo suele ser implacable, pero muchas veces, además, es injusto. Hacia fines de la semana pasada, el actor Gerardo Romano sostuvo que si Mauricio Macri ganara las elecciones sería como si volviera a gobernar Adolfo Hitler. Inmediatamente, en las redes sociales comenzó a circular un tape de 1989 en donde se lo ve a Romano, junto con otras figuras de la farándula, respaldando la candidatura de Carlos Menem. Es un recuerdo implacable, en parte, porque refleja que todos -sobre todo en lo que hace a cuestiones electorales- nos podemos equivocar, con lo cual quizá convenga hablar con menos certidumbres, no levantar tanto el dedito ni creerse el dueño de la verdad. Pero también es injusto, porque prescinde del espíritu de la época. Menem, por entonces, enfrentaba al radical Eduardo Angeloz quien defendía, explícitamente, un programa de ajuste. Todo el tiempo explicaba que llegaría a la Casa Rosada con un lápiz rojo para tachar todo lo que se gastaba de más. Entonces, era lógico que alguien de trayectoria peronista apoyara a la alternativa propia que, encima, era mucho más ambigua, y prometía salariazo y revolución productiva. Aquella confusión de Romano era razonable: pensar que Menem estaba a la izquierda de Angeloz.
Y es muy oportuno recordarla ahora porque, en algún sentido, la situación se repite. Si se toman como válidos los números de las PASO, hay dos candidatos principales para la próxima elección: Mauricio Macri y Daniel Scioli. Alrededor de Macri, hay economistas partidarios de un ajuste. No todos son así, pero que los hay los hay. Macri ya sostuvo que levantaría el cepo rápidamente, que el mercado tendría gran influencia en la determinación del tipo de cambio y ha tenido intervenciones contundentes en contra de las estatizaciones más relevantes de este Gobierno. Y, del otro lado, está Scioli, que es el peronismo. Y se supone que si es peronista no va a privatizar nada, ni entregarse a los fondos buitres, ni aplastar los salarios, ni aplicar planes de ajuste. Porque, aún si Scioli tuviera confusiones al respecto, el peronismo le va a marcar la cancha, le va a impedir derechizarse. Eso es lo que parece dictar el sentido común.Esa era, exactamente, la lógica del debate en 1989, cuando se confundió Romano, y tantos otros como él.
Esa lógica era más clara aún que ahora ya que, si se lo escucha en detalle a Macri, se verá que es mucho más ambiguo que aquel Angeloz. Y muchas personas, como Romano entonces, creían que Menem era la esperanza y había que apoyarlo porque, de lo contrario, vendría la derecha, el enemigo, los gorilas. Luego llegó Menem y pasó lo que pasó. Muchos menemistas de la primera hora se dieron vuelta, se agarraron de la cabeza y, algunos, incluso lo enfrentaron públicamente. Pero eso no borra su equivocación, menos aún cuando convocaron a la gente a votar por quien luego aplicaría un brutal plan de ajuste que terminaría en la peor crisis de la historia del país".
En Veintitrés, el jueves: "Hay mil maneras de justificar la conformación de la izquierda sciolista. Lo ordenó la Jefa, es la más habitual. Del otro lado está la derecha, es el segundo hit. Néstor nos cambió a todos, y también a él, la variante más mística.
No es algo nuevo, por otra parte. Algunos de los seguidores del flamante revolucionario de la Patria Grande también participaron de los actos que promocionaban la candidatura de Carlos Menem en 1989. Porque era peronista, porque era el candidato que enfrentaba al ajuste de Eduardo Angeloz, porque prometía el salariazo y la revolución productiva. Luego se arrepintieron, cuando vieron lo que su candidato hacía desde la Casa Rosada. En un episodio más dramático, en 1973, muchos militantes votaron por Juan Domingo Perón pese a que ya había evidencias palpables, como la matanza de Ezeiza, de que el general llegaba para reprimirlos.
No está claro que la historia se repita, aunque hay suficientes elementos que aconsejan prudencia frente a todos los candidatos con posibilidades de acceder al poder en el próximo 10 de diciembre.
Sin embargo, Daniel Scioli está logrando vencer la resistencia que aconseja su propia historia.
Así, consiguió que naciera la izquierda sciolista.
La política argentina, como se ve, tiene un costado irónico que no se agota nunca".
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