El diario cabeza del Grupo Prisa (España), soporte de la avanzada en contra de los procesos progresistas latinoamericanos de estos años, considera que las elecciones de hoy en nuestro país marcarán un cambio hacia la derecha.
Tres periodistas del medio español analizan las elecciones que se están desarrollando esta jornada, entre ellos, el argentino opositor al gobierno nacional, Carlos Pagni, que aprovechando la desinformación instrumentada por El País, asegura que en Tucumán hubo fraude, a pesar de los pronunciamientos de la Justicia en contrario.
Carlos Cué: "Argentina fue uno de los primeros países en incorporarse a la época dorada de la izquierda latinoamericana que tuvo como líderes a Néstor Kirchner, Lula da Silva o Hugo Chávez. Todos ellos vivieron los años de bonanza y expansión económica. Ahora, cuando el continente entra en una crisis por la caída del precio de las materias primas, Argentina vota hoy y, gane quien gane, todos los políticos y empresarios consultados pronostican que llega una nueva etapa mucho más centrada y de probable ajuste. Incluso el candidato oficialista, Daniel Scioli, está muy a la derecha de los Kirchner y apunta hacia un giro.
Lo que los argentinos votan hoy es la velocidad de ese giro, pero la dirección parece indiscutible. Si, como indican las encuestas, se hace con la victoria Daniel Scioli, que fue vicepresidente de Néstor Kirchner aunque siempre estuvieron distanciados, ese giro será gradual. Si optan por dar una oportunidad a Mauricio Macri, el candidato más fuerte de la oposición, que sólo puede ganar si logra forzar una segunda vuelta, el giro será mucho más rápido.
Scioli viene del ala más a la derecha del peronismo y fue fichado por el ex presidente Menem, pero mantiene vínculos muy estrechos con los líderes de la izquierda latinoamericana, que han viajado a Argentina para hacer campaña con él, en especial Lula y Evo Morales. No ha acudido el venezolano Maduro, pero Scioli ha evitado cualquier enfrentamiento con él y no ha dicho una palabra de condena por el encarcelamiento del líder opositor Leopoldo López. Macri, que ha suavizado su imagen en busca del voto peronista, está más hermanado con la derecha y tiene buenos amigos en el PP español. Él sí se ha mostrado durísimo con Maduro y ha anunciado que si gana las elecciones reunirá a los líderes de Mercosur para condenar a Venezuela.
Según los sciolistas, el gobernador de Buenos Aires va a inaugurar una nueva era post kirchnerista en la que se va a acercar a una economía más ortodoxa pero sin llegar al ajuste durísimo de Brasil. “Nosotros miramos al continente y aprendemos de los demás. Tenemos dos ejemplos recientes. Venezuela ha seguido con las mismas políticas pese a la crisis y la bajada del petróleo, y ha sido un desastre. Y Brasil ha dado un giro radical hacia el ajuste duro y también ha sido un desastre, político y económico. Scioli va a inaugurar una tercera vía aprendiendo de los errores ajenos”, asegura un sciolista importante".
Alejandro Rebossio: "“Acá la mayoría de los negocios no tiene el Ahora 12”, se queja Analía, docente de 30 años, a su marido Fernando, de 35, que acaba de comprar allí una zapatillas para su hija. En una Argentina con 25% de inflación anual, Ahora 12 es un plan que creó el Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner ante la recesión que sufría en 2014 para que la población pudiera comprar con tarjeta de crédito en 12 cuotas sin interés electrodomésticos, ropa, calzado, materiales para la construcción, muebles, motos, bicicletas, colchones, libros y gafas hechos por la industria local o paquetes turísticos domésticos. Analía y Fernando lo han aprovechado para adquirir gafas, muebles, lavadora y artículos eléctricos. “Vamos a votar a Scioli, pero no por mi situación sino porque se igualó el consumo para todos”, argumenta Analía.
Pero no sólo ese plan impulsa el consumo. “Es clave la caída del desempleo: del 25% en la crisis de 2002 al 6,6% de la estadística oficial, que quizá sea el 7%, pero es bajo”, observa Guillermo Oliveto, de la consultora W. “Desde que empezó el kirchnerismo en 2003, todos los años subió el salario más que la inflación, con la excepción de 2014, el año de la última devaluación. En este contexto funciona Ahora 12, un plan que lo usa hasta el que detesta al Gobierno, la clase media para arriba, y ha servido para fomentar la industria nacional”, añade Oliveto.
“La gente consume porque no quiere tener los pesos encima porque no puede ahorrar ni acceder a un crédito hipotecario”, opina Luciano, contable de 40 años, que sale del centro comercial Abasto de la mano de sus dos hijos. Luciano nunca usó el Ahora 12, dice que prefiere pagar en efectivo y tiene claro que no votará a Scioli: “Él no me desagrada, pero no me gustan los kirchneristas porque son muy fanáticos y autoritarios”. En un año, el programa ha financiado compras por más de 3.000 millones de euros. El crédito al sector privado, que en 2014 creció al 20% en pesos, se expandió en los primeros nueve meses de 2015 al 32% por Ahora 12 y otro plan de financiamiento productivo para empresas".
Carlos Pagni: "Si hoy quiere ganar en primera vuelta, Scioli deberá superar tres grandes dificultades en Buenos Aires, donde él es gobernador, y donde el kirchnerismo ha tenido su clientela principal. La primera es que su administración allí ha sido muy mediocre. La segunda es que la separación de Massa del Frente para la Victoria se produjo en ese distrito. La tercera es que el oficialismo postula en esa provincia a una de las figuras más desprestigiadas del país: Aníbal Fernández, el jefe de Gabinete de Cristina Kirchner. Fernández es sospechoso de tener vínculos con el narcotráfico, lo que motivó, entre otros, un movimiento subterráneo contra él de parte de la Iglesia.
El descrédito de Fernández imprime otra excentricidad a esta elección. Si se tratara sólo de una competencia entre él y María Eugenia Vidal, la candidata bonaerense de Macri, el peronismo gobernante tendría una inédita derrota. Pero el sistema electoral trabaja a favor de Fernández: el voto se emite a través de una boleta en la que figuran todas las categorías. Los que quieran votar por Scioli, pero no por él, deberían cortar la papeleta. Muchos lo harán, pero es improbable que sean suficientes para causarle la derrota. Para compensar su déficit en Buenos Aires, Scioli debe acudir a la otra gran cantera de votos del peronismo: las provincias del Norte. En esa región, donde el empleo público y los subsidios determinan el voto, él ya obtuvo en las primarias una ventaja sobre Macri de 6,3% de la elección nacional. Si la conserva, Scioli debería festejarlo, porque el oficialismo ha protagonizado allí algunos escándalos costosos, como el del fraude en los comicios provinciales de Tucumán.
Los últimos sondeos detectaron algunas brisas a favor de Macri. Todos coinciden en que llega a las urnas con 31% de los votos, gracias a que Massa y Stolbizer pierden un par de puntos. Y que el porcentaje de Scioli sigue fijo. Si estos pronósticos se verificaran, la disputa por la presidencia pasaría al 22 de noviembre. Las elecciones argentinas tienen dos singularidades que se destacan sobre las demás. Con ellas comienza el final de una experiencia extraña: un grupo con ensoñaciones hegemónicas debe abandonar el poder porque su líder, Cristina Kirchner, no consiguió reformar la Constitución para habilitar una nueva reelección. Esa paradoja es inusual, sobre todo cuando se la examina contra el telón de fondo que ofrecen la Bolivia de Morales, el Ecuador de Correa o la Venezuela de Maduro.
La vida pública argentina tendrá otra configuración: nadie podrá gobernar sin acordar con sus rivales. Recobrará protagonismo, por tanto, un sujeto ausente durante el ciclo kirchnerista: la oposición. La otra novedad es que la ola de bonanza sobre la que los Kirchner montaron su ensayo populista está agotada. La presidenta dejará una economía con el 25% de inflación, un déficit fiscal del 8% del PBI y un Banco Central sometido a una acelerada caída de reservas. Una de las razones por las que la elección no está más polarizada es que, salvo el trotskista Del Caño, todos los candidatos admiten la necesidad de un ajuste. Por lo tanto, si Scioli es elegido presidente, Argentina estará ante un experimento nunca visto: por primera vez el peronismo deberá pagar la cuenta de su fiesta distributiva".
domingo, 25 de octubre de 2015
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