jueves, 8 de octubre de 2015

Agredida en la escuela por ser militante

"Mi compañera me cuenta que hoy en la escuela lloró. Lloró de dolor e impotencia frente a las agresiones recibidas por sus compañeros de curso y sostenidas por la docente. En varios cruces de palabras, fue agredida por ser militante, fue tildada de vaga, ladrona y hasta el absurdo de responsabilizarla por los muerte de Nisman. Sin palabras.
En menos de un módulo, toda la ira que un sector opositor al gobierno nacional siente a diario por la Presidenta fue descargada sobre esta pequeña militante. ¿Quién aguanta sin que se le escape una lágrima?
Esto no comenzó hoy, pero seguro hoy fue el día que más dolor sintió ella. En cambio, frente a las agresiones, los invitó a conocer la copita de leche, a conocer la huerta, el taller de artes o las diferentes actividades que realizamos... Claro que a palabras necias, siempre los oídos son sordos.
Cuando explotó en llanto, la docente le dijo: "Quedate tranquila que vos no sos así". Pero es imposible quedarse tranquilos con este tipo de respuestas. Quizás esa docente se vio superada por la situación, quizás también opinaba como sus alumnos. No importa. Lo que verdaderamente importa es el rol que muchas veces ocupa la escuela como institución educadora.
La escuela que desconoce su organización política, que parece desconocer la definición política que sostiene su proyecto institucional. La misma, cuyo cuerpo docente es representado por una organización sindical y defendido por un cuerpo de delegados elegido por sus propios miembros, esa escuela formada por docentes y directivos que en cada acto electoral son autoridades de mesa o de escuela.
Esa misma escuela, lejos de promover los valores de la participación democrática estipulados en nuestra ley máxima, la Constitución nacional, niega la participación política. Esa misma escuela incumple la normativa que regula la creación de centros de estudiantes en todos los niveles educativos de la educación provincial. Desconoce que los jóvenes desde hace más de una década volvieron a comprometerse con la participación, porque el compromiso y la participación son partes de la política (la participación en el club, en las cooperativas impulsadas por la escuela, en la iglesia, en el ámbito cultural, en la política partidaria).
La sociedad, sin lugar a dudas, no es la misma que hace 15 años parió mi adolescencia. Pero parece que en la escuela ese cambio está pendiente (en algunas, otras son vanguardia en la materia). Mientras tanto, mi pequeña compañera, a su corta edad, es grande. Muy grande. Sé que vino a este mundo para hacer cosas grandes. Se impone. sostiene sus posturas. Impulsa el diálogo. Se forma. Se conmueve con el dolor del otro. Ayuda. No se doblega. Como hoy, que dejó pasar la bronca, se secó las lágrimas y dijo: "Mañana voy a hablar con la directora, esto es una injusticia"".
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