Martín Rodríguez: "¿Hay algún lugar al que LC haya llegado con votos? ¿Cuál es su proyección dentro del movimiento estudiantil? ¿Hay algún sindicato de ramas sustitutivas de la economía en el que se haya proyectado una militancia sindical camporista o, en su defecto, kirchnerista? ¿Tienen militancia sindical? La respuesta es no. ¿Hay algún intendente como el joven Mussi o Insaurralde que sea camporista? La respuesta sigue siendo no. Los intendentes de Unidos y Organizados se reportan con De Vido y conforman ese espacio llamado Los Oktubres. No son cámporas.
¿Tuvo alguna vez LC una estrategia electoral? Lo que sí tuvo fue la influencia privilegiada para el cierre de listas, en las biromes de 2011 y 2013. Estuvieron presentes más en las decisiones electorales que en los encabezamientos electorales (aunque se aseguraron lugares). Tuvieron más que ver con la decisión de colocar frente a Massa un Insaurralde, que con construir su propio MI. La mayor base militante camporista, donde tienen comuneros, es en la CABA, distrito donde el macrismo gobierna y podría hacerlo varios períodos más. Síntesis: La Cámpora es un fenómeno social de participación, no de representación. Los que quieren a LC participan en ella, son “militantes”. Pero carece de electorabilidad. Militancia y Palacio es su síntesis, pero nunca tuvieron la tarea de juntar votos, de llenar urnas.
Descifrar su futura estrategia electoral contiene un enigma: descifrar la estrategia electoral del kirchnerismo en conjunto. Lo que, a su vez, tiene una pregunta interior: ¿Qué quiere CFK? Misterio. Muchos analistas y consultores K se espantan ante la inevitabilidad de Scioli. “Si el kirchnerismo ya tiene el piso 33%, ¿qué es lo que realmente agrega Scioli, que es menos de lo mismo, no más de lo mismo?” es su lógica. Tanta matemática te matará. El kirchnerismo es una minoría que condujo con billetera, ideología, voluntad, mito y fantasía, todo junto, o en partes, al resto mayoritario del peronismo. Si uno recorre provincias, ciudades o regiones, las que se nos ocurran (Tucumán, Mendoza, San Juan, Córdoba, Salta, Santa Fe, ¿Santa Cruz?, Bahía Blanca, Mar del Plata, etcétera) y se pregunta dónde está el kirchnerismo, la respuesta es que no está, es que hay un peronismo local que se acopla a la conducción nacional, pero la identidad prístina no existe, es débil, minoritaria. Cristina no, pero muchos kirchneristas viven su ficción capitalina. Y la suma de votos viene de un furgón brumoso al que nunca indagan. Los votos llegan, lejanos. El relato es un bosque ideológico sin árboles concretos.
En Desarrollo Social recién ponen un pie (alambrado por Alicia Kirchner), en Transporte sólo mantienen la gestión de la línea de bandera, con todo lo simbólico que AA podía tener, pero cuyos usuarios no responden al patrón del votante kirchnerista. Randazzo es quien gestiona el modo en que viajan los pobres, la clase media y los laburantes en general. Recalde no.
En síntesis: La Cámpora debe demostrar que también llega adonde llega con votos, que trasciende su “fenómeno” de participación. Algunos de sus dirigentes, más ligados al PJ como De Pedro y Ottavis, ven ese déficit: no tienen intendentes, ni sindicatos. Es cierto, como dijo José Natanson, que no se juntan cuarenta mil jóvenes en un estadio con contratos, hay algo más. Pero veamos en este atardecer la configuración de lo político: los pobres intensifican su identidad política en el municipio a través de las políticas sociales, y la clase media, media-alta, con la inseguridad también territorializa su visión política. Inseguridad, policía, asfalto, cloacas, medio ambiente, además de bolsillo. ¿Entonces? La política se hace más territorial, más municipal. El riesgo de este municipalismo es perder visión de Nación, pero ese discurso de empoderamiento, de gobierno local, típica prosa del Banco Mundial, es incómodo pero tiene alguna verdad. De hecho, son palabras que usa la Presidenta. La militancia es reacia a lo electoral, ve en eso el “mercado” de la política. Hoy, el lugar de un Rucci, Vandor o Lorenzo Miguel lo ocupa el intendente de La Matanza, de Tigre o Avellaneda. El peronismo pasó a colocar la columna vertebral de su movimiento (que era el sindicalismo) en las intendencias. Ir de lo micro a lo macro, de lo particular a lo universal, del barrio al mundo. Ese camino lento. En la democracia, los votos también dicen cuanto valés".
María Esperanza Casullo: "La Cámpora se enfrentará en 2015 a una coyuntura especial, ya que por primera vez desde 2003 no habrá un Kirchner en la boleta presidencial. Queda entonces la pregunta de qué hará luego de 2015 la agrupación que plantea que su primera y única obligación es con Cristina Fernández de Kirchner y su hijo, Máximo. En gran medida, la respuesta a este interrogante dependerá de las decisiones que tomen madre e hijo. Sin embargo, vemos tres trayectorias posibles para esta agrupación.
Dispersión y disolución dentro del PJ. En este escenario, La Cámpora seguiría un camino muy similar al del cafierismo. Si el próximo presidente es un peronista o kirchnerista (ya sea Scioli o Randazzo, o inclusive podría pensarse esta trayectoria con un Massa presidente) los incentivos aumentarán para que los camporistas ingresen a la nueva gestión, dejando simplemente sus anteriores lealtades en el olvido. Esta trayectoria, por supuesto, será aceptada en un partido en el cual un joven cafierista pudo ser luego ministro emblema del menemismo, y en donde ex menemistas y ex duhaldistas se convirtieron sin problemas en kirchneristas de fuste.
Éxodo del PJ. Otra posibilidad es que Cristina Fernández de Kirchner y su hijo se declaren desencantados de un “giro a la derecha” encabezado por un presidente como Scioli. En este caso, La Cámpora podría convertirse en un partido equivalente al PI de Oscar Alende o, más cercano en el tiempo, al EDE de Martín Sabbatella. Esta posibilidad es ciertamente posible, sin embargo, no parece compatible con una historia personal de los Kirchner signada por el mantenimiento (aún con fricciones) de una adscripción peronista.
Agrupamiento y espera. Otra posibilidad es que CFK y Máximo decidan que La Cámpora no va a abandonar al PJ pero que tampoco “va a jugar” en 2015 y que va a esperar a 2019. En este caso, el kirchnerismo apuntaría a convertirse en una corriente interna del peronismo, con la intención de disputar el poder y, tal vez, volver a conducirlo. Esta posibilidad no es irracional, dado que la mayoría de los dirigentes camporistas son jóvenes, en términos políticos. El desafío en esta estrategia, obviamente, es que la dirección política tenga capacidad de retener a la militancia, o sea, que no se produzca el escenario de dispersión que mencionamos antes. Para esto, será central que La Cámpora pueda ganar en 2015 algunos distritos provinciales o municipales y cargos legislativos, de manera de poder nuclearse allí. Esta estrategia, recordemos sería similar al derrotero del propio Néstor Kirchner desde la gobernación de la remota Santa Cruz".
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