En su línea de que todo lo que haga el gobierno está mal (justo en sintonía con la línea patronal del Grupo al cual brinda servicios), Madze pronosticó que lo del Club de París era un fracaso total (no fue el único periodista opositor a la administración K que cayó en esa tentación cacerola).
Pero quedémonos con el entrañable esposo de la profesora de inglés de Repsol.
El 7 de febrero deseaba: "Alejandro Bulgheroni convocó a una reunión de técnicos y empresarios para tratar la situación. Fue en su casa y ahí se habló del futuro de Kicillof.
El ministro está al tanto de todos estos movimientos políticos contra su permanencia en el cargo.
Hace unas jornadas reunió a su equipo y convocó a economistas de confianza del CENDA, su centro de estudios.
Ahí blanqueo la situación y fue terminante en una definición. Así lo dijo: “Tengo todo el apoyo de Cristina”.
Pero se vio a un equipo muy superado por los acontecimientos y con mucha soledad política. Kicillof fue atrás de los acontecimientos con la devaluación y esta semana tuvo que tragarse varios sapos. El Banco Central le dobló el brazo con la estrategia monetaria y el aumento de las tasas. Juan Carlos Fábrega también impuso su criterio, al disponer la medida que obliga a los bancos a reducir la tenencia en activos externos.
La astuta decisión aplacó el mercado de cambios. Pero es una jugada de coyuntura, que no resuelve el problema de fondo.
Kicillof viene golpeado por su malogrado viaje al Club de París.
Clarín confirmó que el plan que llevó consiste en tres acciones: 2.000 millones al contado; el resto en bonos argentinos; y una inmediata reapertura de los préstamos de proveedores para la Argentina. Así, pretendía entregar una promesa de pago a cambio de la reapertura de líneas de crédito destinadas a financiar la compra de combustible y aliviar el frente externo.
Pero Ramón Fernández, el titular del Club, desacreditó la iniciativa. Primero dijo: “La Argentina, como miembro del Club de París, debería saber que no aceptamos bonos como parte de pago de deudas en default”. Y siguió: “Los créditos a proveedores, la Argentina tiene que negociarlos con cada país acreedor y no con nosotros”.
Kicillof se quedó mudo".
El que no se quedó mudo fue Madze, que a pesar de que la realidad del acuerdo entre Argentina y Francia le jugó una mala pasada, ahora insiste en que Kici es un desastre y se juega las fichas por la sabiduría del viejo Fábrega.
Ayer, garabateaba también en Clarín: "Juan Carlos Fábrega cuestionó la inactividad de Axel Kicillof y en las últimas semanas se quejó frente a la Presidenta por lo que calificó como incapacidades del ministro de Economía. En una reunión secreta en la Quinta de Olivos el titular del Banco Central lanzó una advertencia: “Yo ya hice mis deberes. Frené la corrida y ganamos tiempo.” Pero después alertó por la poca reacción de Kicillof: “ Ahora el que tiene que hacer su parte es Axel y no avanzó nada en su gestión.” La primera advertencia ocurrió en los últimos días de febrero, pero Fábrega volvió a insistir en sus preocupaciones antes del viaje de Cristina a Francia.
Fábrega es consciente que la calma del mercado cambiario –por el aumento en la tasa de interés– tiene un límite y que el Ministerio de Economía dilapida la tranquilidad transitoria que –estima– duraría hasta mediados de año.
Por eso, frente a Cristina, el banquero criticó a Kicillof por la ausencia de una política antiinflacionaria seria y la falta de medidas de corrección fiscal que reduzcan la emisión monetaria.
También le objetó al ministro la lentitud y la falta de pericia con la cual se mueve en el frente externo. Cristina necesita la vuelta al endeudamiento externo para llegar al 2015 y hasta ahora Kicillof ni siquiera pudo normalizar los desembolsos del Banco Mundial frenados a pesar de los múltiples anuncios y concesiones a Washington. En noviembre se anunció la normalización de los créditos, pero hasta ahora el BCRA pierde reservas por pagar vencimientos que el Tesoro de Estados Unidos no permite renovar.
El Club de París es otro caso: recién en 60 días se haría la primera reunión formal para tratar de encarrillar un tema fácil. Sólo la impericia de Cristina hace que el problema no haya sido resuelto durante una década.
Kicillof la pasó muy mal después del primer embate de Fábrega, a final de febrero.
La Presidenta lo zamarreó en Olivos frente a testigos, pero al final trató de protegerlo de la despiadada interna cuando dijo en público: “Es chiquito, pero cumplidor.”
El embate de Fábrega contra Kicillof es vox populi entre financistas y economistas. Fue confirmado por los máximos banqueros durante dos reuniones secretas que se hicieron en la city".
Entre aquel 7 de febrero y este 21 de marzo, Madze también le dio a la maquinita de imprimir falacias.
El 14 de febrero, ratificó que Kici "tuvo un traspié en su gestión con el Club de París".
El 21 de febrero y el 7 de marzo se dedicó a armar una opereta de que Kici y el gobierno apretaban a los pobres empresarios. Obvio, con un "Hasta ahora Argentina no avanzó ni con el Club de París ni con el FMI. El fallo de la Corte de EE.UU. a favor de British Gas refleja el ambiente adverso de los jueces contra el país", a favor de su tesis de que el país no iba a acordar con los franceses.
En el medio, el 28 de febrero, tipeó sobre "la inconsistencia del relato oficial y el doble discurso de Kicillof", decorada con "reuniones secretas" por doquier. Ah, y apostó nuevamente por su vaticinio: "El Gobierno promociona un virtual acuerdo con el Club de París, pero la realidad es otra. Ramón Fernández, el titular del organismo, fue muy claro en la reunión que mantuvo con Kicillof: rechazó la oferta argentina por no reunir las condiciones mínimas que requiere una negociación internacional".
El viernes pasado había decidido cambiar de blanco. Sus dardos apuntaban al juez Oyarbide. Aunque no pudo contenerse y le dedicó el último párrafo a su fijación: "El Gobierno quiere culpar a los empresarios de la inflación que genera la mala política de Cristina. Pero esa apuesta es una pésima estrategia, como se deduce del informe que le presentó Juan Carlos Fábrega a la Presidenta. El titular del Banco Central insiste que sus medidas “lograron ganar tiempo”. Pero se quejó duramente ante la Presidenta de una cuestión central: la inacción política de Kicillof para reducir el déficit y atacar la inflación".
sábado, 22 de marzo de 2014
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