Eduardo van der Kooy (Clarín): "Luego de procesar el mal trago durante doce días la Presidenta se lanzó a intentar remendar la agenda de los reclamos populares. Hubo un giro en su discurso sobre la inseguridad. Hizo todas las actualizaciones salariales por vía tributaria.
¿En que consistiría ahora el cristinismo duro y puro? En la presencia de La Cámpora, que caló en los pliegues del Estado. En un residual del herrumbrado frepasismo, que avizora el final de su ciclo histórico iniciado en los 90. En algunos segmentos –no todos– de los movimientos sociales (hay divisiones en Unidos y Organizados) y de las entidades de derechos humanos. ¿No están los dirigentes de la CGT oficial? Están, es cierto, porque no tienen ahora otra vereda y el giro de Cristina los volvió a oxigenar".
Emilio Marín (La Arena): "La derrota sufrida por el gobierno en las primarias todavía le duele. Y uno de los signos más evidentes es que en su marcha, desde entonces, va en una y otra dirección, zigzagueante, como si estuviera ebrio. Y no es el alcohol. Es la política.
La pelea interna está abierta en el gobierno y no tiene un final claro. Algo debería hacer reflexionar a quienes impulsan el proyecto más punitivo: el apoyo ferviente de Macri y Francisco de Narváez. Es como para que esos kirchneristas que alguna vez tuvieron posiciones progresistas se pregunten: "si la derecha más antidemocrática me apoya, quiere decir que algo mal estoy haciendo"".
Ignacio Fidanza (La Política Online): "Cristina es una política profesional y contra la pared tomó nota de la novedad. No hay día que pase sin que tire lastre por la borda: Ganancias, giro en el discurso sobre la inseguridad, suba de facturación para monotributistas, fondos para obras sociales sindicales, diálogo con gremios y sindicatos.
Se podrá argumentar que las respuestas son insuficientes, acaso mal formuladas o cínicas, pero el giro es evidente. Y ese es el dato mas alentador para despejar los temores no ya de un golpe, sino de una crisis de gobernabilidad, que nadie sensato o bien intencionado quiere. Es decir, la enorme mayoría de los argentinos".
Claudio Fantini (La Voz del Interior): "Lo más desconcertante es el cambio en el mensaje de Cristina. Pasó de proponer “la profundización del modelo” a pedir que la dejen terminar tranquila en 2015. Primero, lo dijo Daniel Scioli (“este gobierno debe terminar lo mejor posible”) y el país pensó que hablaba por cuenta de su ambición personal. Pero luego salió de la boca de la propia Presidenta: “Quiero llegar tranquila a 2015”. El “vamos por todo” ahora suena a “no vengan por mí”. Decodificada, la propuesta de la mandataria a los empresarios parece decir: yo no profundizo el modelo, pero ustedes no bombardeen lo que queda de él, imponiendo una megadevaluación".
Carlos Salvador La Rosa (Los Andes): "Una cosa es girar ciento ochenta grados lo que pensaba de Bergoglio cuando lo hicieron Papa, pero otra es aceptar que sus candidatos deban ir, mansitos, a los medios de comunicación y hacerse entrevistar por periodistas que, según Ella, están manchados con sangre, pero que los votantes siguen leyendo, mirando o escuchando".
Hernán Dearriba (Tiempo Argentino): "Luego del zig-zag inicial, que amenazaba con coronar un giro a la derecha de dudoso impacto electoral, parece haber primado la prudencia y será difícil que llegue al Congreso algún proyecto del oficialismo que se limite a bajar la edad de imputabilidad de los menores. Los mismos que reclamaban apertura y debate analizaron esa discusión como una interna desatada al calor de la derrota y el fin de ciclo. Sin embargo, son varias las cuestiones en las que el kirchnerismo está lejos de tener una posición monolítica y da el debate abiertamente. Para muestra basta la polémica en torno de la interrupción del embarazo y la ley de glaciares".
Dudas: las empresas periodísticas y paraperiodísticas que antes eran amigas del gobierno y ahora son enemigas acérrimas, ¿también pegaron un giro? ¿Y los que antes eran enemigos y ahora son obscenamente chupamedias del gobierno nacional? ¿Es de pragmáticos e incoherentes pasar de tener 2 voces a decir que la de ahora es la propia, por ejemplo?
Y peor: los que hoy prestan sus servicios intelectuales al kirchenrismo, ¿girarán cuando otro sea el patrón ordenador?
Pienso: cuando todo acabe, ¿Orlando cambiará de pulóver?
2 comentarios:
Desde dónde escribe Pagni? Ya está en la cárcel?
Se compraron un búnker con García.
El Tata dijo que llevaba las chicas.
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