viernes, 8 de abril de 2016

#MacriImputado "No es lo mismo"

La reticencia de Clarín a poner la palabra "imputado" en la tapa de hoy marca un poco el clima que se vive en Cambiemos o que por lo menos exteriorizan en su relación con las audiencias en medio del escándalo de los Panama Papers que ya se llevó puesto al primer ministro de Islandia y está por hacerlo nada más ni nada menos que con el primer ministro inglés, David Cameron.
Desde el primer momento, el miedo de los asesores de Macri fue que se lo viera similar a Fernando De la Rúa, de ahí que Durán Barba haya pensado los DNU y los avasallamientos contra diferentes organismos del Estado en diciembre para fortalecer la imagen de autoridad del primer mandatario.
En la lucha que el macrismo decidió darle al Panama Papers con las prisiones de ex funcionarios y empresarios kirchneristas, la pelea es despareja: la investigación internacional que encontró las cuentas secretas del Presidente en paraísos fiscales promete ser implacable y la citación a CFK el miércoles parece quedar muy lejos, aún si el juez Claudio Bonadio se animara a meterla presa.
La pelea de anoche de Pignanelli con el profesor de vóley, Fernando Iglesias, y el lilito Fernando Sánchez es sintomático de la desesperación amarilla y la incomodidad massista (¿oportunidad?) de tener que bancar a un jefe de Estado al que fuera del país le dan pocas chances de seguir sobreviviendo en el cargo (quizás una exageración).
En este contexto, los voceros mediáticos de Cambiemos vienen repitiendo desde hace unas semanas que no es lo mismo la corrupción K que la macrista, asignándole a aquélla una gravedad y desproporción que la del gobierno actual carecería, además de una diferenciación cualitativa: alguien llegó a enojarse cuando compararon a Lázaro Báez con Nicky Caputo.
"No es lo mismo", es la respuesta. "No todo es lo mismo", es la variante. "No porque Macri esté involucrado en los Panama Papers, Báez es más bueno", llegó a razonar Santiago del Moro en una de estas noches de Intratables, como si se sintiera incómodo al tener que hablar de la corrupción macrista con la misma pasión para hacerlo de la K.
"No somos todos iguales", aseguró Macri ayer en la conferencia de prensa sin preguntas que dio en la Casa Rosada. "Estoy muy tranquilo, he cumplido con la ley", agregó, en una semana complicada para él, durante la que hasta fue agredido físicamente en Córdoba.
"Yo no soy corrupto como los K. Yo no me escondo como los K, doy la cara", parece rogarle Macri a la sociedad. Clarín intenta de hacer lo mismo desde su tapa hoy, mitigando la imputación de la Justicia y subrayando más que Macri casi como que obliga a la Justicia a investigarlo (una maniobra similar llevaron a cabo cuando estalló el escándalo de las escuchas ilegales en CABA).
"Un sector de la sociedad puede suponer, si no se detiene en las diferencias, que todos los políticos, nuevos o viejos, de derecha o de izquierda, terminan gobernando para sus propios intereses (o para sus propios bolsillos). El acorralado kirchnerismo está, a su vez, interesado en propagar lo mismo, en crear la certeza colectiva de que, en todo caso, Macri es tan corrupto como el matrimonio Kirchner", salió en defensa del Presidente Joaquín Morales Solá, el miércoles, en La Nación.
Ese mismo día, el oficialismo más Massa protegía  Macri en el Congreso y en Clarín se quejaban: "En plena efervescencia de la investigación a estos emblemas del dinero K, aparecieron los Panamá Papers. Los K vieron la oportunidad de mostrar que todo es igual en la política y que lo importante es el lugar que se elige para enchastrarse".
"Es una pena que una circunstancia como esta sea aprovechada para transmitir a la sociedad la imagen de que todo es lo mismo y, fundamentalmente, que se hayan sacado energías nacionales de la única obsesión que debe perseguirnos: dejar atrás tanta miseria, tanto aislamiento, tanta mentira y tanta frustración. Frustrar una esperanza puede ser el vehículo que muchos vean para salvarse ellos. La sociedad, una vez más, debería ser lo suficientemente perspicaz como para advertir la maniobra. Y el Presidente, lo bastante valiente como para decir la verdad y seguir apostando a que la gente le crea. En esos valores inasibles que muchos —Macri, entre ellos— han definido como “confianza” se halla el secreto para que los años que vienen sean mejores y no peores", arengó Mira en Infobae.
Hoy, Laborda, en La Nación, advierte: "Cuando era vicepresidente de la Nación, en el año 2000, a "Chacho" Álvarez, en medio de sus diferencias con el presidente Fernando de la Rúa, se le atribuyó la frase "Si no podemos darle pan al pueblo, debemos darle presos", en referencia al ex titular del PAMI Víctor Alderete, condenado más tarde por fraude contra el Estado. Sería un error garrafal de Macri seguir ese adagio".
Y Blanck, en Clarín, vuelve al "no todo es lo mismo": "La situación provoca ruido en la línea siempre sensible que une al Presidente con la sociedad. De ese ruido trata de hacer música el ultrakirchnerismo, pretendiendo que el tropiezo de Macri puede igualarlo con la cloaca de corrupción que se abonó durante los gobiernos de Néstor y Cristina y que tiene presos a Lázaro Báez y Ricardo Jaime, para empezar a hablar.
El argumento del cambalache generalizado y sin distinciones puede calmar por un rato a las sobresaltadas almas de la feligresía de Cristina. Y sobre todo intenta servir de camuflaje para que puedan pasar un tanto desapercibidos los responsables de tanto saqueo al Estado".
Aunque finalmente también avisa: "Cinco días después de estallado el escándalo global Macri está imputado en la Justicia. Es una indigestión, más política que judicial, de la que Macri tardará tiempo en aliviarse. Y eso, si no aparece ninguna otra mala noticia en el horizonte".
#PanamaPapers
Posted by ES Fotografía on jueves, 7 de abril de 2016
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