De quejarse porque la Argentina no tenía un ministro de Economía poderoso que subordinara a la política, como en épocas doradas cavallistas, a fantasear ahora con un ministro que desborda su ministerio. Por lo menos, abandonaron aquellas prácticas segregacionistas de fustigarlo por ser marxista (lo de keynesiano vino después, sin solución de continuidad) y judío. Un quilombo. Inadmisible para la Argentina blanca que lee La Nación y sueña con la massita que vendrá a hacerle pagar menos impuestos. Como siempre fue y debe ser.
Bueno, la cosa es que ahora Axel es el superministro (¿le llamarán SúperK?) que tiene llegada directa con CFK y MK, es de La Cámpora (bah, por ahí. ¡No nos vamos a poner a explicar la cuestión!) y se comió al pobre de Coqui.
"El ministro de Economía ganó peso en el Gobierno no sólo porque se reúne casi a diario con Cristina Kirchner. Además logró designar a gente de su extrema confianza en el Banco Central, Ministerio de Agricultura, Cancillería e YPF. También a funcionarios de su entorno como directores por las acciones que tiene la ANSeS en compañías", espanta Canosa.
"Esta semana, sin ir más lejos, Capitanich dijo y se desdijo sobre el aumento en el impuesto a los Bienes Personales. Anunció que se mandaría un proyecto de ley al Congreso y después tuvo que digerir en seco la rectificación del superministro de Economía, Axel Kicillof, a quien la Presidenta ahora parece haberle prestado el mazo para que reparta las cartas por un ratito", ayuda a construir uno de los Generales de Magnetto.
"En sus charlas matinales con la prensa esquivó el creciente escándalo en torno del viaje de fin de año de Ricardo Echegaray a Río de Janeiro y el abrupto final para el ensayo impositivo con los Bienes Personales. Prefirió rendirse frente al comunicado de Axel Kicillof, que sepultó el proyecto, luego de entrevistarse con la Presidenta.
El ministro de Economía acaba de asomar como la nueva voz autorizada del poder.
Habrá que ver cuánto le dura. Debería reparar, antes de envalentonarse, en lo que le ocurrió a Capitanich. Kicillof venía de la oscuridad en que había sido atrapado por la crisis energética. La cara debió ponerla en la emergencia Julio De Vido", complementa su secuaz holandés.
Verón repite en La Nación: "Esta semana, obligada por las internas, Cristina terminó terciando a favor del ministro de Economía, Axel Kicillof, que le ganó la pulseada a Ricardo Echegaray y se consolidó por primera vez en su cargo como la única voz oficial en materia económica. Dejó incluso al jefe de Gabinete en una situación por demás incómoda, sin poder opinar más sobre el proyecto oficial para modificar el pago del Impuesto a los Bienes Personales".
Di Lorenzo, en Perfil, presenta a AK como arrollador: "En la Casa Rosada, señalan: “Axel, lo que quiere es tener dentro de su órbita la recaudación impositiva y el control de la Aduana, y ya no acepta más las pifiadas de Echegaray”.
Los hechos de las últimas semanas parecen haber acelerado una eventual salida de Echegaray. Dentro del Gobierno su único capital es ser el blanco de las notas del Grupo Clarín.
“Está claro que Axel quiere tener todo el control de lo que se recauda, cómo se recauda y de lo que ingresa y sale del país. Y esa idea no es compatible con el estilo de gestión que tiene Echegaray”, agregó el mismo funcionario del Ministerio de Economía. Por el momento nadie quiere hablar de plazos para esta movida, a pesar que en la semana sonaba como inminente, aunque se estima que podría concretarse sobre el cierre del primer trimestre del año".
Sin embargo, el dr. Hubris matiza: "Axel Kicillof lucha por acrecentar su poder. Hay algunas áreas en las que las cosas se le siguen presentando difíciles. El INDEC es una; la AFIP es otra. En el INDEC la gente de Moreno sigue fuerte y resiste los embates del ministro".
Y finalmente, Kanenguiser le recuerda la tarea verdadera: "El ministro de Economía, Axel Kicillof, se enfrentará en las próximas semanas a un complejo dilema, cuando terminen de procesarse los resultados de la primera medición del nuevo índice de inflación acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Economistas del oficialismo y del sector privado coincidieron en indicar a LA NACION que, si el ministro aceptara que el Indec comience a reportar un resultado cercano al que informaban las consultoras o las provincias hasta ahora, debería reconocer una inflación anualizada cercana al 40 por ciento".
domingo, 12 de enero de 2014
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