Para que un funcionario nacional estuviera todos los días expuesto a que le pregunten sobre los tomates (oops) de Uganda y ¡contestara!
Y si no lo hace, ahí viene el lapidario "X (bah, en verdad siempre es K) no quiso hablar de Y", hijo del "X (K) no dijo nada todavía sobre Y".
Encerrados entre hablar más para parecer no autoritario, hablan de todo de gusto y sin manejar las nominalizaciones mínimas del relato K (más: se enmarañan en viejas verbas que parecían haber desaparecido cuando murió el viejo chacharachero).
Y aquellos que exigían que la DiKtadura se democratizara a partir de hablar diariamente con movileros de una docena de medios del país (aunque es verdad que nunca pidieron que se repusiera la puesta en escena a lo Corach. Eso es exclusivo capital del que llamábamos Capillof, pero debido a los luctuosos sucesos de las últimas horas probablemente debamos interpretar como Kici------nich, alejándose y en retirada amarga. ¿Acaso creía que los históricos le iban a tender una alfombra roja? A lo sumo lo iba a consolar la mirada tierna de Alicia...) ahora no sólo se mofan del innecesario parlanchín sino que lo tienen a mano para enrarecer todo.
La trampa retórica diaria es (debería ser, me animo) la menor preocupación de la Liga de Gobernadores en ejercicio.
No es un problema de comunicación, como muchas veces bromea alguno de sus compañeros de gabinete (¿no le dan data?).
Pero sí el marco e índice de una realidad (perdón) que se le escapa y corre detrás.
La docena de desmentidas y contramarchas retóricas es la contrapartida de una práctica al frente del gobierno que comenzó mal y que sembrará de mayores obstáculos la carrera de los que creían que, haciendo lo que marca el sentido común ancestral del Poder, iban a recibir la bendición de los que sólo quieren dar vuelta la torta. Cueste lo que cueste.
Quizás un poco de evidencia era necesario.
Kici se relame.
CFK ya volvió.
jueves, 9 de enero de 2014
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