Nicosia (Perfil). "La ausencia mediática de la Presidenta es para preservar su imagen y no resultaría positiva para el país. Es el resultado que arroja una reciente encuesta, realizada por los consultores Federico González y Cecilia Valladares. Más del 40% de los encuestados expresó esas opiniones sobre el prolongado retiro público de Cristina Fernández de Kirchner. Pero el otro dato interesante es que una gran masa de los consultados –cercana al 39%– se inclinó por una opción intermedia: “Ni positivo ni negativo”.
El sondeo está basado en 600 casos telefónicos a nivel nacional, fue realizado esta semana y tuvo como objetivo medir distintas variables políticas sobre el Gobierno. Entre diversas cuestiones se incluyó el bajísimo perfil adoptado por CFK desde que fue operada por un hematoma craneal en octubre pasado".
Dapelo (La Nación): "La retórica de la presidenta Cristina Kirchner fue durante seis años la piedra angular del relato oficial. Utilizó el atril y la cadena nacional como plataforma comunicacional para controlar el mensaje y, sobre todo, quedar en el centro de la escena. Su presencia fue casi diaria hasta que la salud la obligó a frenar.
Lo que en un primer momento fue una imposición médica mutó en estrategia política. Hoy se cumple un mes desde la última aparición en un acto público; en medio de una gran polémica, la Presidenta le entregó el diploma de teniente general al jefe del Ejército, César Milani, en Casa Rosada.
Ese día se dejó ver, pero no habló. Para escuchar su voz hay que retroceder aún más. Su último discurso fue el 10 de diciembre en la celebración por los 30 años de democracia.
Alejandro Catterberg, director de Poliarquía Consultores, sostuvo que "no se trata de un problema de comunicación, sino de gestión". Para el analista "el problema no es cuánto se habla, sino lo que dicen. Siguen aferrados al relato y eso genera desconfianza. No reconocen los problemas de gestión como el económico y la crisis energética, sumado a la ausencia mediática de la Presidenta genera un fuerte aumento del pesimismo en la sociedad"".
Van der Kooy (Clarín): "Daniel Scioli fue en los últimos días el portavoz más fiel de Cristina Fernández. No sólo porque habló, de verdad, con ella. Transmitió también su pensamiento en estas largas e inexplicables semanas –por la ausencia de información oficial– de silencio y encierro presidencial. Tal vez, el gobernador de Buenos Aires enterró su auténtica visión sobre las cosas e hizo propios los pareceres de la mandataria. No hay vacío de poder, el Gobierno es timoneado, indistintamente, desde El Calafate, Olivos o la Casa Rosada. Los que dicen o piensan diferente sólo apuntarían a provocar inestabilidad. El fantasma de la conspiración, siempre detrás de las palabras.
Puede ser que Cristina, en efecto, esté detrás de cada paso que da su Gobierno. Resulta casi imposible imaginar lo contrario. Pero su nueva conducta pública permite fluir una intensa marea de rumores.
Políticos y personales.
Sus años de poder se caracterizaron siempre por una hiperpresencia.
Después de la enfermedad y de la doble derrota electoral pareció virar en una hiperausencia. Ese cambio merecería alguna explicación oficial. Como no ha existido hasta ahora, se genera un espacio desierto propicio para trascendidos y versiones. Es difícil aceptar que el kirchnerismo no advierta el fenómeno habiendo hecho simplemente del relato una formidable herramienta política durante diez años".
Laborda (La Nación): "El gran problema de la Argentina es el de un país en vísperas de una severa crisis económica de compleja solución, acompañada por la ausencia de liderazgo y capacidad de gestión, suplida por elevadas dosis de improvisación que revelan la carencia de un plan. Inquietan el 28,4% de inflación del año último, la escalada del dólar paralelo hasta los 12 pesos y la caída de las reservas del Banco Central por debajo de los 30.000 millones de dólares. Pero con mucha más preocupación se advierte en la dirigencia política, empresarial y sindical el creciente deterioro del poder presidencial.
Casi nadie habla públicamente de una hipotética crisis institucional, derivada de una renuncia de la Presidenta. Pero todos, a su manera, parecen estar preparándose para una eventualidad como ésa, que ante el ostensible desgaste del vicepresidente Amado Boudou, podría dejar, como en 2001, en manos de una Asamblea Legislativa la resolución sobre quién quedaría al frente del Poder Ejecutivo por los dos años del período constitucional que le restan a Cristina Kirchner. Sergio Massa acelera la conformación de su equipo de asesores económicos. Y el sindicalismo antikirchnerista, con Hugo Moyano y Luis Barrionuevo a la cabeza, tiende puentes hacia los distintos sectores de un peronismo que siempre olfatea el poder, las crisis y las oportunidades".
Castro (Perfil): "La verdad es que algo está pasando con el estado psíquico de Fernández de Kirchner que la está llevando a adoptar esta conducta extraña –ausencia pública, arribos inesperados a la Casa Rosada y desarrollo de actividades sin agenda prefijada–, que está en las antípodas de la que mostró hasta el mismo 10 de diciembre último, cuando no dudó en bailar en la Plaza de Mayo ignorando el dolor de las muertes producidas por los saqueos que conmovieron a varias provincias".
Fernández Díaz (La Nación): "El peronismo tiene miedo, y ése es un dato estremecedor. Descender a los interiores del volcán peronista y oír las cuantiosas voces de ese magma fragmentado, pero en ebullición, puede resultar bastante didáctico a la hora de entender qué pasará en la Argentina. Ese volcán sigue siendo, mal que nos pese, la gran caja de resonancia del poder y suceden en sus entrañas fuertes combustiones debido esencialmente a que la gran manada busca un nuevo macho alfa. Y a que ya considera a Cristina Kirchner poco menos que una ex presidenta obligada a gestionar dos cosas: su propia retirada y un país en crisis.
Hay una extraña unanimidad en el diagnóstico: desde el más oficialista hasta el más opositor piensa en privado que el timonel perdió la mano, que la explosión de precios y la inflación destruirán los salarios y que las paritarias serán una batalla campal.
El eclipse público de la Presidenta, este extraño acto de esfumación mediática luego de tantos años de atriles y otras saturaciones, tiene dentro de su propia fuerza política una enorme gravedad. Las explicaciones que se dan a sí mismos suelen ser más certeras que cualquier conjetura externa: sus ex compañeros compartieron muchas horas con Cristina, la conocen, y aseguran que vive una verdadera pesadilla. "No está ausente, está escondida -coinciden-. Tiene a Capitanich y a los otros de paragolpes. Las fotos que aparecen en los medios no son posadas ni buscadas intencionalmente por una cuestión de marketing. Si así fuera, serían más frontales. Una mujer extremadamente coqueta aparece allí sin maquillaje, con rostro triste y desencajado. Cristina está sufriendo de verdad"".
Novaro (Perfil): "El principal combustible es, claro, el desconcierto que reina en el seno del Gobierno y las dudas que ello genera sobre su capacidad de mantener un mínimo orden de aquí a 2015: la sensación de vacío ya existía cuando Cristina estaba en el sur y no se sabía cuándo volvía; pero ahora que volvió y no disipó las dudas, no se sabe qué esperar, y todo empeoró. ¿Tocamos ya fondo y la situación se estabilizará o se descontrolarán del todo la inflación, el dólar y la protesta social?".
Jacquelin (La Nación): "Hace hoy justo un mes que la Presidenta se mostró públicamente por última vez en un acto oficial. En el medio, ola de calor, cortes de luz, disparada del dólar paralelo, devaluación del dólar oficial, descontrol de precios, fuga en masa de reservas, anuncios y contraanuncios, internas del Gobierno en vivo y en directo, escándalos con funcionarios, jibarización del jefe de Gabinete. Pero nada interrumpió el silencio ni la invisibilidad presidencial. Así, la sucesión de episodios que preocuparon y preocupan a los argentinos empezó a alimentar rumores, preguntas, dudas, especulaciones".
D'Adamo (La Nación): "Más allá de las explicaciones oficiales, teñidas para variar de victimización, algo ha cambiado: la Presidenta ha cedido protagonismo público. Atrás quedaron los días de los reportajes personales o las sobredosis de cadena nacional. Ni siquiera Twitter o el perro Simón. ¿Qué pasó con el estilo de liderazgo personalista y centralizado que caracterizó al kirchnerismo desde sus inicios? ¿Qué motivó el cambio?
Cuando el rumor prevalece sobre la información, la incertidumbre crece, los riesgos son muchos y las preguntas se suman: ¿es una estrategia o es que no se puede afrontar una realidad incómoda? ¿Es un problema de salud? ¿Es una nueva actitud existencial?".
domingo, 19 de enero de 2014
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