La fusión entre el monopolio de medios El Comercio y la empresa de medios gráficos Epensa ha generado que los referentes de la derecha continental Mario y Álvaro Vargas Llosa se enfrenten. Mientras que el Premio Nobel de Literatura cuestiona esta operación por recortar la libertad de expresión, su hijo considera que se debe dejar operar libremente al Mercado.
Vargas Llosa padre, férreo defensor de los monopolios mediáticos durante la discusión de la ley de Medios en Argentina, ahora sostiene: "Que haya una economía de mercado y se respete la propiedad privada no bastan, por sí solas, para garantizar la libertad de prensa en un país. Esta se ve amenazada, también, si un grupo económico pasa a controlar de manera significativamente mayoritaria los medios de comunicación escritos o audiovisuales. Es lo que acaba de ocurrir en el Perú con la compra, por el grupo El Comercio, de los diarios de Epensa, operación que le asegura el control de poco menos que el 80% de la prensa escrita en el país. (El Comercio posee también un canal de cable y el más importante canal de televisión de señal abierta del Perú). Esto ha generado un intenso debate sobre la libertad de información y de crítica, algo, me parece, sumamente útil porque el tema desborda el ámbito nacional y afecta a buena parte de los países latinoamericanos".
Su hijo, mientras tanto, hace uso de todas las herramientas conocidas para defender los interese de la grandes corporaciones mediáticas latinoamericanas: "Planea sobre el Perú una amenaza contra la libertad de empresa y de expresión en los medios impresos. Como pasó en la Argentina de los Kirchner, el gobierno, otros actores políticos o una judicatura bajo presión del Ejecutivo y sus aliados pueden acabar lesionando la libertad. Pretenden introducir en el modelo peruano, imperfecto pero exitoso, modificaciones que lo desfigurarían.
El aspecto político de esto cobró una dimensión muy perturbadora cuando Humala se amparó en unas declaraciones de mi padre contra la operación entre El Comercio y Epensa (a pesar de que en ellas había dejado en claro que se oponía a una intervención política) para secundar abiertamente la acción de amparo. Ello, en un país con una ingrata y reciente historia de tribunales sometidos a la presión del poder. También pidió la intervención del Congreso –donde junto con sus aliados suma mayoría y no tiene problemas para ganar votaciones–, refiriéndose a El Comercio en términos parecidos a los que usa el gobierno argentino contra el Grupo Clarín, con la inevitable metáfora de los cefalópodos tentaculares. La amenaza salió como flecha del carcaj y se incrustó en el blanco: “Ahorita no es ilegal”, sentenció el mandatario, la operación entre El Comercio y Epensa.
A pesar de que la SIP emitió un comunicado advirtiendo a Humala que no debe inmiscuirse en la disputa, el oficialismo siguió en campaña contra la “concentración” de medios. Han surgido iniciativas legislativas ojerosas, como la del Frente Amplio, agrupación de izquierda vinculada a un ex primer ministro de Humala con aires setenteros que pide “regular la información”. El ambiente se ha crispado como en la segunda vuelta: todo aquel que no apoye la intervención es un “fujimontesinista”.
La figura del acaparamiento y el monopolio es un absurdo en este caso (para no hablar de lo obsoleta que resulta en la era informática). El acaparamiento tiene sentido cuando se habla de licencias y frecuencias, no cuando se habla de lectores de diarios. A menos que El Comercio encadene a sus lectores a su edificio en el jirón Miró Quesada, no se ve cómo podría“acapararlos”".
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1 comentarios:
Asco al cuadrado.
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