En algunos sectores, Clarín sigue siendo influyente o creíble, en ese grupo no desdeñable de gente que piensa que todo lo que hace el gobierno está mal y debe ser condenado. Pero hay otra enorme cantidad de gente que se va dando cuenta de esas mañas que utiliza Clarín para lograr su objetivo de comunicación. El otro día, una señora que atiende un supermercado chino me dijo en relación a 678: "Estoy agradecida a este programa porque nunca supe quién era Magnetto y ahora me enteré quién es". Eso está entrando en otras capas de la población, y me parece interesante, gente que ha dejado de tener a Clarín como su referencia informativa preferida.
Clarín ha quedado de alguna manera relegado ante la opinión pública. Hoy los diarios son pequeñas unidades de negocios de conglomerados económicos inmensos. Es el caso de Clarín. Lo revela una red de intereses fenomenal, permanente. Esto ha ido restando pertinencia, objetividad y transparencia a Clarín.
Por primera vez hay necesidad en los periodistas de decir desde qué lugar uno habla. Eso es saludable. Antes nos escondíamos en el eufemismo de la objetividad. Ahora hay una subjetividad tan grande que salpica a todos. Interesante. Por primera vez se está exigiendo a los periodistas revelar desde qué lugar hablan. Y eso son dos lugares, ni dos lugares y medio hay hoy.
Trabajé en Clarín del 83 al 90. Me pasó algo curioso: alguna vez quise corregir o pedí que se corrigiera algo que había sido publicado. Y recibí como respuesta algo sorprendente: "El diario líder no mira para atrás"".
(Entrevista de Leopoldo Moreau a Ulanovsky, el sábado, a propósito del día del Periodista, desde el minuto 49 del audio).
Fuente del audio
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