"La globalización ha sido el argumento histórico que ha encubierto la verdadera situación del capitalismo financiero: el estado de excepción sin el clásico golpe de Estado. La Deuda es el instrumento político de este nuevo terrorismo de Estado de nuevo cuño. El "estar endeudado" es el dispositivo con el que se extorsiona a la población para hacerla renunciar a su responsabilidad política.
En la Argentina, el "megacanje", el "blindaje" y ahora el fallo del Tribunal americano a favor de los "fondos buitres" son un clarísimo ejemplo de este mecanismo que obliga a las generaciones a la exclusión generalizada.
Los esfuerzos del gobierno kirchnerista en su intento de mantener la soberanía quedarán para la Historia como un testimonio singular del esfuerzo de un gobierno democrático por no perder el rumbo de su legado histórico de emancipación frente a los dispositivos de endeudamiento neoliberal.
Ya en su día, la Historia hablará de los intelectuales en los medios hegemónicos advirtiendo siempre sobre el "espectro" populista, mientras preparaban el camino de los centuriones y los lobos. A pesar de mi escepticismo, aún pienso que el presente es injusto pero la Historia es el lugar donde la verdad retorna. Así que sermoneadores de la ética en medios hegemónicos salpicados de sangre, expertos en economía que recuerdan siempre las "reformas estructurales" inevitables, custodios de la "racionalidad" que advierten día tras día sobre el demonio populista, no crean que la cosa va a ser tan fácil para ustedes, porque somos muchos, una Memoria Común, que los recordará en su traición, uno por uno, allí donde estén".
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"Hay que defender a la Argentina de los buitres.
Ningún tribunal puede embargar y luego liquidar todos los activos de un país. Ese limbo legal crea dos peligros opuestos: el primero es que sea demasiado fácil que un país no pague sus deudas; el segundo es que sea demasiado difícil. La historia de Argentina ilustra ambos: enfrentados a un gobierno intransigente, los tenedores del 93% de la deuda defaulteada aceptaron canjes por deuda con valor nominal muy inferior; pero los holdouts, que rechazaron esa reestructuración, bloquearon un acuerdo limpio. Este desbarajuste lleva más de 12 años desde el default.
Los acreedores que han aceptado los canjes y los holdouts no son casos iguales. No parece correcto obligar a los deudores a tratarlos en forma igualitaria. Asimismo, es absurdo el argumento de que los holdouts están ayudando a los argentinos porque están castigando la corrupción. Les corresponde a los argentinos elegir el gobierno que quieren. Y peor, si Argentina se ve obligada a pagar la totalidad a los holdouts, ese precio caerá sobre los hombros de los argentinos. Esta es una extorsión respaldada por el poder judicial norteamericano.
El problema inmediato es cómo hará Argentina para resolver estos casos. Las opciones pagar a los holdouts, llegar a un acuerdo con ellos, transferir deuda a la ley local y directamente defaultear parecen costosas, humillantes, difíciles o perjudiciales. Peores son las implicancias a largo plazo para las reestructuraciones de deuda.
Una posibilidad es eliminar la cláusula pari passu. Otra es introducir cláusulas de acciones colectivas más fuertes, en particular las que cubren todos los instrumentos vigentes. Otra es ya no emitir desde Nueva York. Pero las tres sólo se aplicarían en el futuro. Se podría también enmendar la legislación estadounidense. Y finalmente, como asegura José Antonio Ocampo de la Universidad de Columbia, se podría revivir la idea de un mecanismo global. Las últimas dos opciones parecen muy poco probables.
Sin embargo, en un mundo de flujos de capitales globales, no es un optativo crear un mecanismo factible para la reestructuración de deuda soberana. Es posible que Argentina sea un caso excepcional. Es más probable que la interpretación de la cláusula pari passu y la capacidad de embargar activos ahora dificulten más la reestructuración de deudas. Un mundo donde la alternativa que tienen los países es pagar en todo o no pagar nada sería tan malo como el que exigía a los deudores elegir entre morirse de hambre o ir a prisión. Hay que encontrar un mejor sistema".
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miércoles, 25 de junio de 2014
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