Andrés Abraham, profesor de Historia de la Universidad de Cuyo, recuerda: "El 28 de junio de 1966, un golpe militar derrocó al entonces presidente Arturo Illia. Lo que siguió fue un régimen militar de orientación tecnocrática, que no se puso plazos ni limitaciones, y que fue recibido con los brazos abiertos por la CGT, la Sociedad Rural y los grandes empresarios.
Sin dudas fue clave el rol de la prensa, y de periodistas como Mariano Grondona o Jacobo Timerman, quienes a través de sus publicaciones favorecieron la idea de que el gobierno de Illia era ineficaz y de que en su lugar era preferible un nuevo régimen político. La caricatura de una tortuga con que se asoció en los medios gráficos al Presidente tuvo una amplia eficacia a nivel social, desprestigiando ampliamente su imagen.
La cuestión de fondo fue, como sucedió en la mayoría de los golpes de nuestra historia, la crítica de algunos sectores y de parte de la prensa a la ineficacia de la democracia y al rol que los partidos políticos venían cumpliendo en ella. Pero además se propagó en este caso la ilusión de una reforma del sistema político con la que se buscaba el reemplazo de la dirigencia política por una elite de técnicos, militares y empresarios que superando las falencias de la democracia- traerían eficiencia y nos llevarían al primer mundo. La promesa ilusoria de que los tecnócratas vendrían a dar solución a los males de la Argentina mostró ser, como tantas otras, una farsa".
El periodista Diego Igal, en Diario BAE, amplía la serie de ataques del periodismo de la época a Illia, mientras además el peronismo estaba proscripto: "La anulación de los contratos petroleros otorgados por Arturo Frondizi a empresas extranjeras (en su mayoría norteamericanas) y la sanción de una ley de medicamentos que bajó el costo de los productos y estimuló la producción nacional son para el hijo de Illia, Leandro Hipólito, las dos medidas principales que generaron encono, aunque hayan sido adoptadas para defender la soberanía y en cumplimiento de promesas electorales. Claro que hubo muchas otras no menos importantes como alejarse de los organismos internacionales de crédito, la implementación del salario mínimo, vital y móvil, el incremento del presupuesto educativo hasta el 27 por ciento del PBI o un plan nacional de desarrollo ambicioso.
“A mí me voltearon las 20 manzanas que rodean la Casa de Gobierno”, diría años más tarde el propio ex mandatario radical, quien antes de llegar a la Presidencia tenía una trayectoria que incluía el haber sido electo senador provincial, diputado nacional y gobernador de Córdoba natal en los comicios de 1962 que Frondizi anuló por el triunfo del peronismo en diez distritos. Y en ese radio conspirativo que imaginó tenían la sede varias de las redacciones de medios gráficos no tan populares, pero sí influyentes.
Hurgar hoy en las hemerotecas permite encontrarse con caricaturas en las que Illia aparece con palomas en la cabeza, en la Luna, con cuerpo de tortuga o como muñeco de un Ricardo Balbín ventrílocuo, en dibujos firmados por Juan Carlos “Landrú” Colombres, Lino “Flax” Palacio, Jorge “Faruk” Palacio o Roberto Mezzadra. Ellos publicaban en las revistas Tía Vicenta; Primera Plana y Confirmado, ambas creaciones de Jacobo Timerman; los diarios El Mundo y Crónica, pero también se alentó la conspiración desde las páginas de la revista Todo (dirigida por Bernardo Neustadt) y Clarín, según la abundante bibliografía como los libros de Miguel Ángel Taroncher, “La caída de Illia. La trama oculta del poder mediático”; Daniel Mazzei, “Medios de comunicación y golpismo: el derrocamiento de Illia (1966)” y los dos tomos de la historia de Clarín de Martín Sivak.
Mazzei advierte que “no es posible afirmar que los diarios hayan sido parte de una campaña. Algunos son críticos (Clarín como vocero del frondicismo, por ejemplo), pero no parecen participar de algo orquestado. En cuanto a las revistas tenían circulación limitada, entre un público que hoy sería ABC1, que actúan como actores políticos para imponer imágenes en sus lectores. No parecen reflejar ningún clima social”.
Sivak recuerda la serie de editoriales de Roberto Noble en los que cuestionaba la anulación de los contratos petroleros y pedía “salvar y no herir de muerte la continuidad jurídica”. También que años después del golpe, le diría a un periodista de Clarín que calificaba al diario de “tenaz enemigo” del Gobierno que había encabezado. Es en las páginas de las revistas Primera Plana, con la pluma de Mariano Grondona; Confirmado (creada por Timerman en diciembre de 1965) y Todo, de Neustadt donde la “conspiración” es más burda. En uno de los números de Confirmado de diciembre del 65, el periodista Rodolfo Pandolfi anunció que el golpe sería 1 de julio de 1966: erró por dos días.
En marzo de 1966 el gobierno de Illia denunció a Primera Plana, Confirmado, Atlántida e Imagen y a los columnistas Grondona (PP) y Montemayor (Confirmado) por “instigación a la rebeldía y por participar en la creación de un clima psicológico propio al golpe de Estado. Los acusados se defendieron diciendo ser víctimas de un atentado a la libertad de prensa".
La "pasteurización" de figuras como la de Illia y la de fundadores de nuestra Patria, como Belgrano o Guemes es lo que permite a Macri o a Urtubey rendir tributo a estas memorias a pesar de representar lo ideológica y políticamente inverso de su postura. El discurso "K" de la maestra que "arruinó" el acto del día de la bandera es precisamente el procedimiento inverso, una especie de reactualización, de puesta en valor de nuestras figuras patrias.
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La "pasteurización" de figuras como la de Illia y la de fundadores de nuestra Patria, como Belgrano o Guemes es lo que permite a Macri o a Urtubey rendir tributo a estas memorias a pesar de representar lo ideológica y políticamente inverso de su postura.
El discurso "K" de la maestra que "arruinó" el acto del día de la bandera es precisamente el procedimiento inverso, una especie de reactualización, de puesta en valor de nuestras figuras patrias.
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