Luego de años-¿por qué no décadas?-, asistí a un acto de jura de lealtad ante la bandera nacional un 20 de junio.
Sin gendarmes ni vallas, en mi pueblo natal, ante el histórico mástil, a metros de la municipalidad, la iglesia, la comisaría y la cooperativa; rodeado de la banda municipal, los estudiantes de varios colegios y el público presente.
Frío y tranquilidad; sin grandes estridencias; apenas un escenificado gaucho que rompió la monotonía de toda reunión escolar de esta naturaleza.
Mientras escuchaba los discursos de ocasión, sentía en la vivencia la ausencia del conflicto, la discordia, el enfrentamiento, la discusión vana; omisión que también caracterizó a la mesa familiar en estos días de descanso y apagón informativo-político (hiperrecontrarremil necesario).
Sin el obstáculo de la anomalía K de por medio, todo fue más fácil: las charlas, los partidos de la Copa América, la carrera de TC, el asado, el zapping televisivo. Todo lució más plácido al no incorporar ninguna de las dagas divisorias del kirchnerismo, del que ya demasiados prometen su muerte y desaparición.
Una Argentina sin kirchnerismo se va construyendo de a poco: desde los consensos legislativos hasta la premura de un peronismo market-friendly cada vez más palpable. "Que no haga daño", llegó a definir un ex gobernador cordobés en medio del festejo de hace 9 días atrás en Río Cuarto.
En medio de esa nueva calma, los López y Pérez Corradi son sólo recuerdos de esa anomalía que está fuera del discurso de la vida, cual extirpación que preserva el transcurrir de una sociedad ahora mansa y reconfortada.
Una Argentina sin kirchnerismo se va construyendo de a poco: desde la sensación de que las cosas aumentan porque se afanaron todo hasta el cariño de familiares y amigos que acarician el alma y renuevan el espíritu, cansado y confundido.
Ineludible interrupción de finde largo para observar de cerca la Argentina venidera, sin antinomias y quejas; sólo naturalidad, eso que se había perdido por la furia K, que de a poco se va desvaneciendo al ritmo de bolsos, bóvedas y arrepentidos.
Una Argentina sin kirchnerismo es posible. Ése era el cambio que pedía la gente.
Mientras, en la tele, se repiten las cadenas condenatorias; los viejos menean la cabeza y muerden el labio inferior; y los chicos juegan, alegres, desentendidos; inconscientes de lo que gozarán; desconocedores del sufrimiento de algunos mayores que deberán resignar los sueños incumplidos en pos de una supervivencia apenas partidaria, repleta de lamentos, e hiriente como frente caída.
1 comentarios:
Bandera en Pena (Mario Benedetti)
Están izando mi bandera
con ceremonia y sin pudor
pobre bandera
mi bandera
está alegre como una sábana
pero triste como un adiós
ondea sólo a la derecha
y ya no sé si tiene sol
está nueva como un trofeo
pero vieja como un perdón
están arriando mi bandera
con ceremonia y sin pasión
pobre bandera
mi bandera
los autobuses se detienen
y hay un silencio que es rencor
como son pocos los que miran
por lo menos la miro yo
y hasta el clarín que la saluda
se atraganta de compasión
están llevando mi bandera
con ceremonia y sin honor
pobre bandera
mi bandera
la doblarán en ocho pliegues
la guardarán en un cajón
la cerrarán con un candado
made in usa de lo mejor
pero si miras hacia arriba
tendrás acaso otra visión
hay un fantasma de bandera
lindo trapo de cielo y sol
y esa alma en pena
esa bandera
bandera en pena
o qué sé yo
está en jirones
tiene sangre
y no se olvida
no.
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