Malabarista de la impostura, azuzó fuegos que ahora le queman en sus manos.
Sus principales exponentes ahora buscan hacerse los distraídos, luego de años y años de crear y profundizar divisiones (con falacias, insultos, mentiras, operetas, inventos, burlas, incitaciones, demonizaciones, injurias) para deslegitimar una posición político-ideológica solamente porque iba en contra de los intereses políticos-culturales-económicos de sus patrones.
Y lo siguen haciendo con ese humor de (falsos) indignados que sólo puede cosechar tempestades...
Lanata (Clarín): "“Tenemos que entender que necesitamos miradas y voces que traigan tranquilidad, no voces que traigan deseos de venganza, de enfrentamientos, de odio, eso es malo”, gime Cristina. Dicho de otro modo: los responsables políticos directos de una grieta que no dividía al país de ese modo desde la década del cincuenta acaban de mutar para convertirse en la familia Gandhi.
El Gobierno no parece consciente de la constante reivindicación acrítica que realizó, durante la década robada, de la violencia setentista. Había muertos buenos y muertos malos, ajusticiamientos, secuestros, cárceles del pueblo. La “juventud maravillosa” fue reivindicada de manera suicida: ¿cuántos chicos habrán entendido, hoy, que ese es el camino? Ahora “Mahatma” Fernández les dice que la violencia engendra violencia.
¿Hay, en la diagonal de la escena, una línea imaginaria que une a Boudou sonriendo en el Congreso con el bestialismo practicado por los vecinos que intentan linchar a un delincuente? La chica cholula que le pide una foto a Fariña en una disco, ¿haría lo propio con el que ahorcó a un descuidista en Rosario?
El Gobierno y sus intelectuales orgánicos parecen señoras tomando el té en el Líbano, entre las bombas: se niegan a aceptar lo que ven y acusan a los medios de la proliferación de linchamientos.
“Tienen que balancear más la información. También pasan cosas buenas”, nos dijo a Magdalena Ruiz Guiñazú y a mí el Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel.
–“Adolfo, ¿vos estás proponiendo que no informemos?” –“No que no informen, pero que traten de equilibrar, dosificar…” ¿Quién regularía los contenidos? ¿Cuántas veces podría repetirse una noticia?
¿Con qué “buenas noticias” habría que mezclarla?
¿Qué hechos deberían ignorarse y cuáles no?".
Guyot (La Nación): "El kirchnerismo ha roto algo más básico: las reglas mínimas de convivencia. Sindicar al que piensa distinto como enemigo es abrazar el germen de la violencia. Al kirchnerismo esto no sólo no le importó, sino que lo aplicó como método idóneo para acumular poder, sin pensar en los costos. La división, el establecer un "nosotros" enfrentado a un "ellos", le dio resultado, lo que no nos deja bien parados como sociedad. Tal vez por eso, ahora que el relato empieza a hacer agua por los cuatro costados, el elevado precio de esa apuesta lo pagamos todos. Aunque injustificables, estas palizas salvajes configuran un síntoma que la sociedad debe asumir e interpretar, si lo que se quiere es exorcizar las pulsiones violentas.
En otra frase reciente, también para el archivo, la Presidenta ha dicho que se siente la madre de los argentinos. Alguien debería recordarle que los hijos aprenden, para bien o para mal, no de lo que los padres dicen, sino de lo que hacen".
Leuco (Perfil): "La actual descomposición social fue parida por Cristina, quien, sin embargo, mira sorprendida sin comprender bien qué pasó. Como si fuera una hippie de los años 60, ahora proclama la paz y el amor con los dos dedos en “V” y mezcla palabras del lenguaje papal como “misericordia” o “periferia”, pero no reconoce que, durante su gobierno y el de su marido, se inoculó el veneno del odio en las venas abiertas de la Argentina. Semejante nivel de intolerancia por estas horas sólo se explica con una década de descalificaciones y beligerancia desde la cima del poder. Ese discurso autoritario del “vamos por todo” fue permeando y muchos decodificaron que sólo se pueden establecer relaciones de dominación y de prepotencia. ¿O antes de 2003, pese al infierno de 2001, hubo casos de injusticia por mano propia? Y eso que estábamos en el horno, merodeando la anarquía. Los medios ya existían antes del desembarco kirchnerista en el poder y, sin embargo, nunca habíamos llegado a semejante tragedia social, con excepción de los crímenes de lesa humanidad.
Los Kirchner se cansaron de fogonear linchamientos desde el Estado. Ametrallaron desde sus medios con estigmatizaciones a diestra y siniestra. Fueron los autores intelectuales y, en algunos casos, también los materiales. Convocaron a sus mejores cuadros para que ejecutaran con frialdad revolucionaria las amenazas a todo tipo de disidencia. Acá hubo una Hebe que humilló a jueces e incitó a tomar los Tribunales. Un D’Elía que llamó a fusilar a la disidencia en Venezuela. Un Víctor Hugo que acusó a Ernestina de Noble de tener las manos manchadas en sangre por haberse apropiado de hijos de desaparecidos, cosa que luego se demostró como absolutamente falsa, casi una expresión de deseo del relator militante. Un Zaffaroni que responsabilizó a los periodistas no adictos de fomentar los crímenes. Y hasta un Verbitsky que levantó su dedito moral pese a que participó de dos guerras, una armada y otra simbólica, como continuidad de la política por otros medios. Eso no es gratis en ningún país del mundo, y menos en Argentina. ¿Qué esperaban cosechar a la hora de su retirada?".
Clarín: "El fenómeno de los "linchamientos", repudiable pero real, desató un debate al que se subieron políticos, sindicalistas, psicólogos, periodistas.
Ahora, una encuesta exclusiva para Clarin.com hace eje en la opinión general de vecinos de la Capital y el Gran Buenos Aires. El resultado es contundente: casi 8 de cada 10 consultados opina que "la principal causa de los recientes episodios" se debe a la "ausencia del Estado" y a que "el Estado no se hace cargo de la inseguridad". Esta opción captó exactamente el 75,6%.
El trabajo de la consultora Polldata, 450 casos telefónicos recoletados el miércoles y ayer en el área metropolitana, daba dos alternativas más para comprender las causas de las palizas de vecinos a supuestos ladrones. "La gente está violenta" quedó en segundo lugar, con el 14,8%; tercero aparece "hay enfrentamiento de clases sociales", con 6,1%. Apenas un 3,5% "no sabe/no contesta".
Para resolver el tema de la inseguridad, los consultados van por el camino previsible para un tiempo de alta sensibilidad. Un 81,5% considera que se deben "subir penas y aumentar la presencia policial"; un 11,9%, en cambio, pide "bajar las penas y resocializar a presos y delincuentes".
Por último, la encuestadora preguntó: "En la lucha del Gobierno contra los delincuentes, ¿quién cree que va ganando?". El 76,7% optó por "los delincuentes" y sólo un 10,6%, "el Gobierno". El 12,7% "no sabe/no contesta"".
2 comentarios:
Sumale al revolucionario permanente Altamira que se sumo al coro de los condeno "pero"
Malas costumbres: Viola Liuzzo
Campaña de desprestigio del FBI
Tras la muerte de Liuzzo , el FBI estaba preocupado deser responsables de ( Rowe ) el papel de su informante en la muerte. Rowe había sido un informante para el FBI desde 1960. El FBI estaba al tanto de que Rowe había participado en actividades violentas durante las actividades del Ku Klux Klan . En el día de la muerte de Liuzzo , Rowe llamó a su contacto del FBI y le notificó que Rowe y otro miembro del Klan estaban viajando a Montgomery, y que la violencia fue planeada . [ 11 ] Después de la muerte de Liuzzo , el FBI inició una campaña de encubrimiento para ocultar la hecho de que un informante del FBI estaba en el coche , y para asegurarse de que el FBI no se hace responsable por permitir que su informante a participar en actos violentos , y sin la vigilancia del FBI o de copia de seguridad. [ 12 ]
El director del FBI J. Edgar Hoover inició una campaña para desacreditar Liuzzo en los ojos del público . Hoover insinuó al presidente Johnson que Liuzzo era un adicto a las drogas , que tuvo relaciones sexuales con Moton , y que su esposo estaba involucrado con el crimen organizado. El FBI filtró las acusaciones de los medios de comunicación , y varios periódicos repitió las reivindicaciones. El marido de Liuzzo intentó defender la reputación de su esposa ; su hija Penny afirma que la campaña de desinformación " le quitó la vida a la derecha de él .. él comenzó a beber mucho. " Las pruebas de la autopsia en 1965 no mostró rastros de drogas en el sistema de Liuzzo , y que ella no había tenido relaciones sexuales recientemente en el momento de la muerte. El papel del FBI en la campaña de desprestigio se descubrió en 1978, cuando los hijos de Liuzzo requeridos los documentos de casos del FBI bajo el Freedom of Information Act [13]. [ 14 ]
Los Castro, los Lanata, los Bonelli de hoy, son los Hoover de ayer.
Publicar un comentario