Ezequiel Ipar, director del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA) de la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín, PBA), advirtió que, en Argentina, "estudiamos las ideologías antidemocráticas desde hace 10 años y notamos que se fragilizó el consenso democrático entre 2011 y 2015".
"Entramos en una fase de la legitimación de la violencia y una posterior más grave: de los actos de odio y los crímenes de odio que tienen una motivación política", remarcó y afirmó: "Estamos en otro tipo de antipolítica, una exasperación, que permitió que se extendiera el malestar y el agujero que creó la pandemia. Determinadas referencias sociales y políticas lo canalizaron".
El doctor en Ciencias Sociales y en Filosofía indicó también, en diálogo con FM La Patriada (Buenos Aires), que "todos los niveles educativos tienen adentro un sesgo de discurso del odio", pero a "esa 'insoportabilidad' que se vivió en la pandemia, algunos políticos, algunas líneas ideológicas la instrumentalizaron políticamente y, además, fueron relativamente eficaces en esa operación".
Ipar llevó a cabo un estudio que fue encabezado por una pregunta: si hay individuos que afirman estos mensajes tan violentos y discriminatorios, ¿cuántos hay dentro de cada espacio político? El investigador del Conicet compartió algunos resultados de esa investigación: "El que tiene menos es el FIT, con el 15%. Después, el Frente de Todos, con el 18%. Entre los que se reconocían de derecha, el volumen de odiadores es del 45%, y los de Juntos por el Cambio llegan al 44%. El volumen del discurso de odio de cada espacio político es diferencial y tal vez eso implica decisiones estratégicas".
Más:
La construcción del enemigo a través de los medios
0 comentarios:
Publicar un comentario