miércoles, 27 de noviembre de 2019

The New York Times comparó el golpe a Evo con el de 1955 a Perón

El golpe de Estado perpetrado hace dos semanas en Bolivia contra el presidente Evo Morales sigue siendo objeto de análisis. Ahora, el diario estadounidense The New York Times lo comparó con el golpe que sufrió el presidente argentino Juan Domingo Perón en 1955 a manos de la autodenominada Revolución Libertadora.
"Los golpes militares raramente conducen a transiciones democráticas; cuando lo hacen, es principalmente en los casos en que el objetivo es un dictador establecido, como en Venezuela en 1958, Filipinas en 1986 y Paraguay en 1989. Los golpes contra gobiernos electos, incluso los populistas con tendencias autoritarias, casi siempre empujan a los países a una dirección menos democrática", comienza aclarando un artículo de opinión firmado por los profesores Steven Levitsky  y María Victoria Murillo.
Ambos advierten que los "gobierno de transición" como el de facto encabezado por Jeanine Áñez "al haber llegado al poder en un entorno polarizado, con muchos partidarios impulsados ​​por una intensa ira y animosidad hacia el antiguo gobierno, se ven tentados a participar en el revanchismo partidista", lo que lleva a "una nueva ronda de polarización y conflicto. Los partidarios del gobierno anterior tienden a cerrar filas, radicalizarse y movilizarse contra el nuevo gobierno, lo que, a su vez, trae represión. Esta espiral de movilización y violencia tiende a endurecer la mano de los duros del gobierno que exigen el encarcelamiento, el exilio e incluso la prohibición de los populistas en un desvío hacia el autoritarismo".
"Esto es lo que sucedió en Argentina después del derrocamiento de Juan Perón en 1955", comparan los autores. "El apoyo de Perón a los sindicatos y las generosas políticas de bienestar social le valieron el apoyo de la clase trabajadora argentina. Sin embargo, gobernó de manera polarizadora y autocrática, generando una feroz oposición de la clase media, los ricos y los sectores de las fuerzas armadas", interpretan.
"Después del derrocamiento de Perón, muchos creyeron que Argentina volvería a la democracia. Sin embargo, estas esperanzas pronto se desvanecieron cuando el nuevo gobierno militar intentó erradicar el peronismo de la sociedad argentina. Perón fue exiliado, sus partidarios fueron perseguidos y su partido, el más grande del país, fue prohibido. Incluso pronunciar su nombre se convirtió en un delito penal. El esfuerzo por erradicar el peronismo trajo casi tres décadas de inestabilidad, incluidos tres golpes de Estado más y dos períodos de dictadura militar", recuerdan.
Levitsky y Murillo advierten: "Hay indicios de que Bolivia puede estar emprendiendo un camino similar. Al igual que Argentina en 1955, la administración interina de Bolivia ha sido revanchista. El nuevo gabinete está dominado por conservadores religiosos de las tierras bajas orientales, que se oponen fervientemente al partido secular e indígena del Movimiento Al Socialismo (MAS). En lugar de priorizar las elecciones y negociar reglas democráticas con el partido de Morales, que sigue siendo la agrupación política más grande de Bolivia, los nuevos funcionarios declararon su intención de "perseguir" y enjuiciar a los líderes del partido y sus aliados".
Luego de hablar de "la tentación de pedir a los militares que resuelvan las crisis", los profesores de Harvard y Columbia son tajantes: "La intervención militar socava el desarrollo de las instituciones democráticas". Y explican: "Cada vez que los militares intervienen para resolver una crisis, sin importar cuán benignos o incluso democráticos puedan parecer sus motivos, el proceso de institucionalización del control civil se ve socavado. Recientemente, América Latina comenzó a salir de este círculo vicioso. Después de 1980, el número de golpes disminuyó significativamente. Las últimas tres décadas han sido las más democráticas en la historia de América Latina. La renovada disposición a aceptar e incluso buscar la intervención militar es profundamente preocupante".
"El politólogo Alfred Stepan, experto en ejércitos latinoamericanos, escribió durante la década de 1980 que la clave para preservar las nuevas democracias de la región era asegurarse de que ningún grupo civil golpeara las puertas de los cuarteles. En otras palabras, los políticos de todo el espectro político deben estar de acuerdo en que bajo ninguna circunstancia buscarán o apoyarán un golpe de Estado. Sin aliados civiles, los militares rara vez intervienen. Estas lecciones son especialmente importantes, hoy, cuando América Latina entra en un período de mayor polarización y disturbios. Las lecciones se extienden a la comunidad internacional. Si los gobiernos extranjeros eligen bandos en los conflictos de la región, tolerando golpes de Estado que favorecen a sus aliados ideológicos en lugar de defender constantemente la democracia, alentarán un retorno a la violencia y la inestabilidad, que los latinoamericanos lucharon tanto para ponerles fin", finalizan.
Más:
La pregunta: ¿Puede pasar en Argentina lo que sucede en Bolivia?

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