El gobierno macrista-radical-carriotista, con la gestión del denominado "mejor equipo de los últimos 50 años", le entregó ayer a los carroñeros 4.650 millones (una ganancia superior al 1.200%), endeudando al país por años, con el agravante de que se deberán derogar dos leyes soberanas que no permiten un pacto de este tipo, cuya suma total ascenderá a los U$S 15 mil millones.
Además, esto se da en el marco de una devaluación adicional del peso -sólo durante febrero- del 12% y un drenaje de las reservas por 1.689 millones de dólares, en medio de una fuga de dinero récord. Se le puede sumar a estas pérdidas el no ingreso a las arcas argentinas de los 25 mil millones de dólares que prometió el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, ex JP Morgan, una de las bancas que intervendrá en el festival de bonos y deuda externa que ya ayer festejaban los mercados y que le hacían digerir los medios oficialistas a sus audiencias.
Esta porción de deuda que deliberadamente está afuera de la reestructuración argentina, se transformó en los curiosos bonistas “Me too”, incorporados a la demanda original que contabilizaba 1.300 millones de dólares por decisión de Pollack y Griesa. Ello confirma la hipótesis que orientó la denuncia presentada por la Comisión Nacional de Valores (con Alejandro Vanoli al frente de la misma en aquel entonces) ante la Securities and Exchange Commission -SEC- de Estados Unidos en agosto de 2014, donde esos fondos operaron -con la colaboración de Griesa que declaró el "default técnico"- para permitirles cobrar aproximadamente u$s 1.000 millones a través de las garantías activadas ante la posibilidad de quiebra o dificultades de pago del país deudor. Luego del mencionado episodio, Griesa convocó a los "Me too" a sumarse a la sentencia con la Argentina.
En definitiva, los fondos especulativos que ahora consiguen un acuerdo que habilita ganancias exorbitantes del 1.200% (aún con la "quita" del 25%) ganaron por una doble vía: en primer lugar a través del cobro de los ingentes seguros contra default y, en segundo lugar, con la jugosa propuesta macrista que, manifestando una ostensible urgencia por recibir financiamiento internacional, avala el comportamiento usurero de estos actores financieros".
Ayer, el gobierno nacional actual cerró una quita del 25% para este 7% carroñero y una deuda por 15 mil millones de dólares.
Por ejemplo: el buitre Paul Singer compró bonos por U$S 48,7 millones en 2008. El juez de Wall Street, Thomas Griesa, falló darle U$S 832 millones, un 1.067% más. Macri le pagará casi el triple.
Hoy, en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, el Presidente festejará este (pre)acuerdo y lo presentará como necesario para volver al crédito internacional como solución mágica de los problemas de la Argentina (la famosa "Herencia K") para evitar el ajuste (como si lo sucedido desde el 10 de diciembre hasta hoy no lo haya sido). Los mismos argumentos que usaron los que endeudaron al país (sistemáticamente, aunque esta vez no puedan usufructuar una situación de shock como en el 76, 89 y 2001 y deban sobreactuarla y fabricarla con sus medios de comunicación. Lo que hoy Pagni, en La Nación, llama "la necesidad de un relato macrista).
Como sostienen el economista Jorge Hernández y la politóloga Mónica Castro, del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), "la ocupación del aparato estatal, que puso a su comando a un nutrido grupo de ex CEOs de grandes corporaciones es, por su masividad, una novedad de la política argentina. Los intereses del capital no necesitan de la mediación de los políticos; el capital en Argentina pudo prescindir de un nuevo Menem, y autogestionarse". Más:
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