Sin una denuncia de fraude a pesar del exiguo resultado (sorpresivo; "encuestas", otra vez), comienzan hoy los últimos 17 días antes de que Cristina Fernández de Kirchner le tenga que poner la banda a Mauricio Macri y probablemente la inmensa mayoría de los votantes de Cambiemos ya no sienta la división con su vecino K.
Los errores cometidos por el propio kirchnerismo ya los hemos enumerado estos años, luego del 54%. Remarcarlos ahora, en medio de la derrota por algunos planificada, es casi inútil (igualmente, algunos ya lo han hecho con lucidez: Nando, Gerardo, Il Corvino, Manolo, el Ingeniero y Turello).
Prefiero pensar en qué le puede agregar, sumar a la Argentina un gobierno de Macri. Qué cosas de la realidad nacional podrá mejorar, como lo hizo el kirchnerismo con respecto al 2003 (sólo un necio podría asegurar que el país está peor que antes de la asunción de Néstor Kirchner).
En ese marco, reitero: planificado por varios de las cúpulas dirigenciales K, habría que evitar el helicóptero; que Macri finalice sus 4 años en una normalidad institucional, lo prometido por Cristina en su campaña de 2007. Nada más parecido al final del odio prometido.
Que aquella teoría de Torcuato Di Tella de que lo mejor que le podría ocurrir a la Argentina sería que se conformara un espacio electoral de centroizquierda y otro de centroderecha como forma superadora del que "se vayan todos" se convierta en carne, y la sana alternancia de ambos frentes sea una habitualidad.
Cristina seguro que se siente cómoda en ese esquema, especialmente si recordamos que su meta era conformar un sistema político a la alemana, más regido por el parlamentarismo que por el presidencialismo argentino, pero donde la gimnasia de formar gobierno con la fuerzas predispuestas del momento es moneda corriente.
Evitar el helicóptero, también y obvio, si es que esa figura es la simple catarsis de millones de desilusionados y acongojados por la derrota de ayer, de la que teníamos estas semanas y meses claras señales, especialmente cuando personas comunes salieron a las plazas a parar la maniobra saboteadora de muchos referentes K.
Repito: ¿con qué cosas puede mejorar el país el macrismo?
El fin de #LaGrieta (hiriente y eficaz construcción mediático-empresarial) dependerá más del kirchnerismo que del desempeño del propio Macri, que ahora sólo deberá ver cómo hará para cubrir con funcionarios nada más ni nada menos que CABA, PBA y Nación. Y contener a sus hordas, impacientes por ajusticiar a La Yegua y descalabrar su final de gobierno.
En el medio, vendrá la disputa por el PJ nacional, con Massa y De la Sota queriendo encabezar una nueva "renovación" a pesar de haber colaborado a las derrotas más inesperadas: PBA y Nación. Dicho proceso puede ayudar a jubilar a varios dirigentes, que hasta entregaron sus propias provincias, más allá de su aparente juventud y lealtad K.
Un noble gesto podría darse con la dirigencia kirchnerista cordobesa, casi responsable en exclusividad del triunfo de Cambiemos a nivel nacional, ya que fue en la provincia mediterránea donde el porteño sacó la ventaja que le permitió vencer a Scioli. Noble sería, digo, que den un paso al costado: nunca se pensó que fueran tan efectivos y eficaces, aunque ya teníamos señales claras, también.
"Llega el progreso", dice la tapa...
¿Qué podrá hacer Macri por él?
1 comentarios:
Eso que ahora llaman grieta existe desde el siglo XIX. Hoy, después del triunfo ajustado de la derecha, tal grieta se asemeja más al Gran Cañón del Colorado, y de seguro se ensanchará mucho más en los próximos meses.
Por otra parte, cuando se tiene hambre poco importa que el Presidente se vaya de la Casa Rosada en helicóptero o en triciclo. Lo único que realmente importa es que la situación cambie para mejor. Al menos en nuestro caso, la estabilidad sociopolítica del país dependerá más del próximo gobierno que de nuestra oposición.
La restauración conservadora ha comenzado. Argentina constituye el primer país de la región en caer. (Paraguay es otra historia.) ¿Quién le sigue? ¿Brasil? ¿Venezuela? Habrá que resistir. Una actividad en la que los militantes populares somos bastante diestros. Modestia aparte. El resto es faramalla pequeñoburguesa.
Saludos.
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