sábado, 21 de noviembre de 2015

Balotaje: festejos en Clarín

"E l pase de las mañanas de Radio Mitre entre Marcelo Longobardi y Jorge Lanata es una fiesta. Con una audiencia que supera el 46 por ciento del encendido de AM y triplica a la Radio 10 que el magnate patagónico Cristóbal López le compró –¿cara?– a Daniel Hadad, los chistes y las ironías entre los dos periodistas que Mitre injertó en su programación dan cuenta de los días de euforia que se viven en Mansilla 2668.
Según un cable de Télam de mediados de septiembre, en el primer semestre de 2015 el Grupo Clarín quintuplicó las utilidades netas que había obtenido en 2014. Entre enero y junio, ganó 1.677 millones de pesos y orilló los 1.705 millones que había alcanzado durante todo el año pasado. El holding de Ernestina Herrera de Noble aumentó las ventas de sus productos un 42,8 por ciento y multiplicó su rentabilidad más de 10 veces por encima del volumen comercializado. Según consta en el balance que Clarín presentó ante la Bolsa de Comercio, las ventas netas del grupo superaron los 12.500 millones de pesos, principalmente por el aumento de los ingresos medios por usuario –suscriptores de TV por cable y acceso a Internet– y la publicidad. No solo fue la empresa que más ganó entre las que cotizan en Bolsa, sino que superó en 20 veces la ganancia promedio de las compañías líderes.
Mientras las ventas de TV por cable y acceso a Internet representaron 9.231,7 millones de pesos de enero a junio (44,4 por ciento más que en 2014), Cablevisión perdió 8.400 abonados y quedó en 3 millones 510.790. Fibertel, en cambio, registró una suba de 137.097 y llegó a un millón 923.843 clientes. El Grupo Clarín compró el 49 por ciento de Nextel en 178 millones de dólares. Aunque desde el gobierno la operación fue objetada por la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información (Aftic), la adquisición de la cuarta compañía de telefonía móvil de la Argentina pulveriza el ideal de la pluralidad de voces, sobre todo, por su valor simbólico: Nextel representa apenas el 3 por ciento de un mercado que se reparten en porciones casi idénticas Claro (33 por ciento), Telefónica (32 por ciento) y Telecom (32 por ciento). Sin embargo, la operación consagra lo que Martín Becerra define como el ingreso del Grupo Clarín en la posguerra. “Por primera vez los veo pensando más lejos”, dice el profesor de la Universidad Nacional de Quilmes y de la UBA, e investigador del Conicet.
Martín Sivak, el autor de dos tomos necesarios sobre la historia de Clarín, aporta un dato que pone en perspectiva el saldo del multimedios. “El Grupo valía 3.500 millones de dólares antes del conflicto: ahora vale menos de la mitad y su palabra está en discusión. Pero al mismo tiempo los proyectos maximalistas del gobierno, que eran meter preso a Magnetto y que empresarios afines a Kirchner compraran el grupo, no resultaron. Eso no sucedió”.
Becerra explica que el ingreso de Clarín en Nextel es fundamental porque, con ese movimiento, el Grupo demuestra haber aprendido la lección del kirchnerismo: se puede crecer –e incluso afianzar la concentración– con argumentos democratizantes. Clarín compra una empresa marginal por la cantidad de abonados que tiene y porque no dispone de bandas de frecuencias que sean atractivas. “Para que la inversión en Nextel sea rentable, el Grupo va a tener que convencer al próximo presidente de que reabra la licitación de 4G o le permita por otras vías expandirse en 4G. Su argumento va a ser que se trata de un mercado estratégico –la telefonía móvil– cartelizado por tres empresas extranjeras y oligopólicas”.
En el terreno de lo simbólico, donde el kirchnerismo fue taquillero y aclamado por una platea sensible, el holding de la calle Tacuarí queda perfilado de la mejor manera para sentarse a esperar al sucesor de Cristina Kirchner. Con argumentos en contra de la concentración, puede fortalecer a Nextel como su punta de lanza en las telecomunicaciones móviles. La presidenta –su proyecto político– se irá del poder con el saldo favorable de haber llevado al Grupo al centro del ring para denunciar sus intenciones, pero con pocos logros en el terreno concreto.
Doctorado en Ciencias de la Información por la Universidad de Barcelona, Becerra consiguió algo casi imposible: ser reconocido como un analista válido por todas las partes en conflicto. Si Clarín aparece como uno de los grandes ganadores a la salida del túnel del kirchnerismo, Becerra entiende que no fue el único.“Telefónica navegó estos años con mucho talento. No es fácil tener el canal de mayor audiencia y sostener una relación con el kirchnerismo en muy buenos términos para arrancarle tantas concesiones”. Entre los grandes vencedores en la liga mayor de las comunicaciones figura el doble agente mexicano David Martínez, del Fondo Fintech, que logró comprar parte de Telecom y mantener al mismo tiempo su participación accionaria en Cablevisión como socio minoritario y a la vez decisivo de Clarín. Inadvertido en la batalla que todos los días se sobreactúa, Martínez espera la venia del gobierno para ingresar a Telecom/Personal/Arnet. Eso lo obligaría a vender su paquete en Cablevisión o moldear un testaferro admisible.
Las mieles de la victoria también tocaron a DirecTV, que arrancó con una cuota de mercado muy baja y creció de manera vertiginosa hasta superar el 30 por ciento con alrededor de 3 millones de abonados en el potente sector de la televisión paga. DirecTV –que además es accionista de Torneos y recibe a menudo los elogios de la presidenta– busca expandirse también al mercado de Internet con banda ancha inalámbrica. Por debajo de esa escala, aparece con el traje de burgués nacional el patagónico Cristóbal Manuel López que –a partir de la compra de los medios de Hadad– se convirtió en el faro más potente que ilumina las zonas oscuras de la oposición. El dueño de Infobae vendió todo y tiene al menos 40 millones de dólares para volver cuando Cristina abandone el poder. Para Becerra, sale muy bien parado, lo mismo que La Nación, aunque solo se hayan ampliado en contenidos digitales.
Dentro de lo que la ley dice y el gobierno no cumplió para nada, está la cuestión de las adecuaciones de los grupos concentrados, donde se avanzó realmente muy poco. Serán 15 o 20 adecuaciones importantes de las cuales ninguna está terminada al día de la fecha. Clarín, Vila-Manzano, Telefé, Prisa, Pierri, Hadad-Cristóbal López, Moneta. Todas en stand by. El gobierno argumenta que nada tiene sentido hasta que Clarín no complete su proceso de adecuación. Pero lo que hicieron cuando aprobaron el plan de actualización de Telefónica es un tiro en la médula de la ley. Aceptaron que no es extranjera, que no es servicio público y que no tiene el 35 por ciento de la cuota de mercado en televisión abierta, todo lo que la ley dice que no se puede, en este caso puntual –que no es el único por supuesto– se demuestra que no se cumple, no rige”, explica Becerra. Será el próximo gobierno el que deba administrar el vencimiento de las licencias de radio y televisión.
Las ganancias de esta franja de la corporación mediática contrasta con las imágenes del decomiso de los equipos de Antena Negra TV, una postal de septiembre 2015 que para algunos es una excepción y para otros un indicio de cara al poskirchnerismo que ya empezó. Seis años después de sancionada, la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no entró en vigencia. “Lo positivo es lo intangible, la cuestión más lírica, que es importante y que yo personalmente valoro mucho, que se tome nota de que los medios son empresas con intereses es un saldo político no menor. Más allá de que Scioli o Macri sean amistosos con los grupos concentrados, ahora saben que enfrentarse con una gran corporación de medios puede ser capitalizable”.
El kirchnerismo puso sobre la mesa la confrontación de intereses de la política con los medios de comunicación. Le dio nombre propio a sus rivales desde aquella tarde de 2009 en que Néstor Kirchner –enojado con la derrota del PJ en Catamarca– inmortalizó una pregunta en el Centro Deportivo Municipal de Tres de Febrero: “¿Qué te pasa, Clarín? ¿Estás nervioso?”. A partir de ese día, se sinceró una disputa que el holding había librado con todos los gobiernos democráticos con mayor o menor intensidad, después de haberse fortalecido durante la última dictadura.
Sin embargo, con el fin de la inocencia, la sobreactuación antimonopólica, los empresarios amigos del gobierno que acumularon medios y los escasos resultados en la aplicación de la ley, lo que sobrevino fue el cinismo, un largo estadio que hoy parece muy difícil de superar. Nadie cree. El famoso “33 por ciento” del espectro que la ley establecía para organizaciones sin fines de lucro –eje central para obtener el respaldo de los medios alternativos y populares– está tan lejos como siempre. Becerra explica que todavía hoy está sin diseñar el plan técnico de frecuencias que debería decirnos cuánto es el 100 por ciento y cuántas son las frecuencias operativas para radio y televisión en Argentina. “El gobierno no hizo nada o hizo muy poco por ese 33 por ciento. A Menem se lo criticaba porque daba permisos precarios provisorios, pero hoy las emisoras alternativas legalmente están tan precarias como en 2009”.
A la salida del ciclo, la intensidad del debate sobre los medios contrasta con un panorama en el que la propiedad no se alteró de manera sustancial: incorporó nuevos actores empresarios con el respaldo del Estado, pero estuvo lejos de ofrecer un espacio alternativo para los medios comunitarios y no comerciales. Con el recambio presidencial, es posible que se regrese a la pantalla anterior y se reediten escenas de un esgrima silencioso entre el poder mediático y el poder político. Sería reinstalar una dinámica de negociación a espaldas de la sociedad, aunque en peores circunstancias: otra vez el cinismo reventó a la inocencia".
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