"Córdoba no es una isla", resonó en el triunfante búnker delasotista, anoche, mientras la empresa venezolana Smartmatic retrasaba los resultados, que no exhibían un amplio triunfo oficialista como el pre candidato presidencial José Manuel de la Sota quería mostrar al país, a metros sólo de su tigrense contrincante, Sergio Massa, que se le había colado en el escenario a pesar de su deseo. Como venganza, no lo dejó hablar y adjudicarse la victoria de Juan Schiaretti, el ex gobernador que vuelve junto a un ex antidelasotista, el tecnológico intendente de San Francisco, Martín Llaryora. El Gringo ya había agradecido las felicitaciones de Cristina, Scioli y Zannini (Wado no pudo comunicarse desde La Rioja) y había homenajeado hasta los desaparecidos (él mismo sufrió los azotes de la Dictadura). La distancia con el macrista Oscar Aguad no fue la esperada (e instalada durante dos horas) de más de 10 puntos, sino poco menos de 6. Una estrechez no prevista ni por la próximamente disuelta Triple Alianza, más pendientes de pelearse por los votos de la Capital (entre Mestre Jr. y Juez al interior del frente, y entre Ramoncito y el Milico al interior del radicalismo) al extremo de que el intendente capitalino se ausentó para no mostrarse como partícipe de la derrota, con vistas a las elecciones del 13 de septiembre.
Por lo menos, los dos espacios mayoritarios históricamente en la provincia tenían cosas a las que prestarle atención, no como el "kirchnerista" Accastello, que se consolaba con el contador de chistes Cacho Buenaventura (que apenas si le agregó votos en Cruz del Eje) asegurando que será la segunda minoría de la Legislatura, detrás de Unión por Córdoba. Preferible, antes de ver que apenas si superaba el 17%, sólo 2 puntos más que la anterior elección K en la provincia (las legislativas del 2013), cuando el despliegue territorial y publicitario, y el apoyo de la Casa Rosada fue notoriamente menor. Pesan variables socioculturales muy arraigadas en la Córdoba (de la Fundación) mediterránea, pero también imposturas que ya supimos marcar por acá (algunos subrayaban que en 2011 el kirchnerismo no presentó candidato). Será el mismo Accastello que negoció hasta último momento con De la Sota ser el vice de Schiaretti el que quizás le ceda el lugar al electo gobernador cuando éste explicite su apoyo al sciolismo, hambriento de nuevos fondos para la provincia y deseoso de que el vano enfrentamiento de De la Sota con el kirchnerismo concluya: demasiados muertos salieron del placar cordobesista, ahora embriagado con su "nuevo modelo", ése que buscará reemplazar a ese cordobesismo que lanzó en 2011 De la Sota, entusiasmado por su victoria, hasta que 15 días después Cristina logró el 50% en las PASO de ese año. Este año, sueña con utilizarlo para vencer al cada vez más desdibujado Massa en las PASO. Este año, su "modelo" (que Schiaretti caracterizó desde la melena de Kempes hasta el fernet con Coca) tiene más tiempo que en 2011: 33 días, hasta el 9 de agosto. Mientras tanto, todos sacan cuentas. Poco ha cambiado (y cambiará), a pesar de las promesas.
lunes, 6 de julio de 2015
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