Con el asesinato de Rucci, Perón tuvo la certeza de que FAR y Montoneros habían retomado la acción armada. “Perón allí decide que va a terminar con esos sectores”, observó Juan Manuel Abal Medina. Julio Santucho, hermano del líder del PRT-ERP, diría en su libro “Los últimos guevaristas” que durante “el último año de su vida, más que gobernar, Perón se dedicó a combatir a la izquierda. Y desplegó una estrategia basada en la utilización combinada de métodos legales e ilegales”.
Según la historia oral, el comisario Villar en Gaspar Campos se encontró con un Perón enojado. Tras unas palabras de bienvenida, el dueño de casa le expresó su preocupación acerca del desarrollo del fenómeno subversivo y le pidió que se hiciera cargo de la subjefatura de la Policía Federal, con amplios poderes para designar a sus colaboradores.
Para los que lo conocieron, Villar habría aclarado “No soy peronista”, a lo que Perón respondió que eso lo sabía, pero que lo convocaba porque “la Patria lo necesita”.
En un momento del encuentro se produjo el siguiente diálogo:
-Villar: -Señor presidente, ¿tenemos mano libre para terminar con la subversión?
-Perón: -Para eso lo he llamado, necesito poner orden.
-Villar: -Señor presidente, ¿me permite una pregunta? Necesito hacérsela.
-Perón: -Pregunte. Estamos en confianza.
-Villar: -Usted me está ordenando que nosotros lo ayudemos a poner orden, y vamos a cumplir. Ahora, con el respeto que se merece, ¿usted sabe que hay gente con la que usted trata que no está de acuerdo con la convivencia democrática? Algunos hablan en su nombre pero en la intimidad dicen de usted barbaridades.
-Perón: -Comisario, en mi gobierno nadie tiene “coronita”. ¿Usted está al tanto de quiénes son todos los jefes del terrorismo?
-Villar: -Sí, señor. Aquí tengo algunos antecedentes.
En ese momento el jefe policial le entregó una carpeta de tapas color azul marino y letras doradas que rezaba: “Policía Federal. Superintendencia de Seguridad Federal. Dirección General de Inteligencia”. Y en letras más grandes: “Album fotográfico de extremistas prófugos”.
Perón abrió la carpeta, la observó un rato en silencio y, guiñándole un ojo, le dijo: “Pensé que habían quemado todos estos expedientes. ¿No fue ésa la orden del ‘jovencito’ Righi?” (en realidad pronunció “Riggi”). Villar repuso: “Señor presidente, si me permite, le voy a responder con una gran enseñanza suya. No quemamos nada porque ‘los hombres son buenos, pero si se los vigila son mucho mejores’”.
Perón no tuvo otro remedio que reírse, y palmeándolo le dijo: “Bueno Villar, lo he convocado para que me ayude a poner orden. Cuenta con mi confianza: proceda ... y déjeme la carpeta”.
A la salida, uno de los acompañantes, con aire de preocupación, le dijo al nuevo subjefe de la Policía Federal: “Le dejamos la carpeta, ¿qué va a hacer con ella? ¿La carpeta tiene todo?”. A lo que Villar contestó: “No le puse todo, sólo algunos antecedentes. Toda la información la tenemos nosotros, ahora lo vamos a ayudar”. Mirando al otro acompañante, preguntó: “¿Escuchaste bien, Negro? Entonces, ahora, piña, patada y máquina”. La Carpeta Azul estuvo en poder de Perón hasta enero de 1974, cuando se mudó a Olivos. Contenía los antecedentes de importantes jefes de las organizaciones armadas".
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"Villar estaba viviendo sus últimos días. Al margen del ERP y de Montoneros, también le preocupaba su hija Mercedes, que se había ido a vivir a un santuario hippie, en El Bolsón, una localidad en el sur de la Argentina, que era foco de atracción para jóvenes que aspiraban a vivir en comunidad. Mercedes se había
enamorado de un francés, y de ese amor nacería Emmanuel Horvilleur, que en los años noventa se revelaría como una precoz estrella del rap, el pop y el rock, a través de su grupo Illya Kuryaki & The Valderramas. Por cuestión de meses, Villar no llegó a conocer a su nieto. El 1 de noviembre de 1974, a poco de embarcar con su esposa, Elsa Pérez, en su crucero Marina para dar un paseo por el Tigre, volaron por los aires. Si bien los montoneros hicieron de su muerte un trofeo de guerra, asumiendo la operación, tanto en el interior del ministerio como en la Policía Federal, el primer sospechado de organizar la ejecución fue el mismo López Rega.
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En 2010 hablaron de su abuelo: ""Espero no tener ni uno de los genes de él", dice Lucas y "él" es el abuelo materno Alberto Villar, ideólogo del siniestro aparato de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Villar y su esposa fueron asesinados por Montoneros el 01/11/74, antes de que Lucas y Emma nacieran: volaron su lancha. La historia, que nunca había sido contada, abrió un tajo en la familia porque su hija (la mamá de ellos) "lo batalló grosso y no le fue fácil": exilio interno en El Bolsón, donde fue una de las primeras hippies argentinas. "No siento la influencia de mi abuelo en ningún lado", revela Emma. "No te voy a decir 'por suerte no lo conocí' porque sería injusto con mi madre. Pero no hay nada más alejado de mí que lo que él era. No creo en los partidos políticos pero sí en los hechos. No me gustan los montoneros, ni los milicos ni la cana"".
Agradezco la fundamental colaboración de Miguel Nones en la realización de este post
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