Roa (Clarín): "Nunca podremos agradecerle bastante a Amado Boudou. Véanlo: con su guitarra y voz desafinadas, las camperas de cuero y las Harley Davidson, su sonrisa ganadora, Puerto Madero y la farándula y la banda de buscas que lo acompañan desde Mar del Plata ha contribuido como pocos a desnudar al kirchnerismo de carne y hueso. Y lo ha hecho nada menos que desde la vicepresidencia de la Nación.
Aplicó todas las contraseñas para permanecer en el poder K: fingir servilismo y atacar siempre a los medios. Hizo lo que se le pedía y lo que no se le pedía también: abrió en su despacho oficial una oficina para negociados políticos.
Por el más famoso de ellos, la apropiación de Ciccone, ahora debe rendir cuenta a la Justicia. Fue una sucesión de maniobras que empezaron cuando Boudou era ministro y Kirchner aún vivía y que sólo se explican porque contaron con el paraguas del ex presidente.
De la mano de Cristina llegó como un político best seller y puede durar menos que un best seller. Va a declaración indagatoria. ¿Por qué él? ¿No hizo cosas que hicieron otros? Quizás porque las cosas empiezan a cambiar para siempre.
Y sí, quizás empezó el final".
Van der Kooy (Clarín): "La decisión del juez Ariel Lijo de citar a declaración indagatoria a Amado Boudou por el escándalo Ciccone causó, a primera vista, dos fuertes efectos: colocó a Cristina Fernández en las orillas de una crisis política e institucional y esterilizó el sabor a victoria con el cual Axel Kicillof y el Gobierno habían trajeado el acuerdo con el Club de París, que le costará ahora a la Argentina 9.700 millones de dólares. En octubre pasado, después de la derrota electoral, la Corte Suprema acudió en auxilio del poder cuando a dos días del domingo negro falló a su favor sobre la ley de medios.
Ese antecedente, claro está, carece de valor en estas horas para el kirchnerismo. Más todavía cuando parece no encontrar el rumbo para ordenar la adecuación de los medios que presentaron sus planes. El verdadero problema consiste, sin dudas, en cómo sobrellevar el peso de la carga política que representa Boudou.
Y, en especial, cómo intentar disociarla de la Presidenta. Aunque se lograra, con una hipotética renuncia o un pedido de licencia del vicepresidente, el escándalo salpicaría de todos formas la figura de la mandataria. Por una razón sencilla: fue ella, contra la opinión de todos, quien lo empinó en el poder.
La exposición del vicepresidente ante la Justicia encerraría otros peligros. Solo y acorralado podría realizar, tal vez, revelaciones hasta hoy desconocidas sobre su participación en el plan para levantar la quiebra de Ciccone. Y sobre su compra posterior".
Pagni (La Nación): "Anteayer por la tarde, Lijo describió ante varios amigos la encrucijada a la que había sido sometido. Alguien le había informado que el camarista Eduardo Farah iba a acusarlo por irregularidades en la investigación del financiamiento de la compra de Ciccone. Según esa versión, el dictamen de Farah, durísimo, serviría para una acusación en el Consejo de la Magistratura. Colaboradores de Lijo agregaron que se lo quería acusar de proteger al banquero Jorge Brito, cuyo Banco Macro tramitó varias operaciones ligadas al desembarco de The Old Fund en Ciccone. Incluso el vicepresidente de esa empresa, Máximo Lanusse, había salido del Macro. Brito no figura en el escrito de Lijo. Pero fuentes cercanas al juzgado explican que "el empresario que parece involucrado es Raúl Moneta".
En esas confesiones vespertinas, Lijo se justificó: "Yo estaba dispuesto a llevar todo para después del Mundial, como preferían en el Gobierno, pero las presiones me obligaron a precipitar la decisión". Su relato coincide con otros similares. Pero fuentes de la Cámara Federal afirman que, antes de tomar alguna medida sobre Lijo, se hicieron consultas con políticos de distintos partidos. Esos dirigentes anticiparon que cualquier limitación al juez sería intolerable. Quienes fantasean con que el papa Bergoglio juega un rol determinante en la petite histoire argentina, recordaban ayer que hace tres semanas el Pontífice recibió a Lijo en audiencia privada.
Scioli dio una nota distintiva. Para él el infierno de Boudou es más mortificante que para el resto. El juez Lijo convalidó la declaración del representante de la imprenta Boldt, Guillermo Gabella, quien reveló una gestión de Lautaro Mauro para que José María Núñez Carmona presionara a esa empresa en nombre de su socio, el vicepresidente. El objetivo era conseguir que Boldt devolviera a Ciccone el taller que le había alquilado. Mauro es un estrechísimo colaborador de Scioli, que cobró notoriedad como organizador de la última visita de Marcelo Tinelli a la quinta La Ñata. Cuando ayer le preguntaron por la situación de Boudou, Scioli contestó: "No voy a hacer comentarios".
Los padecimientos de Boudou no se deben sólo a la sospecha de que está detrás de la compra de Ciccone. Hay otros desarreglos que demuestran que ha violado las reglas del ecosistema en que se mueve. ¿Qué llevó a Nicolás Ciccone y a su yerno, Guillermo Reinwick, a declarar contra quien antes habría sido su benefactor? Según amigos de la familia, Boudou les compró la empresa, pero no se la pagó. Para los Ciccone, entonces, es crucial que les reconozcan esa deuda. El modo más fácil de lograrlo es que la Justicia declare fraudulento el desembarco de The Old Fund, y les devuelva la imprenta, con los valiosísimos terrenos que la rodean. O que el fisco los indemnice por la estatización.
La situación en la que Lijo puso al vicepresidente cobija mensajes que van más allá de una historia de vida poco edificante. Que Cristina Kirchner haya podido cometer el error de exaltar a la segunda jerarquía del Estado a alguien que, como Boudou, confesó en un encuentro de jóvenes kirchneristas que "si me hubiera dedicado a la profesión ya estaría preso", permite calibrar la falta de límite político con que se ha ejercido el liderazgo del país durante la "década ganada". La promoción a la vicepresidencia, eludiendo todo cursus honorum, de un economista sin más antecedente que un brumoso pasado en la Ucedé, es otro síntoma de la crisis política en la que está atrapada la Argentina.
Sin embargo, el llamado a indagatoria de ayer resulta alentador en un país en el cual los jueces suelen imputar a los funcionarios cuando ya han dejado de serlo. Una tradición que se remonta al Juicio de Residencia indiano, para la cual "poder significa impunidad", como sentenció el filósofo Yabrán. Lijo modifica esa conducta. O demuestra la pérdida de poder que está sufriendo el kirchnerismo".
Alconada Mon (La Nación): "¿Boudou habría actuado por su cuenta o por orden de Néstor Kirchner? Kirchner detestaba a los Ciccone. Los acusaba de vínculos con la dictadura, con Alfredo Yabrán y con negociados, como el de Siemens y los DNI. Pero tampoco quería a su rival, Antonio Tabanelli, el dueño de Boldt, al que consideraba financista oculto de los sueños electorales de Eduardo Duhalde y de Daniel Scioli.
Y, para peor, su fiel secretario de Hacienda, Daniel Pezoa, estimó que revitalizar la Casa de Moneda costaría $ 500 millones. Así es como, según múltiples funcionarios, empresarios y abogados involucrados en el "caso Ciccone" que dialogaron con LA NACION durante los últimos años, Kirchner dio la orden de tomar el control de Ciccone para luego quitarle los contratos a Boldt y cerrar así uno de los grifos de sus archienemigos.
Las fuentes consultadas también coinciden en que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no participó en aquella decisión, acaso como fruto del "doble comando" que la enfurecía. El único que contradijo esa versión fue el socio de Boudou, José María Núñez Carmona, cuando en una reunión con los Ciccone en el hotel Hilton se ufanó de actuar bajo órdenes del matrimonio presidencial y se puso a imitarla, según dos testigos, gestos incluidos: "¡A Boldt, no! ¡A Boldt, no!" Los funcionarios señalan algo más: cuando estalló el escándalo, fue ella quien ordenó defender a Boudou a cualquier costo.
Entre sus íntimos, Boudou lo dice de manera franca: "Néstor me dio la orden. Me dijo «andá y sacale ese negocio a Duhalde». Yo le cumplí"".
Obarrio (La Nación): "El impacto de la noticia pegó en la línea de flotación del Gobierno. La presidenta Cristina Kirchner evitó ayer opinar públicamente sobre la citación judicial a Amado Boudou para que declare como indagado en la causa Ciccone. Pero se comunicó desde Olivos con su vicepresidente para darle todo el apoyo político y anticiparle que varios ministros harían declaraciones públicas durante el día para respaldarlo y descartar un pedido de renuncia o de licencia en su cargo.
La primera mandataria tomó la decisión del juez Ariel Lijo con mucha preocupación. Había imaginado para este fin de semana una recuperación de su protagonismo económico e internacional. Celebró como un triunfo histórico el acuerdo obtenido con el Club de París para pagarle la deuda de 9700 millones de dólares, que fue elogiado incluso por dirigentes opositores.
¿Le soltará la mano la Presidenta a Boudou? En el Gobierno aseguran que por un lado ya el kirchnerismo, léase el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, como operador judicial, no puede intentar negociaciones en los tribunales para defenderlo. "No puede evitar que Lijo siga adelante, es independiente", aseguran. Pero lo que no hará Cristina es pedirle al vicepresidente un paso al costado.
"Ése es un costo político para Cristina mucho mayor al de sostenerlo en el cargo. Su renuncia pegaría muy cerca de los Kirchner. Por eso intentarán prolongar la agonía todo lo necesario. Ahora, ¿el día que deje el Gobierno?", señaló con aire enigmático una fuente oficial bien informada".
Fontevecchia (Perfil): "La situación del kirchnerismo no será fácil. Ni Menem, con todas las pruebas de corrupción que su gobierno acumuló durante sus diez años, tuvo que enfrentar un año y medio antes de dejar el poder la posibilidad de tener un ministro procesado. Mucho más grave aún es que sea el vicepresidente.
El eventual procesamiento, posterior juicio político y destitución del vicepresidente marcarían un hito en la historia política argentina, como fue la destitución de Collor de Mello, que marcó para siempre el proceder de los presidentes en Brasil y recientemente la cárcel para José Dirceu, mano derecha de Lula y principal dirigente del partido del gobierno, el PT.
Le falta a la democracia argentina una Justicia con un protagonismo político mayor, como hubo en Brasil o en Italia".
Leuco (Perfil): "Axel Kicillof será el candidato a presidente de Cristina. Ella lo llama “genio” en la intimidad y estaba esperando algún logro importante que sirviera como trampolín para el lanzamiento. Por eso no sólo lo felicitó por cadena nacional, algo infrecuente en la mezquindad de los Kirchner, sino que hasta se compadeció de que no había podido dormir en toda la noche. Pobre Kichi. El destino le dio la revancha a Cristina al mismo tiempo de que el juez Ariel Lijo extendía poco menos que el certificado de defunción política a Amado Boudou, quien había sido el elegido anterior para sucederla en el cargo. Aquel delfín que CFK bendijo en soledad para que fuera su compañero de fórmula hoy está más cerca de la cárcel que de las urnas. Axel tiene un perfil similar pero, por ahora, ninguna sospecha de corrupción.
Cristina está eufórica. Nada empaña su alegría por haber encontrado un heredero que deje conforme a todos, que tape la macana que se mandó con Boudou y que sea competitivo electoralmente.
Pero recibió misiles de la Justicia suiza y la de entrecasa. Primero, porque desde el exterior se confirmó la investigación periodística del programa de Jorge Lanata sobre la ruta del dinero K de Lázaro Báez, el socio de Cristina y Néstor. Segundo, porque la tarjeta amarilla a Boudou impacta de lleno en el capital simbólico del matrimonio presidencial.
A Cristina la erosiona porque fue de su entera responsabilidad la decisión que encumbró a Boudou como vice, cuando ya se sabía que era el jefe de una banda de malandras, y a Néstor, porque la orden de quedarse con Ciccone se la dio el ex presidente. El tema revulsivo es que cuando murió el ex presidente, Amado dijo “papita para el loro”, se frotó las manos y aceleró el operativo para apropiarse de la fábrica de billetes. Ese día comenzó a sepultarse como ciudadano".
Confalonieri (Perfil): "Boudou se tomó la noticia, dicen en su entorno, con tranquilidad. “Se va a defender porque entiende que no hay pruebas en la causa para procesarlo”, indicaron. Atribuyeron el apuro del juez Lijo a una maniobra del abogado de Clarín, Gabriel Cavallo, que, según ellos, echó a correr el rumor de que el magistrado iba a ser apartado de la causa".
Bárbaro (Perfil): "Lo de Boudou viene en los tiempos de éxito absoluto, cuando se animaban a soñar eternidades. Y es la elección de Cristina, una manera de delatar su concepción de la política y de la vida. El cuento de los militantes es eso, cuento, los espacios son para los triunfadores sin ideas, sin historia, o con la historia que se impuso en estos años, aquella donde sólo importaba la obediencia. La militancia y las ideas, escribir y discutir, participar en serio del sueño de cambiar la sociedad, de eso no hay ni hubo nada. Es un mundo de nepotismo y obediencia, de aplaudidores al discurso del día.
Cuando alguno dice que es todo un castigo mediático está describiendo lo que piensan, si terminaban de comprar todos los medios ya a nadie se lo iba a acusar de nada oscuro, el oficialismo era el actor y a la vez el crítico, y con Justicia Legítima el círculo estaba cerrado. Una dictadura que perseguía a los disidentes por molestar sus proyectos personales".
sábado, 31 de mayo de 2014
El #RelatoAntiK, extasiado por la indagatoria a Boudou: "Conmoción, crisis, catástrofe y un país mejor"
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