Joaco (La Nación): "La Presidenta llegó a presionar a la Corte Suprema de Justicia para que
ésta dictara una sentencia contra muchos medios periodísticos del país.
Callarlos, en fin. El kirchnerismo no pudo hacer aquí lo que está
logrando el chavismo en Venezuela: dejar a los diarios sin papel y
eliminar a los dueños independientes de la radio y la televisión. No
pudo, todavía. Pero en el Congreso está dormido, no muerto, un proyecto
kirchnerista para expropiar Papel Prensa, que dejaría a los diarios de
aquí en la misma situación agónica que sufren los diarios venezolanos.
Perdidoso e inestable, el cristinismo reacciona como un animal
herido. No se olvidó de la Justicia. El desembarco de La Cámpora en el
Consejo de la Magistratura es cualquier cosa menos una anécdota. Es la
vieja y frustrada reforma judicial hecha con otros métodos. Es posible
que el próximo presidente del Consejo sea el senador Marcelo Fuentes, un
cristinista pasional y beligerante, convencido de que defiende una
revolución alucinada. Con buenas y con malas artes, el cristinismo ha
conseguido en el Consejo una mayoría simple de sus miembros. No tiene la
mayoría especial, los dos tercios, que le permitiría destituir y
designar jueces.
La mayoría simple es suficiente para lo que el
oficialismo se propone. Acusar a los jueces. Someterlos a una
insoportable presión mediática de calumnias y agravios a través de la
cadena constante de medios oficialistas, privados y públicos. Hacer, en
fin, lo mismo que hace Alejandra Gils Carbó con los fiscales.
Asustarlos. Rodearlos hasta dejarlos sin respiración.
El otro objetivo es quedarse con los fondos del Poder
Judicial, que no son estrictamente los de la Corte Suprema. Significan
el 85 por ciento de los recursos que el presupuesto le destina a ese
poder del Estado. Serían administrados por una antigua candidata de
Cristina, una militante -cómo no? de La Cámpora. En manos de la Corte
Suprema quedaría sólo el dinero necesario para el funcionamiento de ese
tribunal y de los organismos que dependen directamente de ella.
Controlar el Poder Judicial. Es el viejo proyecto de Cristina. Nunca
encontró una fórmula completa. Pero ahora tiene un plan. Plata y temor.
El viejo recurso del kirchnerismo.
La Argentina no es todavía la convulsionada Venezuela. La sociedad
opositora no está en la calle ni el Gobierno ordenó meter presos a los
opositores. Aquí, quedan algunos medios periodísticos independientes (en
Venezuela todos están muy condicionados) y el Poder Judicial tiene
importantes retazos de independencia. En Venezuela todos los jueces que
importan son chavistas.
El peligro es que los conceptos y las palabras de aquí y
de allá son demasiado parecidos. Los problemas son similares.
Inflación, escasez, falta de dólares, denuncias al voleo de improbables
conspiraciones. ¿Podrá evitarse un final idéntico?".
Edu van der Kooy (Clarín): "Cristina nunca terminó de digerir el rechazo parcial de la Corte a su reforma judicial, sucedido antes de la derrota en las primarias de agosto. Volviendo sobre sus pasos, y en el eclipse del poder, pretendería redoblar la apuesta: así debe valorarse la incorporación de dos miembros de La Cámpora (el diputado Eduardo De Pedro y el secretario de Justicia, Julián Alvarez) al Consejo de la Magistratura. La Cámpora es ahora el eje de la gestión kirchnerista, por encima del PJ.
El plan presidencial contaría con tres propósitos durante la transición. Los K manejan en la Magistratura la Comisión de Acusación.
Una herramienta poderosa para aplicar sobre los jueces que se consideren rebeldes.
Del control de los fiscales se encarga la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó. Un ejemplo es el desierto al que acaba de ser condenado José María Campagnoli, que investiga en parte la ruta del dinero del empresario K Lázaro Báez. El abroquelamiento kirchnerista se percibió la semana pasada en dos casos: la defensa cerrada de Capitanich a favor de Sergio Schoklender y Hebe de Bonafini en la causa por la construcción de viviendas con fondos públicos, tras un informe de la Auditoría General de la Nación; la descalificación de la indagatoria dispuesta por el juez Claudio Bonadio para el ex jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, por supuesta malversación de dinero en publicidades oficiales. El fiscal Jorge Di Lello y el juez Ariel Lijo deberían tomar nota sobre esto: ellos tienen el escándalo Ciccone, que compromete a Amado Boudou. No les resultará sencillo progresar en la cuestión.
Otro objetivo de Cristina serían los fondos del Poder Judicial.
Ya intentó meterles mano cuando lanzó aquella frustrada reforma. El presupuesto de la Justicia asciende al 3,5% del global. De ese total, el 0,57% es administrado por la Corte Suprema. El resto corre por cuenta del Consejo de la Magistratura. Siempre se aduce que el organismo está trabado por motivos políticos. Que esa traba paraliza los concursos y deja muchísimos juzgados vacantes. Sería una verdad a medias: el Consejo sufre también un desfinanciamiento por gastos inexplicables. Antes de fin de año la Corte debió socorrerlo con una partida extra. Como broche de la ofensiva, los K se propondrían también ocupar la Administración General de la Corte, un sillón que está vacío hace tiempo.
En paralelo, la Presidenta proclamó su solidaridad con Maduro por las marchas de protesta en Venezuela que derivaron en salvaje represión. Y denunció intentos de desestabilización, como lo hace aquí. En ese espejo opaco, antes que en ningún otro, ambiciona reflejarse Cristina".
Fonte (Perfil): "Hace bastantes años, en una de estas contratapas, titulada “La
querida inflación”, explicaba que no había que creerle a Néstor Kirchner
cuando se quejaba de los empresarios inescrupulosos que causaban la
inflación, porque el Gobierno estaba feliz de crear un nuevo impuesto
con el que financiar más aumento de gasto público y simultáneamente
aparecer enfrentado a los enemigos del pueblo, a quienes
responsabilizaba por lo que él hacía y además gozaba.
La devaluación tiene efectos no deseados pero también –como la
inflación– produce beneficios en las cuentas del Gobierno. Los que se
acrecientan si tampoco paga el costo político de su parte negativa,
traspasándoselo –en palabras de Carta Abierta– a “una gran restauración
del viejo país oligárquico pronta a mostrar sus dientes de hierro, lo
que serían sus herramientas de ajuste”. O sea, el ajuste no lo hace
Kicillof sino sus adversarios, y el Gobierno es el héroe que lucha
contra los monstruos del mercado.
Es una experta inversión de la causa, técnica en la que el
kirchnerismo es gran maestro y habilidad que le ha permitido mantenerse
con bastante aprobación durante el período inininterrumpido más largo de
la historia política argentina. En psicoanálisis siempre se le pregunta
al paciente que se queja: “¿qué tiene que ver con lo que cuenta que le
pasa?”. Porque que haya exportadores que prefieran posponer la venta de
sus productos porque ven que el Gobierno está devaluando más rápido y le
convenga esperar, o financistas que percibiendo lo mismo inviertan en
dólares en lugar de oro o acciones, es lo normal si previamente se
crearon las condiciones de posibilidad para que ello ocurra. Era el
propio Gobierno quien al acelerar el ritmo de las devaluaciones indicó a
los actores económicos que estaba dispuesto a promover el aumento del
precio del dólar.
Los dos principales problemas de la política argentina son la hipocresía
y la inversión de la causa. La inflación, la devaluación y muchos otros
males, son su consecuencia".
La tía Bety (Perfil): "Hay gente que tiene que hacer un examen de
conciencia. No lo digo yo. Lo dice Carta Abierta: “Quienes se sintieron
alguna vez llamados por un conjunto de decisiones gubernamentales, cuyos
grados de imperfección o de error están y deben estar en discusión,
pero que tuvieron clara vocación de autonomía y soberanía nacional y
social, y asimismo de justicia emancipatoria en todos los ámbitos de la
vida económica, pública y cotidiana, deben nuevamente realizar un examen
de su vocación política”.
Sí, leyó bien, los que tienen que realizar un examen son los que
alguna vez en estos años se sintieron cerca del Gobierno y se fueron
alejando. Leyó bien: el comienzo de la frase despierta la esperanza de
que Carta Abierta aconseje al Gobierno un examen de sus actos y averigüe
por qué se alejaron los que se alejaron. No. Son los que se alejaron
los que tienen que examinarse: el problema está en sus conciencias, no
en el Gobierno. El error siempre está afuera.
Esta inversión de la responsabilidad es portentosa. Si un gobierno
popular pierde sus apoyos de clase media (digamos que ha perdido esa
fracción y no la roca madre de “los de abajo”), la responsabilidad de
pensar la pérdida no toca a ese gobierno sino a los que se retiraron.
Como Carta Abierta caracteriza a la situación actual bajo el peligro de
“la restauración del viejo país oligárquico”, los que antes apoyaron al
kirchnerismo, en lugar de ser nuevamente atraídos por una autocrítica
del Gobierno, de sus dislates y sus obsesiones, deberían pensar que hace
dos semanas se instituyó un programa social para los jóvenes; que
medidas así hicieron de ellos kirchneristas y deben volver a tener su
eficacia. Este ejemplo es mío, pero no creo interpretar mal a Carta
Abierta que nos dice: acuérdense, que después van a llorar".
lunes, 17 de febrero de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario