Ojo.
Y chavista.
Onda un spyware potente que espía para la DiKtadura.
Y embiste contra los pobres empresarios, claro.
Ya lo dijo Pepito, el domingo, en el diario El Día: "Si bien es cierto que no hay muchas razones para asombrarse, el último grito de guerra del Gobierno provocó escalofríos y hasta incredulidad en la capital del país y en otros centros urbanos. Los batallones gerenciales de La Cámpora desataron sobre fines de la semana una campaña de agit-prop pidiendo a la población un “apagón del consumo” para castigar a las empresas cuyos propietarios son considerados enemigos. Chavismo puro y duro, pero ¿cómo hace para pedir cero consumo un gobierno cuya retórica pro-consumo es el alfa/omega de sus desvelos ideológicos? Otra vez lo hicieron.
(...) La guardia de hierro camporista llama a la guerra de clases, ya sin sutilezas. Los carteles de Unidos y Organizados en las calles de la Capital se complementaron con pintadas de un Partido Comunista ahora llamado Congreso Extraordinario, las hilachas terminales del viejo stalinismo criollo. “Conocelos. Estos son los que te roban el sueldo” dicen en su lema principal, y agregan: “Aumentó el precio de todo para sacarte la plata a vos”. Los condenados al escrache son Alfredo Coto, Juan José Aranguren (Shell), Daniel Fernández (Carrefour), Liliana Frávega, Matías Videla Sola (Jumbo) y Horacio Barbeito (Wal Mart). Sacado del gobierno por cirugía estética de urgencia, Guillermo Moreno sigue siendo numen. Hacen ahora lo que le hizo Luis D’Elía a Shell por órdenes de Néstor Kirchner años atrás.
Convocan a un “apagón de consumo” mediante las redes sociales y piden boicotear las compras. Es casi imposible encontrar a escala mundial una operación política tan esencialmente irracional. ¿Reducir el consumo desde el gobierno como manera de domar la temible inflación? La Argentina retrocede a velocidad intensa. Lastimosamente pasado por encima en la abortada profesionalización del ese invento de matriz teórica mussoliniana que es “Fútbol para Todos”, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, asegura ahora que “es absolutamente necesario apoyar la soberanía del consumidor, y una de las condiciones básicas consiste en no comprar en comercios o empresas donde el valor del bien se incrementó en modo desmesurado”. De inmediato de sus labios salió la consigna del vigilantismo más retrógrado: “cada argentino tiene que actuar en defensa propia”. Un país donde la intimidación y el peligro acechan a las empresas, en el marco de una economía hambreada de inversiones e incapaz de dar señales de confianza, se convierte ahora en una sede regional cada vez más cercano a la praxis chavista".
Es que la inflación no ataca a los anti K de bien, boló.
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miércoles, 12 de febrero de 2014
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