miércoles, 9 de agosto de 2017

Lo que hay detrás de los ataques del gobierno argentino contra los mapuches

La desaparición de Santiago Maldonado tocó una fibra íntima del círculo presidencial, más allá de constituir un nuevo papelón de la administración de Cambiemos ante el mundo en materia de derechos humanos: la ONU tuvo que emitir un nuevo exhorto al gobierno argentino para que los respete, como cuando lo hizo meses atrás por el caso Milagro Sala.
Los intentos del relato macrista de relacionar el grave caso de Maldonado y las protestas del pueblo mapuche representado por Facundo Jones Huala con una conspiración kirchnerista con financiamiento inglés y regar el discurso de palabras como "terrorista", "guerrilla", "violencia armada", "anarquía", "república mapuche autónoma" quizás no sea lo central.
La reacción destemplada de los funcionarios macristas (con Patricia Bullrich a la cabeza, pero acompañada por los medios y las redes de trolls oficialistas alimentadas por la jefatura de Gabinete de Marcos Peña) estaría obedeciendo a razones que se hunden en la trágica historia de la Patagonia argentina.
En este sentido, un post de marzo del año pasado cobra actualidad nuevamente: "El libro "Menéndez, rey de la Patagonia", del historiador español José Luis Alonso Marchante, narra cómo José Menéndez, inmigrante asturiano, se apoderó de manera fraudulenta de miles de hectáreas en la Patagonia chilena y argentina y participó del exterminio de los pueblos originarios.
Marcos Peña es descendiente de los Menéndez. Su madre se llama Clara Braun Cantilo -hija de Luis Eduardo Menéndez Braun-, que tuvo otros cuatro hijos, además del actual jefe de Gabinete de Macri: Ignacio, Tomás, Julián y Andrés. María Teresa Josefina Cantilo Achával se llama la abuela de Peña. El apellido Cantilo une a los Peña y Braun con los Bullrich, Patricia (ministra de Seguridad, y Esteban, ex ministro de Educación).
El secretario de Comercio, Miguel Braun -primo de Marcos-, es hijo del economista Oscar Braun, hijo de Mauricio Braun, yerno de José Menéndez y socio en los negocios turbios, facilitados por el genocidio patagónico.
En el año 1908, en Trelew, José Menéndez y Mauricio Braun unieron sus empresas y dieron origen a la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, que se inició como almacenes generales, con estancias y una flota naval de su propiedad. Debido a la extensión y a la complejidad del nombre, los habitantes de la Patagonia la llamaban simplemente "La Anónima". Con más de un siglo de actividad ininterrumpida, La Anónima es sinónimo de supermercadismo en la Patagonia y otros puntos del país, posicionándose como la cuarta empresa del rubro en el ámbito nacional y la segunda de bandera argentina.
"Las leyes de colonización chilenas y argentinas, que he estudiado en detalle, establecían como límite 30 mil hectáreas para ser entregadas en arriendo a los colonos, porque la intención que se tenía sobre el papel era que llegaran los inmigrantes europeos a instalarse con pequeñas estancias ganaderas, que es por ejemplo lo que pasó en Australia, pero Menéndez, Braun y otros, lo que hacen es conseguir que los gobiernos chileno y argentino se salten sus propias legislaciones para obtener más tierras, pertenecientes obviamente a su habitantes originales. José Menéndez se movía en los pasillos del Congreso de Santiago y Buenos Aires con muchísima habilidad y dinero, llegando a tener en nómina a gobernadores de la Patagonia. En el caso de Chile, a Mariano Guerrero Bascuñan, que cuando dejó de ser delegado de gobierno en Magallanes se fue a Santiago y trabajó para los estancieros. En Argentina con Carlos Moyano, que fue gobernador de Santa Cruz, pasó lo mismo. Eran conseguidores de tierra. Existe una responsabilidad absoluta de los gobiernos, pues permitieron toda clase de tropelías", explicó Alonso Marchante.
El doctor Antonio E. Díaz-Fernández, descendiente del pueblo diaguita-kalchakí, recordó que "aún espera justicia el genocidio del pueblo selk´nam de la Patagonia Austral llevado adelante desde finales del siglo XIX por parte de los estancieros Braun Menéndez, con la complicidad y colaboración del Estado. Los gloriosos 100 años de la Sociedad Importadora y Exportadora de la Patagonia aún esconden en sus góndolas las orejas cortadas a los onas, acribillados por sus cazadores a sueldo como el asesino Popper y sus cuadrillas de tiro. La expansión del latifundio Braun Menéndez en territorio austral significó el fin de la cultura y la lengua del pueblo selk´nam y otros como los Yámanas y Qawasqar o Alakalufes, todos mal llamados onas"".
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