#ConMisHijosNo Los que buscamos a Santiago

"Los contenidos sobre derechos humanos son parte de la currícula. No hace falta ninguna autorización para enseñar qué es la democracia", dice ésa A4 pegada en algún lugar. Por primer vez, ayer, cuando la vi, pude darle sentido al atropello de los asustados ante tanto reclamo de aparición con vida de un joven, y al amilanamiento de directivos desbordados por las circunstancias históricas que prefieren darle curso a cartas amenazantes y censurar actividades planificadas por alumnos comprometidos.
Con el pasar de las horas, tener que ver y escuchar a padres reclamar una escuela apolítica que no adoctrine a sus hijos como si dicha institución pudiera sacarse el corazón y convertirse sólo en una soñada maquinaria de adquisición de conocimientos instrumentales, como si ellos también no perpetraran de esa forma una criatura como a la que le tienen pavor: el pensar desde un sistema de ideas; pensar las (diversas) ideas.
Reconfortó escuchar a referentes de la educación poner en palabras eso que era más confuso cuando sólo el humor aparecía casi como único procesador de tanto espanto a la Memoria, Verdad y Justicia. "No nos van a asustar", la frase justa, más si con el devenir de las horas se sumaron las solidaridades y la contestación ante tanto desprecio por la vida de un simple joven y tanto abandono de las mejores prácticas docentes que luego se enarbolan en plenarias ceremoniosas.

Y como escribíamos ayer, no para el proceso creativo de aquellos que van marchando hacia las grandes concentraciones de mañana viernes, cuando al negacionismo y al encubrimiento se los denuncie con miles de velas a lo largo y ancho de un país que no claudica, como cada 24 de marzo, como cuando se quiso beneficiar con el 2x1 a los genocidas de la dictadura cívico-militar, como ahora, cuando el ministro de Educación nacional amenaza sancionar docentes y hay medios que vuelven a advertir sobre canciones que hablan sobre los desaparecidos.
Por ejemplo, este texto del filósofo Joaquín Vázquez, que reescribe la Epístola a Diogneto (siglo II):
"Los que buscamos a Santiago y queremos saber dónde está vivimos en las mismas ciudades y llevamos la misma rutina que el resto de los hombres y las mujeres; no utilizamos un lenguaje insólito ni profesamos una única creencia. Los que buscamos Justicia no nos diferenciamos en la vestimenta, ni en el caminar, ni en la dieta. Habitamos este tiempo y este país sabiendo que no hay un más allá dónde encontrarla. Dijimos Nunca Más y hoy lo gritamos más fuerte, más alto.
Los que buscamos a Santiago tomamos parte en todo como ciudadanos comprometidos con la defensa de la Democracia y los Derechos Humanos. Soportamos todo como tales. Nos encolumnan en partidos y preguntamos “¿Dónde está?”; nos llaman terroristas y alzamos la voz; se nos persigue, se nos condena, pero insistimos: ¿Dónde está Santiago? Somos maldecidos e injuriados y devolvemos Memoria. Los medios oficiales nos niegan, nos ocultan, difaman y ridiculizan, pero la pregunta es tan grande y son tantas nuestras voces que se sigue escuchando “¿Dónde está Santiago Maldonado?”.
Para decirlo en pocas palabras, a los que buscamos Justicia no nos engaña ningún diario, ningún programa de televisión, nada nos borra el rostro de Santiago siendo reprimido por gendarmería.
Lxs que buscamos a Santiago somxs obrerxs, estudiantes, docentes, jubiladxs, deportistxs, pibxs, adultxs, viejxs, putxs, trans, intersex, villerxs, lúmpenes, desclasadxs, artistxs; Nos mueve el deseo más profundo e innegociable, nos impulsa la búsqueda de Verdad, Justicia y Memoria. Todo reclamo que se ajuste a ese deseo, a esa búsqueda inclaudicable, también es nuestro, encuentra cobijo y multiplicación en nosotros. No hay causa justa que nos sea ajena. Estar contra nosotrxs es estar con los opresores de siempre, con los que pisan vidas, estómagos y cabezas. Estar contra nosotrxs es ser cómplice.
¿DÓNDE ESTÁ SANTIAGO MALDONADO?".

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