Pero quien terminó de dejarlo incómodo en pantalla fue Reynaldo Sietecase, ex compañero de trabajo de Lanata en América, al espetarle que él se encarga de ensanchar la grieta que denuncia, a demás de sugerirle que vuelva a hacer periodismo, en vez de ofrendarle diariamente operetas a los intereses de los empresarios que lo tienen contratado actualmente ("contratan tu fuerza de trabajo, no tu opinión y tus convicciones", le dirigió). Sietecase se retiró del escenario en medio de una ovación que se extendió a las redes sociales entre la comunidad periodístico-farandulera porteña, que esta vez no se quedó pasiva ante la nueva embestida lanatiana.
El conductor de PPT tuvo tiempo de contestarle al actual periodista de Telefé y FM Vorterix pero prefirió hablar de su monotópico: si tiene alto rating, está bueno. Y que él lo tiene (a pesar de que el ciclo 2013 televisivo está terminando en 10 puntos, muy lejos de los 30 del programa debut con denuncias contra Karina Jelinek e Iliana Calabró) porque es talentoso, no como los otros que, al no medir "bien", no lo son. El domingo, 678 terminó a sólo 2 puntos de su programa. Por supuesto que complementó esa mirada empresario-cuantitativa con que es un perseguido por "todo el Estado" (parece que "la DiKtadura" pasó a retiro).
En las redes sociales explotó nuevamente la grieta que Lanata había impostado en los premios Martín Fierro de este año. De aquellos que sienten más cómodos poniéndose todo el tiempo en un lugar de amigo-enemigo a pesar de criticarlo en los otros (especialmente, al gobierno nacional). Los que sólo pueden leer la vida en blanco y negro, quejándose de aquellos que no ven los colores de la vida. Los que creen que son dueños de la verdad, al mismo tiempo que critican a los que no dejan lugar para otras miradas diferentes a los de ellos.
No es cinismo, parece.
Es sólo formateo. Cómodo y no expandible.
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