Mauricio Macri lo escribió en su libro Primer Tiempo: "La Agencia Federal de Inteligencia (AFI) es otro de esos lugares donde resulta difícil elegir a quién poner a cargo, porque hay poca gente con experiencia en inteligencia en la Argentina. No hay una escuela de jefes de espías. Políticos con experiencia me dijeron que los requisitos para acertar con la designación del jefe de la AFI eran dos: que fuera una persona inteligente y, sobre todo, que fuera de extrema confianza. Mi amigo Gustavo Arribas, abogado y escribano, reunía esos dos requisitos. En ese momento Gustavo vivía en Brasil, y cuando lo convoqué, le mentí, piadosamente: le dije que lo necesitaba para intervenir la Asociación del Fútbol Argentino. Cuando llegó a Buenos Aires, le aclaré: «Me equivoqué por una letra. No te quiero para la AFA, te quiero para la AFI».
(...) Nunca tuve siquiera un atisbo de que la AFI además estuviera haciendo otras cosas por su cuenta. Jamás, por ejemplo, recibí una «carpeta» de nadie, jamás me fue ofrecido un servicio sospechoso y nadie vino a quejarse de agentes que estuvieran traspasando los límites de su función. Eso no impide que, si existieron entre el personal ya existente en la agencia empleados con agenda y kioscos propios, muy en la línea de la historia oscura del organismo, no fueron conocidos durante la gestión.
El Negro afrontó todo esto siempre con mucha serenidad, a pesar de que poco después de llegar tuvo que aguantar estar varios días en las tapas de los diarios por una muy débil denuncia por supuesta corrupción, que llegaba al punto delirante de involucrarlo con el caso Odebrecht y la licitación del soterramiento del Sarmiento. Aunque la denuncia estaba basada en casualidades y especulaciones, Arribas tuvo que aprender a lidiar con estos temas, una novedad absoluta para él. También tuvo que aprender a lidiar con los enemigos de Silvia Majdalani, a quien el primer día se la recomendé, por pedido de Gabi Michetti, para que fuera su número dos. Pero le aclaré: «Esto te lo digo a vos como se lo digo a todos los ministros. Yo te puedo recomendar gente o pedirte que le hagas un lugar a alguien. Pero es tu equipo. Si Silvia no te va, por la razón que sea, dentro de diez minutos o dentro de diez meses, la podés sacar cuando quieras». Y a pesar de todos los ataques contra Silvia —todos los ataques a la AFI eran ataques contra Silvia—, Gustavo sintió que ella trabajaba bien. No la conocía y no la había elegido, pero la vio trabajar y la sostuvo".
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