Embajada de EE.UU. y el golpe en Paraguay
Uno de los casos paradigmáticos de desestabilización del Gobierno paraguayo y antesala del golpe que se procesaría dos años después contra Fernando Lugo fue el juicio político contra el entonces ministro de Defensa general Luis Bareiro Spaini en 2010, en el que la Embajada estuvo directamente involucrada:
El 19 de febrero de 2010 se realizó un almuerzo organizado por la embajadora Liliana Ayalde al que concurrieron altos funcionarios del Gobierno paraguayo y generales del Ejército estadounidense. En la ocasión, se habló de “la pésima gestión administrativa del presidente Fernando Lugo que lo hace merecedor de un urgente e innegociable juicio político”.
A raíz de lo ocurrido, Bareiro Spaini envió una carta a la embajadora Ayalde (22 de febrero de 2010), con copia al Comando Sur y al Pentágono, pidiendo explicaciones. La “osadía” del ministro fue motivo para que la Cámara de Diputados aprobara una “declaración de censura”. En agosto de 2010, tras la no aprobación del presupuesto militar, Bareiro Spaini puso su cargo a disposición.
Es fundamental tener en cuenta que Bareiro Spaini defendía una alianza militar regional en el ámbito de la UNASUR como alternativa frente a los acuerdos de defensa y seguridad con EE.UU. y Colombia. Ejemplo de ello fue el rechazo en 2009 a la entrada de 500 militares estadounidenses para el operativo Nuevos Horizontes programado para el 2010.
Antes del golpe de Estado en Honduras el embajador Hugo Llorens tuvo reuniones con congresistas hondureños, miembros del sistema de justicia, empresarios y el entonces presidente Manuel Zalaya en torno al llamado a consulta popular -postulado por el Gobierno- para convocar una Asamblea Constituyente (dicha consulta había de hacerse en el marco de elecciones presidenciales en noviembre de 2009). Fue este llamado a consulta lo que desencadenó el golpe de Estado. De hecho, el mismo embajador declaró ante la prensa: “…Uno no puede violar la Constitución para crear una Constitución, porque sería como vivir en la ley de la jungla”.
En un cable de Wikileaks se menciona una llamada entre Elvin Santos (quien fue vicepresidente y viejo conocido del embajador, pues estudiaron juntos) con Vilma Morales, presidenta de la Suprema Corte de Justicia, quien ve una “polarización en el país”. El comentario del embajador posiciona a Roberto Micheletti por encima de Santos en el conocimiento del país y su vínculo con la élite política. Según el embajador, Micheletti comentó que Zelaya cumpliría su mandato, “ni un día menos, ni un día más”. Morales dejó claro que “ella era amiga de EE.UU. y que continuaría desempeñando ese papel”.
Ante la consulta para una Asamblea Constituyente, Llorens se reunió en la embajada con el presidente Zelaya, Roberto Micheletti, Elvin Santos y Porfirio Lobo Sosa. También asistió el jefe del Estado Mayor Conjunto, Romeo Vásquez Velásquez. En dicha reunión se le planteó a Zelaya la anulación de la consulta.
En otro cable de Wikileaks se menciona una llamada entre el embajador Llorens y la fiscal general, Leonida Rosa Bautista, el 29 de septiembre de 2008. Se discutió el apoyo de EE.UU. al Ministerio Público hondureño, destacando su buen desempeño. La relación de la fiscal con el embajador era fluida.
Existen diversas fuentes que dan cuenta del vínculo del sector público-privado estadounidense con el impeachment a Dilma Rousseff y el desarrollo de la causa judicial del Lava Jato, que implicó el encarcelamiento de Lula da Silva y la imposibilidad de presentarse a elecciones. En torno al rol de la Embajada de EE.UU. y acciones diplomáticas concretas de apoyo al golpe a Rousseff destaca, en primer lugar la casual presencia de Liliana Ayalde como embajadora de EE.UU. en Brasil, pero también la figura de Michel Temer como informante de la embajada de EE.UU. y el viaje del opositor Aloysio Nunes a EE.UU. al día siguiente del golpe a Rousseff.
La embajadora de los EE.UU. en Brasil, Liliana Ayalde había sido embajadora en Paraguay durante la preparación del golpe de Estado a Fernando Lugo (2012), golpe que mantiene características similares al de Brasil, tras la fachada de juicios políticos.
Michel Temer (vicepresidente durante el Gobierno de Rousseff) fue uno de los protagonistas del impeachment y asumió como presidente, luego de que la mandataria fuese destituida de su cargo. Este rol no es casual. Desde hacía años Temer se desempeñaba como uno de los informantes privilegiados de la Embajada de EE.UU. en el país, brindando información clave. En una de sus reuniones con miembros de la Embajada afirmaba que el triunfo de Lula había generado una gran esperanza en el pueblo brasileño, pero que su gestión era decepcionante. Advertía que Lula tenía una visión muy estrecha y que ponía demasiada atención en programas de seguridad social que no generarían desarrollo económico alguno; temía por este giro a la izquierda. También acusaba al PT de corrupción y fraude electoral –cargos similares a los que se utilizaron como pilar del golpe a Dilma–, además de sugerir quitar del poder al PT.
Al día siguiente del impeachment en la Cámara de Diputados, el senador Aloysio Nunes, del PSDB (principal partido opositor) y una de las figuras clave en el impeachment que se haría en el Senado, fue a EE.UU. por tres días. Nunes apoyó con su presencia las primeras manifestaciones en Sao Paulo contra el resultado a favor de Dilma Rousseff en las urnas, acusando al PT de fraude. En su viaje, autorizado por Michel Temer (una especie de “visita oficial” por entonces) se reunión con Bob Corker y Ben Cardin del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. También se hizo un tiempo para ver al exembajador de EE.UU. en Brasil, Thomas Shannon, y comer con el lobby del grupo empresarial Albright Stonebridge, dirigido por la exsecretaria de Estado de Bill Clinton, Madeleine Albright y por Carlos Gutiérrez, exsecretario de Comercio de George Bush y ex CEO de Kellogg.
Las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Venezuela y de EE.UU. han sido conflictivas desde el triunfo de la Revolución Bolivariana. Esto ha provocado la ruptura de relaciones entre ambos países en varios momentos, con lo cual la respectiva representación diplomática se ha mantenido al mínimo y, desde 2010, no ha habido intercambio de embajadores. Esto significa que los planes golpistas de EE.UU. se coordinaron y ejecutaron directamente desde Washington. Aun así, destacan algunos momentos de la injerencia in situ con participación de las embajadas.
Tras las denuncias de Hugo Chávez de los bombardeos estadounidenses sobre población civil afgana en octubre de 2001, la entonces embajadora estadounidense en Caracas, Donna Hrinak, fue llamada a consulta desde Washington y regresó con un mensaje desafiante y amenazador contra el presidente Chávez. Se rompieron las relaciones hasta marzo de 2002, cuando llegó a Caracas el nuevo embajador, Charles Shapiro, con experiencia en el Chile de Allende y en la Centroamérica de los ’80. En abril de 2002 Chávez sufrió un golpe de Estado respaldado por EE.UU.
Durante el último intento de golpe de Estado iniciado en enero de 2019 contra Nicolás Maduro, liderado por Juan Guaidó, se produjo un episodio inaudito de injerencia y vulneración de la soberanía nacional que compete a las embajadas, aunque en territorio estadounidense. La Embajada de Venezuela en Washington fue hostigada durante semanas y finalmente allanada por la policía estadounidense, para entregársela a los representantes de Juan Guaidó.
La Embajada ha sido históricamente activa (injerencista) en la vida política boliviana, siendo el momento culmine el intento de golpe cívico-prefectural de en 2008, que derivó en expulsión del embajador Philip Goldberg. Destacan, por ejemplo, vínculos de la embajada con miembros del Comité Pro Santa Cruz como Rubén Costas y Branko Marinkovic.
En la coyuntura del 21F se han denunciado reuniones entre el entonces encargado de Negocios de la Embajada, Peter Brennan, y el director de Inteligencia durante el Gobierno del MIR, Carlos Valverde (detenido por narcotráfico y quien lanza por primera vez las denuncias que se articulan en el llamado “Caso Zapata”).
En noviembre de 2017, poco antes de concluir sus funciones en Bolivia, Brennan se reunió con Carlos Mesa. Según ambos, se trató de una visita de “cortesía”, para la presentación de nuevos funcionarios de la Embajada. El canciller boliviano, Fernando Huanacuni, denunció que el encuentro rompía con los lineamientos de la Convención de Viena, que determina que la despedida o presentación de funcionarios debe hacerse en la Cancillería.
Consumado el golpe, Erick Foronda Prieto, periodista boliviano que trabajó durante más de 20 años en la oficina de prensa de la Embajada en La Paz, pasó a ocupar el cargo de secretario privado de la presidenta de facto, Jeanine Añez".
Fuente
El Ministerio de la Venganza contra Alberto Fernández
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