"Ayer me senté en un bar de Nueva Córdoba con un amigo y una amiga y cuando me dieron la carta advertí que al lado de las letras había una seria de puntitos con relieve. Así que llamé a la moza y le pregunté qué era eso.
- Es una carta confeccionada también en el sistema de escritura braille para personas no videntes.
- Ah, qué bien – le dije. – Yo tengo mi primo que es hipoacúsico y quiere venir a este bar. ¿Saben lenguajes de señas?
- Ay no, eso no sabemos – me dijo la verdad un poco preocupada.
- ¿Tampoco tienen la carta con pictogramas para personas con autismo? Le pregunte.- Y no, perdón… Me dijo visiblemente nerviosa.- No te hagas drama, suele pasar. Ella ya no estaba cómoda, sonreía con vergüenza, un poco de culpa, y un poco de embole también. Y ahí le dije: - No te hagas drama, suele pasar en todos los bares. Pero entonces lamento contarte que no son un bar inclusivo, son un bar progre de cotillón.
¿No resulta absurdo esta agresión gratuita que tuvo que pasar la moza? ¿Por qué entonces la carta de una persona que se sentó en un bar de Nueva Córdoba con lenguaje inclusivo se hizo viral? ¿Por qué los medios de comunicación masivos decidieron levantar la nota y publicarla en todos sus portales? Un hombre se sentó en un bar y comenzó a bardear a la moza por todos los otros lenguajes inclusivos que no tenía y se celebra eso.
La pregunta sería por qué la persona que se sentó en ese bar de Nueva Córdoba que usaban lenguaje inclusivo se acordó de todos los otros colectivos para los que no suelen tener una forma de comunicación como los hipoacúsicos, los ciegos y las personas con autismo. Este hombre ¿hubiera también bardeado a la moza del bar de al lado que ni si quiera tenía lenguaje inclusivo? Si la respuesta es no, entonces no molesta que en el bar nadie sepa lenguaje de señas o la carta no esté en braille o tenga con pictogramas, porque el reclamo no estaba en todos los bares que le faltaban esas formas de comunicación. El reclamo era por el uso del lenguaje inclusivo y simplemente se utilizó a otros colectivos para atacar a la moza de manera directa y al lenguaje inclusivo de manera indirecta.
La molestia que produce la “E”, la “X”, la “I”, o el “@” quizás sea suficiente motivo para continuar utilizando el lenguaje inclusivo. El enojo y las campañas que se han levantado en su contra desde los centros de poder como la Real Academia Española o los medios masivos de comunicación que incluso llegaron a hablar de la “Dictadura del Lenguaje Inclusivo” (La Nación dixit) sean los argumentos que necesitamos para resistir el lenguaje no inclusivo. ¿Desde cuándo le pedimos autorización a una institución monárquica como la RAE para hablar? Desde 1816 que no lo hacemos.
En una sociedad en la que los mandatos de masculinidad vienen produciendo muertes, no estaría mal experimentar con un lenguaje inclusivo en el que lo masculino no sea sinónimo de lo universal y, peor aún, en el que lo universal viene siendo sinónimo de lo masculino.
El objetivo del lenguaje inclusivo no es volverse gramática, no es ingresar a los salones enormes y barrocos de la RAE y por eso no disputa con esta institución. El objetivo del lenguaje inclusivo es político, es visibilizar la persistencia de la injusticia que ha implicado el patriarcado hacia las mujeres y hacia todas aquellas personas que no encajan en los cánones de clasificación cis-heterosexual. Por eso el lenguaje inclusivo disputa más bien con el machismo que, como institución social es bastante más poderoso que la RAE.
¿Alcanza con el lenguaje inclusivo para evitar las vastas discriminaciones? Claro que no. Pero es un buen comienzo en una sociedad en el que una simple “E” sacude la modorra y nos recuerda que existen colectivos discriminados por diferentes motivos. Celebro a ese bar y a esa moza que hizo que la persona que se sentó recordara a todos los colectivos discriminados. El uso de la “e” no fue en vano".
Por Lucas Crisafulli
Abogado y docente (UNC)
No hay ninguna dictadura
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