lunes, 2 de diciembre de 2019

Última semana: el fracaso del gobierno de los CEO

"Al igual que ocurrió con casi todos los aspectos de su gobierno, las políticas de la Alianza Cambiemos dirigidas a operar sobre la estructura y funcionamiento del Estado fracasaron rotundamente. En estos cuatro años de macrismo se alteraron profundamente el Estado y su administración, y se generó un marcado deterioro en sus capacidades.
Los CEOs
El gobierno de Cambiemos fue calificado como una CEOcracia, por la proliferación en el gabinete de cuadros venidos de los niveles gerenciales de varias de las principales empresas que operan en el país.
La concepción subyacente en este nuevo paradigma de gerenciamiento estatal es que un empresario exitoso ha superado el desafío más difícil que plantea una sociedad capitalista y, como quien puede lo más puede lo menos, tiene capacidad para dedicarse a cualquier cosa.
La ceocracia, además, puede ser vista como una manera de establecer una nueva forma de relación entre el capital y el sector público. Más que una alianza con el empresariado nacional, lo que se busca es incorporar una visión diferente, según la cual estos cuadros del mundo económico se destacan por su capacidad para generar negocios desde el Estado.
Pocas ideas en la historia de la administración pública argentina se han mostrado menos felices. Cualquier manual de administración explica los peligros que entraña asimilar la gestión de lo público a la de lo privado. Por ejemplo, la práctica gerencial de la gestión privada no toma en consideración los segmentos del mercado que no le son de interés. "Tengo una planilla Excel que cumplir", justificaba el ministro Aranguren por los tarifazos. Así, mientras las acciones de las energéticas se disparaban, crecía la desesperación de consumidores e industriales.
Y otro tema de manual: la ceocracia aumenta exponencialmente la posibilidad de captura de organismos públicos por parte de intereses sectoriales o de empresas. Pensar que se lo supera poniendo el zorro a cargo del cuidado de las ovejas es, por lo menos, inocente.
Contra la "grasa militante"
Un prejuicio ostensible en la mirada neoliberal se dirigió a los empleados públicos, patentizado a través de alusiones ofensivas hacia la “grasa militante” o el “aguantadero de la política”.
No es de extrañar entonces que se hicieran llamados a “reducir la burocracia” y “transparentar el Estado” que justificaron cesantías masivas, sólo comparables en número a las realizadas por la Dictadura o en ocasión de las reformas de los '90.
Utilizando métodos reñidos con el más mínimo sentido humano, se militarizaron los ingresos a oficinas y, de un día para otro, se prohibió el ingreso de personal. Se sostuvo que fueron cesanteadas unas 60.000 personas.
Contra lo que se sostuvo maliciosamente en muchos medios, el tema del empleo en el nivel nacional de la Administración Pública no es un problema medularmente financiero fiscal, pues el impacto del gasto en personal es bastante reducido: dar de baja al 10% de la planta implica ahorros inferiores al 1% del presupuesto.
La lógica de los despidos tuvo otros objetivos:
-Dar una señal hacia los actores del establishment de que se estaba haciendo el ajuste.
-Responder a su electorado más radicalizado.
-Disciplinar y desmovilizar a los trabajadores estatales. 
-Dar cobertura y apoyo a empresas privadas (si el Estado despedía, ¿por qué no iba a hacerlo la empresa privada?)".
Fuente
Más:
Los 10 fracasos económicos del macrismo

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